Auditórium

Con el Triunfo de Trump ese pueblo dijo: ¡Preferimos a un “loco”, que a un corrupto!

Cuando la gente no aprende a manejar las herramientas del juicio y meramente siguen sus esperanzas, están sembradas las semillas de la manipulación política. Stephen Jay Gould…

En los pensamientos de Max Weber se lee, quien hace mala política son aquellos que buscan el poder para lograr otros fines, como es llegar al poder, y lograr sus perversos, y bajos objetivos ocultos.

La política siempre ha sido considerada como el arte de lo posible fuera de ella se convierte en una aventura, cuando no se logra obtener metas socialmente positivas. Es decir, la política al servicio de la población.

La guerra sucia en contra de Donald Trump, por parte de las grandes corporaciones mediáticas ha sido brutal y llena de odio como muy bien lo señaló el presidente de Venezuela Nicolás Maduro Moros; fue un instrumento de guerra sucia política que ha tenido un fracaso rotundo, pues se usó como estrategia para debilitarlo, desprestigiarlo, y vulnerarlo como adversario político. Y dicha estrategia, no les funcionó.

Donald Trump venció a la guerra sucia electoral, con un discurso congruente en contra de la corrupción, la mentira, la demagogia, y el neo totalitarismo estalinista, que busca su resurrección en pleno siglo XXI.

Retener el poder por parte de los demócratas utilizando la guerra sucia era de un alto riesgo para el pueblo norteamericano, ya que el electorado de esa nación no le paró a esa estrategia, quien siempre mantuvo la convicción política de que Trump era el mejor candidato. Evaluando sus valores, y no las plataformas ideológicas de los partidos en esa contienda. Es un hecho sociológico cuando un electorado tiene muy baja cultura política, y está lleno de necesidades, a veces le parece atractivo la guerra sucia electoral, un espectáculo dantesco que es más fácil de digerir que el informarse sobre la verdadera realidad económica, y política del país en el que se vive.

Los grandes medios de EE.UU. fabricaron una guerra sucia electoral sin ideas. Obviando los intereses del pueblo norteamericano.

Esos grandes medios apostaron por Hillary Clinton en contra de la candidatura de Donald Trump. Considerando a Trump, como un “loco” e “idiota”. Nunca se imaginaron que el “loco” se les convertiría en el nuevo presidente de la primera potencia económica, y militar del planeta los EE.UU. El fenómeno Trump seguirá latente, porque canalizó la frustración, y el malestar del pueblo norteamericano, en especial el de su clase trabajadora porque ve su situación económica cada día más difícil, con sus ciudades industriales arruinadas como es el caso de Detroit, su calidad de vida en picada, y el oscuro futuro que les esperaba a sus hijos.

Trump, en su discurso siempre rechazó los acuerdos de libre comercio, interpretó las preocupaciones de un amplio sector del pueblo norteamericano. Habló de la necesidad de crear una oferta competitiva en la industria farmacéutica para abaratar los medicamentos en EE.UU. Aunado a la necesidad de aumentar los aranceles para los productos de las empresas norteamericanas que se trasladaron al exterior para obligarlos a repatriarse. También denunció la manipulación del valor de la divisa norteamericana por la Reserva Federal, el Banco Central Europeo, el Banco de Japón, los bancos de China, y así obligar el traslado de empresas estadounidenses al extranjero, con la consiguiente perdida de empleos en los EE.UU.

“Prefiero votar por un loco que por un corrupto”, decían muchas pancartas de los simpatizantes de Donald Trump. Ganó mucho menos por lo que hizo, y más por lo que Hillary Clinton no pudo hacer. Los datos son a prueba de balas. Trump supo movilizar al votante trabajador.

La reacción ante una élite que es percibida como corrupta y parasitaria, tiene especial fuerza en la elección que se acaba de vivir en Estados Unidos. Trump cautivó a una gran parte de los trabajadores americanos que se sienten desprotegidos ante la globalización, y la del trabajador rural que repudia el libre comercio, y que siente a los anteriores presidentes como entreguistas de la soberanía de su país.

Lo que no hay que perder de vista es que el populismo totalitario estalinista con el triunfo de Donald Trump, se van quedando con una sola estrategia: La política del miedo, la cual se combate con fe y esperanza. Los intolerantes que buscan aterrorizar a las sociedades, se les combate sin miedo y con fe. También la esperanza es un buen antídoto en contra del miedo.

Ahí estuvo el gran fracaso de Hillary, cuando lo único que hizo fue agitar el miedo. Nunca fue una alternativa para el electorado americano. En los debates, Hillary lo que hacia era mencionar la manipuladora incapacidad mental de Trump para ser el presidente de los Estados Unidos, que el ocuparse ella, de los problemas reales de los americanos. Nunca fue vista como una opción real de poder, ante el descontento, o como la candidata ideal para regenerar a un partido demócrata percibido como corrupto. Lo que si hizo su comando de estrategias como único argumento fue agitar el miedo, en contra de Trump. En política está pasando lo imposible Donald Trump este 20 de enero del 2017 asume como el presidente numero 45 de USA. Los límites de lo imaginable se han ensanchado. Los anti estalinistas, y anti totalitaristas, se están volviendo mayoría, y mientras no surjan opciones políticas progresistas tolerantes con la diversidad. Personas como Donald Trump nuevos en la política seguirán ganando elecciones.



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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