Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona
Strategic Culture Foundation
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Mientras las disputas a los gritos estallaban en el ala oeste de la Casa Blanca, semejantes a una comedia de vodevil entre el presidente Donald Trump y sus principales asesores y entre el Secretario de Prensa de la Casa Blanca y varios asistentes presidenciales, líderes mundiales se reunieron en la ciudad de Beiyín para discutir la creación de modernas "rutas de la seda" marítimas y terrestres con el objeto de mejorar las condiciones económicas de países alrededor del mundo. Ninguna otra cosa pudo haber ilustrado mejor la enorme división entre las preocupaciones de muchas de las naciones del mundo y aquellas de Estados Unidos que rápidamente está descendiendo a la condición de potencia de segundo nivel junto con sus aliados de la OTAN, Gran Bretaña, Francia y Alemania.
Mientras el Sr. Trump amenazaba con despedir al jefe de gabinete de la Casa Blanca repitiendo el papel que alguna vez jugó en el programa televisivo "The Apprentice" (El Aprendiz) el presidente chino Xi Jinping, el presidente ruso, Vladimir Putin y presidentes y primeros ministros provenientes de todo el mundo se sentaron a discutir la creación de nuevas carreteras, ferrovías y rutas internacionales e intercontinentales bajo los auspicios del proyecto Faja Económica Ruta de la Seda y de la Ruta Marítima de la Seda Siglo XXI.
Incluso algunos países no muy entusiastas en torno a la iniciativa china, como la India y Japón enviaron representantes a la cumbre que tuvieron una pizca más de influencia que la patética representación de Estados Unidos en la persona de Matt Pottinger un asistente personal poco conocido de Donald Trump y el director jefe del Consejo Nacional de Seguridad para el Este Asiático. De hecho la única razón para que Trump enviara a alguien en representación de Estados Unidos a la reunión de Beiyín se debió a la solicitud especial hecha por el presidente Xi Jinping durante su reciente reunión con el presidente Trump en su balneario privado de Mar-a-Lago en Palm Beach, Florida.
Corea del Sur vio que sus relaciones con China se agriaron debido al emplazamiento del sistema misilístico de Estados Unidos denominado Defensa Terminal de Área a Gran Altitud (THAAD sigla en inglés) en su territorio pero envió una delegación a Beiyín luego de una conversación telefónica entre el nuevo presidente liberal de Corea del Sur, Moon Jae-in y el presidente Xi Jinping. Moon respondió al llamado telefónico enviando a Beiyín una delegación encabezada por un veterano legislador del Partído Democrático de Corea del Sur.
Incluso Corea del Norte que hizo hablar mucho a Corea del Sur a Japón y a Estados Unidos por haber disparado un proyectil balístico sobre aguas cercanas a Rusia, envió una delegación a la reunión de Beiyín encabezada por el Ministro de Relaciones Exteriores Económicas, Kim Yong Jae. El gobierno de Trump que envió a un desconocido a Beiyín se quejó ruidosamente acerca de la representación de Corea del Norte a la cumbre de la Ruta de la Seda. Pero la queja de Washington fue presentada por un total desconocido como el Sr. Pottinger y la Sra. Anna Richey-Allen, vocera de segundo nivel del Buró Asia Oriente del Departamento de Estado. La razón por qué Estados Unidos es representado por burócratas de segundo nivel se debe a que todavía cree que es la única "superpotencia " que queda pero que es en la actualidad gobernada por una administración plagada de altos cargos vacantes, disputas entre las diferentes agencias y jugadores de ligas menores.
Aunque los grandes estados de la Unión Europea no estuvieron representados en Beiyín por sus primeros mandatarios, Alemania envió a su Ministra de Economía Brigitte Zypries. No obstante, ella advirtió que la Unión Europea no firmaría el acuerdo de la Ruta de la Seda con China a menos que ciertas demandas de la Unión Europea en torno a libertad de comercio y condiciones laborales sean garantizadas. La reticencia alemana no pareció confundir a otras naciones de la Unión las cuales estuvieron representadas en Beiyín por sus jefes de estado que parecieron más entusiastas en su apoyo a la iniciativa de China. Entre los jefes de estado de países miembros de la Unión Europea estuvieron el Primer Ministro de Italia, Paolo Gentiloni; el Primer Ministro de España, Mariano Rajoy; la Primera Ministra de Polonia, Beata Szydlo; el Primer Ministro de Grecia, Alexis Tsipras; el Presidente de la República Checa, Milos Zeman y el Primer Ministro de Hungría, Viktor Orban.
Por otra parte, si la Primera Ministra de Gran Bretaña, Theresa May no estuviera comprometida en una campaña electoral general, ella habría asistido a Beiyín. En todo caso, ella envió al Secretario de Hacienda, Philip Hammond en su lugar.
Si el gobierno de Trump abrigó la esperanza de convencer a los líderes mundiales de no asistir a Beiyín, quedó lastimosamente desilusionado. El Secretario General de la ONU Antonio Guterres asistió junto con el Presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim y la Directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde. También estuvieron presentes en Beiyín los Presidentes de Turquía, las Filipinas, Argentina, Chile, Indonesia, Kirguistán, Bielorrusia, Kazajtán, Suiza, Kenia, Uzbekistán y Laos, como también los Primeros Ministros de Vietnam, Paquistán, Sri Lanka, Serbia, Malasia, Mongolia, Fiyi, Etiopía, Camboya y Mianmar.
También participaron en la cumbre de Beiyín las delegaciones ministeriales de Afganistán, Australia, Azerbaiyán, Bangladesh, Brasil, Egipto, Finlandia, Irán, Kuwait, el Líbano, Maldivas, Rumania, Nepal, Nueva Zelandia, Arabia Saudita, Singapur, Sudán del Sur, Sudán, Siria, Tanzania, Tailandia, Túnez, Uganda y los Emiratos Árabes Unidos. Japón estuvo representado por el asesor jefe del Primer Ministro Shinzo Abe y por el Secretario General del Partido Democrático Liberal, Toshihiro Kinai. Francia que estaba experimentando el cambio presidencial, envió al ex Primer Ministro Jean-Pierre Raffarin.
La iniciativa de la Ruta de la Seda tiene proyectos planificados para todas las naciones cuyos gobiernos estuvieron representados en Beiyín, exceptuando a Estados Unidos e Israel. Además de los países representados por sus jefes de estado y ministros, los acuerdos de la Ruta de la Seda fueron firmados por China, Palestina, Georgia, Armenia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Albania, Tayikistán, Brunei, Croacia y Timor Oriental.
El claro mensaje que la reunión de Beiyín envió al mundo es que la visión "unipolar" de Estados Unidos está muerta y enterrada. Incluso entre amigos y aliados de Washington de largo tiempo, uno ya no escucha que se refieran a Donald Trump como el "líder del Mundo Libre". Aquella frase ha sido lanzada al basural de la historia junto con la insistencia norteamericana de ser la única "superpotencia" del mundo. Estados Unidos es una potencia de segundo orden, lo que pasa es que posee un arsenal nuclear de primer orden. Pero, el armamento nuclear no estuvo en discusión en Beiyín. Grandes proyectos estaban en la agenda, proyectos que cuando sean implementados dejarán a Estados Unidos en medio del océano tras la estela del barco.
El presidente Xi Jinping en su discurso inaugural a la conferencia dijo que la iniciativa "Una Faja y Una Ruta" es el "proyecto del siglo" y que beneficiará a todos a través del mundo. Y para ir de las palabras a los hechos, Xi dijo que China aportará ochenta mil millones de yuanes (unos 113 mil millones de dólares) como un ímpetu adicional financiero para la creación de un red global de carreteras, ferrovías y vínculos marítimos en una recreación de la antigua Ruta de la Seda que conectaba a China con Occidente. Mientras tanto en Washington Donald Trump hablaba de tener "cintas" grabadas de sus conversaciones con el despedido ex director del FBI, James Comey, lo cual desató una tempestad de fuego político. En Beiyín se habló de una nueva infraestructura global mientras que en Washington el tema principal de conversación fue sobre esquives políticos. Estados Unidos ha caído en un status global de segundo nivel y está gravemente enfermo como nación-estado cohesionado y lo que es peor, no se da cuenta de ello.
China y Rusia aprovecharon la cumbre de Beiyín para promover varias iniciativas Euroasiáticas, incluyendo la iniciativa de inspiración rusa, Unión Económica Euroasiática (EEU sigla en inglés) y el ya iniciado por China, Banco Asiático de Inversiones en Infraestructuras (AIIB sigla en inglés). Los jefes de estado de Rusia y China informaron que la alianza de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, BRICS es todavía una potente entidad mundial, aunque Sudáfrica no estuvo representada en Beiyín por su presidente y la India prefirió no enviar a ningún representante a Beiyín.
Las palabras del presidente Vladimir Putin a la conferencia en torno al nuevo status geopolítico en el mundo, fueron notables: "La Gran Eurasia no es un ordenamiento geopolítico en abstracto pero, sin exagerar, se trata de un verdadero proyecto civilizatorio que mira hacia el futuro." En otras palabras, la Unión Europea que está perdiendo al Reino Unido como miembro y nunca considerará a Turquía como tal, es un organismo internacional que está feneciendo. Las otras iniciativas internacionales como la EEU los BRICS, la AIIB y la OBOR --Una Faja, Una Ruta-- están dejando a la Unión Europea y a Estados Unidos en el terreno. El hecho que puso esto en evidencia es que Estados Unidos estuvo representado en Beiyín por un sobrevaluado empleado de oficina y la Unión Europea por un "eurócrata" de Bruselas, el vicepresidente de la Comisión Europea, Jyrki Katainen.
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