Cuando el abusador es un familiar

La migración forzada es una tragedia que parte en dos a las familias que la viven. Es una pérdida total, una pérdida irreparable, porque no hay remesa que logre llenar el vacío de la ausencia, y no hay para quien migra, sosiego alguno; la añoranza es una herida abierta que sangra constantemente en el infortunio de ser extranjero y explotado, estar lejos de lo que más se ama. No hay reparo para el alma de quienes son golpeados por esta vejación, producto de sistemas fallidos, corrompidos y opresores.

Los padres se ven obligados a migrar al encontrarse sin recurso alguno para alimentar a sus hijos y ofrecerles oportunidades de desarrollo, y se van buscando algo que nunca van a encontrar, porque el paria es paria en cualquier lugar, y en la catástrofe dejan a sus hijos a cargo de familiares, ya sean los abuelos o los tíos, confiando en que estos cuidarán de ellos de una manera responsable.

Es tan grande la gama de situaciones, de circunstancias en la vida de quienes migran; madres solteras, niñas, adolescentes y mujeres que fueron abusadas y quedaron embarazadas, o que decidieron dejar a un esposo o compañero que las golpeaba. Viudas producto de la violencia institucionalizada en las limpiezas sociales.

Padres jóvenes que no encuentran una sola oportunidad para apostarle a la vida y que al ver a sus hijos sumidos en la miseria, deciden como último recurso irse al norte, a buscar sustento para los suyos.

Las migraciones forzadas las vive la parte más explotada y olvidada de la sociedad. Pueblos enteros han quedado sin juventud porque emigraron y dejaron a los hijos a cargo de los abuelos u otros familiares. En esto pierden quienes se quedan y quienes se van. Se va el primer lazo emocional y se quedan los niños huérfanos en manos de quienes muchas veces en lugar de cuidarlos los terminan abusando.

No son pocos los casos en los que los abuelos, los tíos, los primos o conocidos cercanos de la familia, abusan sexualmente a niñas, niños y adolescentes, no solo una vez y, de repente resulta que las niñas están embarazadas, no saben de quién y la culpan y la insultan y la golpean buscando saber quién es el padre; cuando el abusador duerme bajo el mismo techo. Sucede también cuando son las madres las que se van y el padre queda a cargo de los hijos. O cuando el padre se va y la madre encuentra otra pareja. Infinidad de situaciones que dejan a los niños expuestos ante el abuso sexual.

Estos niños se ven obligados a guardar silencio, por miedo, bajo amenazas de los mismos abusadores. Muchas veces las mujeres adultas de la familia se hacen las desentendidas y prefieren que suceda, que el tío o el abuelo abuse de la niña, es mejor que quede en familia y que no se consiga una amante en la calle. Guardar el secreto, total, los padres están lejos. Y si este abuso llega a las consecuencias de un embarazo, le inventan un novio que se fue huido al saber y no se quiso hacer responsable, o la acusan de cascos ligeros.

¿Qué hacen los padres en un caso así a tantos kilómetros de distancia? En la mayoría de casos los niños abusados no hablan, no pueden denunciar al abusador porque están amenazados, no se lo dirán a los papás ni a nadie. Para no mortificarlos, por miedo a haberlos defraudado, cualquier cosa porque les hacen creer que la culpa del abuso es de ellos mismos.

Pero es importante que sepan que no son culpables de nada, que no han provocado que los abusen, y deben saber que pueden denunciar, que deben hacerlo, que no es permitido que nadie toque sus cuerpos, o que los observe desnudos, o que tenga alguna cercanía sexual con ellos. Es importante que los papás hablen esto con sus hijos, aunque estén a miles de kilómetros de distancia, que les den la confianza para que sus hijos les puedan contar de cualquier situación en la que se sientan en peligro, pero es necesario explicarles qué son y cómo se dan este tipo de situaciones; porque los niños desconocen y eso deja la puerta abierta al abusador que les dice que lo que está pasando es normal y es amor. Que el abuelo los quiere por eso pasa, que el tío les tiene mucho cariño por eso pasa.

Es importante también que exista un soporte emocional en el lazo familiar con quien se puedan acercar a contar lo que sucede, alguna tía, amiga de la familia, o bien pueden hacerlo con la maestra de la escuela, es importante que sepan que la ayuda existe y que pueden salir de esas situaciones. Que se acerquen a la estación de bomberos o de la policía si en caso no hay nadie de confianza que los pueda ayudar.

Lo ideal sería que los padres no tuvieran que verse forzados a emigrar y a dejarlos a cargo de familiares. Pero si sucede existen las formas para denunciar el abuso sexual infantil. Es importante que si alguien sabe de un caso así, vaya a denunciarlo lo antes posible, porque la vida de esa criatura está en peligro.

Porque es posible que siga siendo abusada y es necesario que el abusador pague por lo que hizo. Si alguien tiene sospechas, porque ha visto comportamientos en los niños o en los adultos, es importante que denuncie. El abuso sexual es una de las peores atrocidades que puede vivir un ser humano y máximo cuando sucede en la etapa de la niñez o adolescencia.

Producto de estos abusos, se ven a cientos de niños, niñas y adolescentes viajando solos, sin documentos, atravesando territorios minados por las bandas criminales que se dedican a la trata de personas para fines de explotación sexual, laboral y tráfico de órganos, buscando salir del infierno en el que quedaron prácticamente huérfanos durante años, y que buscan reunirse con sus papás en Estados Unidos. O que también terminan odiando a sus padres por haberlos dejado solos en manos de quienes los abusaron. -Y estos niños en esa gama distinta de circunstancias y consecuencias del abuso sexual, terminan abusando a otros niños y lo siguen haciendo en la edad adulta, con niños, niñas y adolescentes. Dan lo que recibieron-.

Estos niños, niñas y adolescentes son las personas más vulnerables en las travesías indocumentadas, y terminan secuestradas, violadas, desaparecidas y muchas veces asesinadas en cualquier vía de tren, en los ríos o en los desiertos.

Es un circulo vicioso, las historias se repiten una y otra vez, la tragedia de las migraciones tiene tantísimos rostros y edades. Cuando el abusador es un familiar, también debe ser denunciado.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 2171 veces.



Ilka Oliva Corado

Escritora y poetisa guatemalteca. Se graduó de maestra de Educación Física para luego dedicarse al arbitraje profesional de fútbol. Hizo estudios de Psicología en la Universidad de San Carlos de Guatemala, carrera interrumpida por su decisión de emigrar a Estados Unidos en 2003, travesía que realizó como indocumentada cruzando el desierto de Sonora-Arizona.
Es autora de doce libros: Historia de una indocumentada. Travesía en el desierto de Sonora-Arizona; Post Frontera; Poemario de luz de faro; En la melodía de un fonema; Niña de arrabal; Destierro; Nostalgia; Agosto; Ocre y desarraigo; Relatos; Crónicas de una inquilina y Transgredidas, publicados en Ilka Editorial.
Una nube pasajera que bajó a su ladera la bautizó como “inmigrante indocumentada con maestría en discriminación y racismo”.
Sitio web: https://cronicasdeunainquilina.com/

 cronicasdeunainquilina@gmail.com      @ilkaolivacorado

Visite el perfil de Ilka Oliva Corado para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Ilka Oliva Corado

Ilka Oliva Corado

Más artículos de este autor