¡Honor y gloria! para Ana María Villarreal, una revolucionaria a carta cabal

Al Pueblo De Venezuela,

Al Gobierno Bolivariano de Venezuela,

A los Pueblos y Gobiernos del Mundo,

A los Medios de Comunicación Nacionales e Internacionales,

A la Opinión Pública Nacional e Internacional,

Al Mundo entero,

Hermanos y Hermanas:

Este 9 de octubre de 2017 se cumplen 82 años del nacimiento de Ana María Villarreal en Salta, provincia de Salta, en nuestra hermana Argentina, aquel año de 1935 nació quien en vida sería conocida por el apodo de Sayo, dados sus ojos achinados. Ella, fue una guerrillera que militó en el Partido Revolucionario de los Trabajadores e integró las filas del Ejército Revolucionario del Pueblo.

Sus padres fueron Eloísa Guillermina Cassasola y Edmundo Diego Villarreal, este último, restaurador de piezas artísticas. Cursó la escuela primaria pública e hizo el secundario en la escuela normal religiosa Santa Rosa de Viterbo en tanto al mismo tiempo estudiaba pintura y escultura en la Escuela de Bellas Artes Tomás Cabrera. Estudió danzas folklóricas junto con su hermana Cristina y cursó Artes Plásticas en la Universidad Nacional de Tucumán.

En 1959, conoció a Roberto Mario Santucho, con el que se casó al año siguiente, partiendo a comienzos de 1961 en un viaje por América Latina, con el objetivo de llegar a Cuba, previo paso por distintos países, incluido Estados Unidos.

Ya en Argentina nació la primera de las 3 hijas del matrimonio, dejó su cátedra de Pintura y pasó a militar activamente en el FRIP (Frente Revolucionario Indoamericano Popular), que impulsaba Francisco René Santucho.

Santucho fue detenido el 24 de noviembre de 1969 por una patrulla policial en una calle de San Miguel de Tucumán y alojado en la cárcel de Villa Quinteros, en la localidad de Monteros y posteriormente, para mayor seguridad, fue trasladado a la cárcel de Villa Urquiza. El 9 de julio de 1970 Santucho ingirió un medicamento que le provocó síntomas de enfermedad, por lo que fue trasladado al Hospital Padilla. Al día siguiente lo visitó Villarreal y le llevó una pistola oculta en un libro y Santucho se fugó arrojándose por una ventana.

Villarreal, Santucho y sus 3 hijas se instalaron a vivir en la ciudad de Córdoba, continuando con las acciones partidarias.

El 31 de agosto de 1971 Santucho, que había hecho un viaje a Cuba, fue detenido por la policía en Córdoba y trasladado a la Cárcel de Villa Devoto, en Buenos Aires. Santucho mantenía desde la prisión una copiosa correspondencia con Villarreal, que seguía en la clandestinidad la actividad partidaria.

El 2 de febrero de 1972 Villarreal fue detenida en un ómnibus que se dirigía a Salta. Fue alojada en la cárcel de Villa Devoto en Buenos Aires y luego en la prisión que funcionaba en el buque Granaderos. El 8 de julio fue condenada a tres años de prisión y al día siguiente fue traslada al penal de Rawson, donde se reencontró con su esposo y pudo recibir la visita de sus hijas.

El 15 de agosto de 1972 Villarreal se fugó del penal junto a otros integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, ERP y Montoneros, en un resonante operativo, el cual presentó algunas fallas y sólo un puñado de dirigentes guerrilleros llegó a tiempo al aeropuerto. Villarreal, que integraba un segundo grupo de 19 evadidos logró arribar por sus propios medios en tres taxis al aeropuerto, pero llegaron tarde, justo en el momento en que la aeronave despegaba rumbo al vecino país de Chile, gobernado entonces por el socialista Salvador Allende.

Al ver frustradas sus posibilidades, luego de ofrecer una conferencia de prensa este contingente depuso sus armas sin oponer resistencia ante los efectivos militares de la Armada que mantenían rodeada la zona, solicitando y recibiendo públicas garantías para sus vidas en presencia de periodistas y autoridades judiciales.

Una patrulla militar condujo a los prisioneros recapturados dentro de una unidad de transporte colectivo hacia dicha dependencia militar. Ante la deposición de estos y el pedido de ser trasladados de regreso nuevamente a la cárcel de Rawson, el capitán que comandaba la operación alegó que debían ser llevados a un nuevo sitio de reclusión el cual sería transitorio, pues dentro del penal Rawson continuaba el motín y no estaban dadas las condiciones de seguridad.

Al arribar el contingente al nuevo destino de detención, quienes acompañaban como garantes a los detenidos, no pudieron ingresar con ellos y fueron obligados a retirarse.

A las 03:30 horas del 22 de agosto, en la Base Naval Almirante Zar, los 19 detenidos fueron despertados y sacados de sus celdas. Según testimonios de los tres únicos reclusos sobrevivientes, mientras estaban formados y obligados a mirar hacia el piso fueron ametrallados por una patrulla a cargo del capitán de corbeta Luis Emilio Sosa y del teniente Roberto Guillermo Bravo, falleciendo en el acto o rematados después con armas cortas la mayoría de ellos, incluida Ana María Villarreal.

Rescatando la Memoria Histórica Revolucionaria.

Desde la Coordinadora Simón Bolívar manifestamos en carta abierta que "La solidaridad es la ternura de los pueblos".

Con Bolívar y Chávez, decimos ¡a la carga!

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