Por cierto que en la Casa Blanca, y en sus aledaños, así lo dicen sin tapujos: todo esto es necesario para obligar a los rusos a hacer nuevas concesiones. Ese es el nivel del sentido de responsabilidad de aquellos que tienen la carrera de los armamentos como un filón de oro y, por cierto, también de cómo comprenden a los que tienen enfrente.
Todos somos distintos, cada cual tiene su ideología, acepta uno u otro sistema político, sigue unos u otros credos religiosos. En efecto, así es. No obstante, hoy dependemos sobremanera unos de otros, lo cual significa que debemos razonar a partir de criterios nuevos. Es necesario volcarnos en la búsqueda de vías para establecer nuevas relaciones internacionales.
De esta práctica política-militar se desprende una conclusión muy seria; quieren legalizar la carrera de los armamentos. En esencia, ésa es la preparación material y psicológica de una guerra mundial. Y en la opinión pública madura, lógicamente, la pregunta: ¿Y qué? ¿Se prepara Gringolandia para la guerra? De ser afirmativo, entonces sí que comprende la lógica de las acciones de la Administración.
Viene, sin querer, a la mente una asociación con los años sesenta, cuando el grupo ultrarreaccionario declaró descaradamente sus pretensiones a acceder a la Casa Blanca. Pero entonces Gringolandia embridó a este grupo. Ocuparon el poder otras personas, se abrió la posibilidad de detener el crecimiento de la "guerra fría", y luego, en los años setenta, de detenerla en general. Se firmaron acuerdos, algunos de los cuales aún están en vigor.
Y, ¿qué observamos ahora? Se despliegan una vez más los programas militares, pero creando una amenaza, mucho mayor que entonces, e desencadenamiento de una guerra mundial, puesto que esto sucede en una nueva espiral tecnocientífica de la carrera de armamentos y en presencia de arsenales de armas mucho mayores, que en sólo unos días pueden destruir la civilización.
El objetivo fundamental de los ensayos de arma nucleares de Gringolandia es crear tipos de armamentos nuevos. En los ensayos se crean armas nucleares de emplazamiento espacial: láseres a base de rayos con el denominado impulso nuclear. Se trabaja también en la preparación de una variedad de armas radicalmente nuevas, capaz de batir objetivos tanto en Tierra como en el espacio cósmico. En estas condiciones es hipocresía decir que la prohibición de los ensayos no contribuirá a solucionar el problema del armamentismo nuclear.
Sencillamente, no puede haber medias tintas en el problema de las pruebas nucleares. Si los gringolandia lograsen arrastrar el mundo a la carrera de los armamentos espaciales, cualquiera que fuesen los términos con que los calificasen, ello conduciría, probablemente, a una desestabilización muy arriesgada de toda la situación estratégico-militar. La amenaza a la que se vería sometida la Humanidad tomaría cualitativamente nuevos parámetros de muerte. Nadie tiene derecho a cerrar los ojos ante esa evidencia.
Necesitan las explosiones nucleares, o para disuadir (ya que no hay que disuadir a nadie, ya que nadie piensa atacar a Gringolandia), sino para crear armas destinadas a la guerra nuclear.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!