Inglaterra nació el Caos: De Juan sin Tierra a nuestros días

Por diversas vías y conductos la huella genética de Alfonso el de las Navas y de su melancólica mujer Leonor de Inglaterra, penetra en la genealogía inglesa, ya recargada de por sí. Juan Sin Tierra, hermano de Doña Leonor es un monstruo depravado como veremos. Su hijo Enrique III, casará con Leonor de Provenza, hermana de la mujer de San Luis; el hijo de éste Eduardo I casa con una hija de San Fernando y Eduardo II su hijo y sucesor con una Hija de Felipe IV el Hermoso. La sangre inglesa a su vez rebrotará repetidas veces sobre las dinastías castellanas y francesas.

Eduardo I (1239-1307). Murió a avanzada edad, haciendo extraños juramentos "ante Dios y ante los cisnes". Casó con su prima Leonor de Castilla, hija de San Fernando. Subió al trono a los 32 años. Un señor feudal y por sus gustos un Plantagenet.

Eduardo II (Rey de 1307-1327). Jamás un hijo fue menos parecido a su padre como Eduardo II. Fue un connotado homosexual que sumergió al reino en la más repugnante impudicia. Se casó con Isabel de Francia (hija de Felipe IV, biznieta de San Luis) "pero en seguida abandonó a su mujer por su amigo Pedro. Conocía hasta tal punto su medrosa condición que hizo preguntar al Papa si sería pecado frotarse el cuerpo con aceite que proporcionara valor. Winston Churchill lo califica de inútil e indigno heredero. Llevó la amistad más allá de la dignidad y de la decencia.

Eduardo IV (1471-1482), era de una sensualidad desenfrenada, condición que sería heredada con creces por su nieto Enrique VIII. Shakespeare pone en boca de Ricardo III estas palabras que definen a Eduardo: "Insistid en su odiosa lujuria y en su bestial apetito que se extendía a sus criadas, hijas y mujeres; a todas cuantas en su mirada lasciva y en su corazón salvaje veía una fácil presa". Churchill y la mayor parte de los historiadores ingleses señalan la excepción lujuria de Eduardo IV.

Según Shakespeare, Ricardo III nació con dientes… "Por mi fe… dicen que mi tío creció tan aprisa que pudo morder a una corteza a las horas de haber nacido…" Según la Halls Chronicle, Ricardo era bajo de estatura, con los miembros deformes, la espalda gibosa, el hombro izquierdo mucho más alto que el derecho y la mirada dura. Según la misma fuente, Ricardo era perverso, colérico y envidioso. Oh sanguinario Ricardo… Miserable Inglaterra. Te auguro períodos de espanto como no los conociera las más desdichadas edades —clama Hastins camino del suplicio. Es mi hijo sí —dice la madre de Ricardo pero en mi pecho no amamantó esa perfidia. Los dos sobrios, menores de diez años, dejados a su cuidado por Eduardo IV, desaparecieron sin dejar rastros, lo que hizo suponer con mucha razón a todo el mundo que habían sido asesinados por su tío. No erró la conseja; cuando siglos más tarde se derrumbó una pared de La Torre de Londres, se encontraron los esqueletos de los niños con la misma edad de aquellos infelices.

Según Shakespeare, Ricardo III ejecutó con sus propias al rey Enrique IV y a su joven hijo el Príncipe de Gales; de la misma forma que impulsó a Enrique IV a hacer asesina al hermano de ambos: el Duque de Clerence. "El búho ululaba en tu na ciento como signo de desgracia" le hace decir Shakespeare a Enrique VI cuando recibe la postrera y fatal visita de Ricardo. "El mochuelo gemía prediciendo malos tiempos; los perros aullaban y una tempestad espantosa sacudía los árboles; el cuervo graznaba en la cima de la chimenea y las urracas alborotadoras cantaban en disonancias siniestras. Tu madre experimentó más sufrimiento que el de una madre y, sin embargo, parió menos que lo esperanza de una madre; es decir, una bola indigesta y deforme, diferente, diferente del fruto que podía esperar de un árbol tan hermoso. Tu boca tenía dientes cuando naciste, para significar que venías al mundo a morder…

Decía Sir Tomás Moro, en el reinado siguiente: "He oído un rumor digno de fé, de los que estaban en secreto con sus camareros, de que, después de cometido su abominable hecho, nunca tuvo paz en la mente, nunca se sintió seguro".

Murray Kendall nos dice que a comienzos de 1485, el año de su muerte," una oscura sombra pareció descender sobre el Rey". Por espacio de meses permanece inmóvil, emparedado en sum palacio… y replegado sobre sí mismo.

En marzo de ese mismo año, mientras acontecía un eclipse de sol, murió su esposa, Ana. Muchos dijeron que a manos de su marido.

El dolor, la amargura y el desequilibrio fueron en aumento, hasta que a fines de 1485, luchando contra Enrique Tudor, fue muero en la batalla de Botworth. Tenía treinta y dos años. Su cadáver fue escarnecido por la multitud. Con él terminaron los Plantagenet en Inglaterra y comenzaba a reinar una nueva dinastía, la de los Tudor. Con Ricardo pareció confirmarse aquella antigua regla:

"Distortum vultum sequitur distortio morum".

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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