Al momento de escribir estas líneas se estará llevando a cabo la elección presidencial de México para elegir el sucesor de Enrique Peña Nieto para los próximos seis años, y salvo ocurra algo de trascendencia histórica que altere significativamente la realidad política, todo indica que el candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador, será el próximo líder que dirija los destinos del país azteca hasta diciembre de 2024.
Son muchos los factores que han influido en el orden interno de México para que López Obrador se convierta en presidente. Uno de ellos, el dominio de las mafias del narcotráfico en una parte importante de ese país, así como la violencia y asesinatos sobre periodistas y políticos sin una respuesta efectiva del Estado, pero además la torpe relación diplomática que ha tenido el gobierno de Peña Nieto, en especial ante la amenaza de construcción de un nuevo muro que Trump ha proferido sobre el pueblo mexicano, sin que haya existido una respuesta coherente y de plena defensa sobre los intereses de soberanía y nacionalismo, (a pesar de haber sido elegida México junto con Estados Unidos y Canadá sede del Mundial de fútbol en 2026), son hechos de relevancia histórica y política que han movilizado a la población en favor del candidato de Morena.
Ante tan evidente posibilidad, durante esta campaña electoral mexicana ha surgido cualquier de acusaciones, muchas de ellas tratando de vincular a López Obrador con Nicolás Maduro, con la finalidad de engañar al electorado diciendo que México se convertiría en otra Venezuela, similar a la realidad de destrucción política, económica y social que confrontamos en nuestro territorio, cuando la gran verdad es que no sólo el propio candidato de Morena ha desmentido semejante aberración comparativa¹, sino que resulta obvio que si algún país resulta beneficiado de la quiebra en que el madurismo ha llevado a Petróleos de Venezuela (Pdvsa), es precisamente México, porque coloca a Petróleos Mexicanos (Pemex) como la empresa líder en procesamiento de crudo en América Latina, y además la convierte en la principal exportadora de ese recurso hacia Estados Unidos (aunque también ha disminuido su venta de ese producto en los últimos años a la nación norteamericana) en esta parte del continente, y tampoco podemos obviar que las raíces políticas del mencionado candidato vienen de su militancia en el Partido Revolucionario Institucional (PRI)².
Así tenemos, que por donde se vea, lo menos que le interesaría a un eventual gobierno de López Obrador es establecer algún tipo de alianza con Maduro, ni en el plano comercial, y menos en el ideológico, donde existen marcadas diferencias. López Obrador se ha formado en universidades mexicanas bajo esquemas de ideas y respeto por la institucionalidad democrática. Maduro además que ignora el significado y experiencia universitaria, sólo conoce los libros de formación del fascismo, nazismo, estalinismo y el más rancio comunismo cubano, o sea, todo lo que tenga que ver con regímenes sangrientos, totalitarios y violadores de derechos humanos.
Lo que si resulta evidente, es que el madurismo una vez que se conozcan los resultados oficiales de la elección presidencial mexicana, saldrá afanosamente a "reconocer" al presidente electo, con el discurso repetitivo de que "felicitan" al nuevo mandatario, y que desean mantener "relaciones de respeto", como sí tales condiciones fueran sólo de la boca para afuera, mientras un "canciller" arremete contra cualquier representación diplomática que no piense como ellos, pero además con el cuento de "no injerencia en asunto internos" se pueda hacer dentro de un territorio lo que le venga en gana a un gobierno contra la población opositora y disidente, así como destruir la constitucionalidad e institucionalidad de un país conforme sean sus intereses políticos.
El triunfo de López Obrador será otra derrota para el madurismo. México continuará en el llamado Grupo de Lima como parte de los países que buscan una salida democrática para Venezuela. Se equivoca Nicolás Maduro si piensa que podrá aprovecharse o cuando menos oxigenarse del triunfo de López Obrador. Es más, considero que peor resulta para Maduro tener en contra un gobierno de López Obrador que uno de Peña Nieto, porque lo único que dejará en evidencia es que su rechazo ha llegado incluso hasta cualquier gobierno que sea considerado de izquierda.
El triunfo de López Obrador será otra derrota para el madurismo, es decir, en nada cambiará la situación geopolítica en favor del neototalitario gobierno de Venezuela, el cual se sigue hundiendo cada vez más en su podredumbre política, y agravando la miseria y pobreza del pueblo de Bolívar. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
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¹ https://www.youtube.com/watch?v=5RRoXxPY_aI
² https://elpais.com/internacional/2017/11/07/mexico/1510095586_738424.html