Al Pueblo De Venezuela,
Al Gobierno Bolivariano de Venezuela,
A los Pueblos y Gobiernos del Mundo,
A los Medios de Comunicación Nacionales e Internacionales,
A la Opinión Pública Nacional e Internacional,
Al Mundo entero,
Hermanos y Hermanas:
A las dos de la tarde del jueves 8 de agosto de 1974, comenzaron a
formarse las columnas. Rápidamente, la calle 44, entre 9 y 10, se
cubrió con una impresionante cantidad de peronistas que querían dar el
último adiós a los activistas asesinados CHAVES HORACIO Y ROLANDO,
PIERINI Y MACOR.
Un inmenso cartel de MONTONEROS presidía la columna. Que lentamente se
fue desplazando por la calle 10, en dirección al cementerio.
El silencio sólo era alterado por algunos sollozos. No se escuchaba ni
un comentario. Ni una amenaza. Pero los rostros denotaban toda la
indignación que puede provocar el asesinato de cuatro compañeros.
Masacrados en apenas unas horas.
La policía, que un día antes había desplegado todos sus efectivos,
optó por retirarse. Durante el paso de los manifestantes peronistas,
no se vió ni un solo patrullero. Sólo la gente en la calle, que
observó con respeto el paso de la columna, integrada por varios miles
de hombres y mujeres. Que seguían avanzando con paso lento, en busca
del cementerio.
Había bronca en los rostros. Mucha bronca. Durante el velatorio en la
sede de ATULP, durante las largas horas junto a los cajones cerrados
(las balas asesinas habían destrozado los cuerpos de los compañeros),
se habló mucho de lo que estaba sucediendo en el país. Del avance del
imperialismo. De los rumores que circulan en La Plata, y que dicen que
hasta el 25 de agosto continuarían los atentados en cadena. Se habló
mucho. "Los del CNU trabajaron en combinación con la Federal y los
servicios de la Marina" dijo un delegado de la JUP. Pero sus palabras
eran las palabras de todos.
Fue una larga caminata. Más de una hora y media acompañando los restos
de los compañeros caídos. A las cinco y media de la tarde, la columna
penetró en el cementerio. Silenciosa, ordenada, levantando en alto el
inmenso cartel de MONTONEROS.
El martes 6 de agosto, a las dos y media de la mañana, Luis Norberto
Macor fue despertado por gritos y golpes. "¡Policía Federal!", escuchó
que decía una voz. Pero no tuvo tiempo ni siquiera para pensar lo qué
podría estar sucediendo. Cinco individuos jóvenes, que esgrimían armas
de grueso calibre, lo levantaron de la cama, lo golpearon, y
rápidamente lo llevaron hasta un coche Falcon. Hacía mucho frío esa
madrugada.
Cuando el auto dobló por la diagonal 74, en dirección a Punta Lara, no
se veía un alma en las calles. Un testigo (que por razones obvias no
reveló su nombre) dijo a estos enviados que alcanzó a ver a los
asesinos. "Eran tipos jóvenes, que parecían estar muy nerviosos. El
auto se alejó por la 74 a toda velocidad." Pocas horas más tarde, en
las cercanías del Arroyo del Gato, fue encontrado el cadáver de Macor.
Tenía 14 balazos, diez de ellos alojados en su cabeza.
El miércoles 7, a las once y media de la noche, varios individuos,
también jóvenes, irrumpieron en la casa de la familia Chaves, ubicada
en la calle 23. Horacio Chaves hacía apenas unos minutos que había
llegado. Sentado a la mesa, estaba terminando de comer su cotidiano
churrasco. Lo acompañaban su mujer, y tres de sus hijos.
—¿Dónde están las armas? —preguntaron los hombres, que se
identificaron como policías—. Si no las entregan, los vamos a reventar
a todos.
Mientras destrozaban los cables del teléfono y rompían mesas y sillas,
no dejaban de insultar a la familia Chaves. Encañonaron a Horacio, y
lo empujaron hacia la puerta. Lo mismo hicieron con su hijo Rolando.
"Los vamos a reventar", gritó uno que parecía ser el jefe.
Los asesinos utilizaron un Falcon celeste, según opinaron algunos testigos.
Pocas horas más tarde, fue hallado el cadáver de Horacio Chaves sobre
la vereda del local de la Juventud Peronista, en la calle 12 entre 45
y 46. Tenía la cara completamente destrozada por los balazos
recibidos. El charco de sangre era impresionante.
El cuerpo de Rolando, también acribillado a balazos, fue encontrado en
las calles 66 y 190, frente a la tranquera que da acceso a una quinta.
Algunos vecinos dijeron que escucharon gritos de auxilio, y enseguida
varias detonaciones. Después, el ruido de un auto alejándose a toda
velocidad.
—Pensar que habían venido por Gonzalo, que milita en la JTP. A Rolando
se lo llevaron por equivocación. Era un muchacho peronista, pero que
no tenía ninguna participación activa en la militancia política. Era
mecánico de heladeras. Trabajaba todo el tiempo —dijo un amigo de la
familia.
A las dos y media de la mañana del 7 de agosto, un grupo de hombres
jóvenes, que se presentaron como policías, golpeó la puerta de la casa
de un viejo militante peronista: Carlos Ennio Pieríni. Lo sacaron de
la cama, sin escuchar los ruegos de su mujer. Y también en un coche
Falcon desaparecieron inmediatamente. El cuerpo de Pierini fue
encontrado, desfigurado por los balazos, en la avenida 7 entre 647 y
648, en jurisdicción de la comisaría octava.
Rescatando la Memoria Histórica Revolucionaria.
Desde la Coordinadora Simón Bolívar manifestamos en carta abierta que
"La solidaridad es la ternura de los pueblos".
Con Bolívar y Chávez, decimos ¡a la carga!
Desde Venezuela, Tierra de Libertadores, a 525 años del inicio de la
Resistencia Antiimperialista en América, y a 207 años del inicio de
Nuestra Independencia,
Suscribe:
La Coordinadora Simón Bolívar, una Organización de Base,
Revolucionaria, Solidaria, Internacionalista, Indigenista, Popular y
Socialista.