Resulta paradójico que el jefe del imperio, el propio Mr. Donald Trump, el más enconado enemigo de la Revolución Bolivariana, haya sido capaz de lograr que su jauría de perros rabiosos anti socialistas, contra revolucionarios y radicalmente anti comunistas, perdieran los espacio que por décadas ocuparan en el parlamento Norte Americano y ahora queden como animas en el purgatorio, en la inmensidad infernal de sus odios hacia sus orígenes latino Americanos y con la derrota acuesta como le corresponde a los cipayos y traidores.
En ese sentido, Mr. Donald, no escatimo esfuerzos y con su discurso y praxis supremacista hizo posible que sus sirvientes de origen hispanos, perdieran la representación al parlamento que desde el Estado de Florida, los frustrados autoexiliados venezolanos, la gusanera cubana, los cobardes anti chavistas entre otros delincuentes ramplones y de cuello blanco, sostuvieran como representantes de sus más endemoniados deseos de exterminio contra Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Una breve mirada a los resultados de las reciente elecciones legislativas que en Estados Unidos se celebraron este 6 de noviembre, muestran el descontento que existe en la población norte Americana por las acciones emprendidas por el presidente Donald Trump.
Los resultados en Estados Unidos han sido claros; están diciendo que es un pueblo que está cansado de agresiones, cansado de ese lenguaje beligerante y de que sus hijos sean llevados por obligación a plantearse guerras extraterritoriales, cuando en el seno interno de la sociedad Norteamérica, se están sufriendo graves problemas sociales y económicos que se palpan y se sienten en la mayoría de los hogares.
No es mentira, y así se puede corroborar en los documentos oficiales, que el coloso del Norte, viven entre la miseria de hogares derruidos por bajos salarios y alta tasa de desempleo y la miseria que habita en las calles, los cuales en conjunto suman más de 40.000.000 de hombres y mujeres que sobreviven a las inclemencias del tiempo, el hambre y desatención de un sistema capitalista imperial que les desecha, por viejo, por negros, por indio, por latino, por enfermo, drogadictos y marginados, a todo aquel que no sirva a los intereses de las minorías favorecidas que cohabitan a imagen y semejanza de lo que se muestra en los grandes carteles publicitarios que promocionan el grandioso modo de vida Americano.
Tal vez por lo antes expuesto, los medios opositores apenas si reflejaron los resultados catastróficos que el supremacismo alcanzo en la justa electoral y tal vez, por la misma razón los anclas de los programas matutinos de Globovision, Televen y Venevisión, acusaron el trago amargo y casi que dicen que dicho evento fue producido y financiado por el chavismo que Maduro comanda.
Lo cierto es que si de algo estamos seguros las y los revolucionarios, es que visto el rotundo fracaso de nuestros enemigos en Miami, lo más seguro es que intensifiquen sus petitorios de invasión armada con balas y misiles humanitarios con el fin de acallar cualquier tentativa de los liderazgos emergentes por cambiar las injusta relaciones sociales de producción a las que son sometidos los pobladores del Imperio.
Por ellos nos han atacado y por ello nos seguirán atacando. ¿Imagínense por un instante si Cuba no tuviera bloqueo, Venezuela pudiera comprar y vender en el mundo con toda libertad y Nicaragua culminara el Canal Inter Oceánico, estabilizara su economía y lograra la paz social?
Seguramente aumentaría de la calificación de "amenaza inusual y extraordinaria" a la de "amenaza bélica real", pues seriamos un mal ejemplo para las masas sometidas por el imperio y hasta pudiéramos convertirnos en una alternativa para el logro de la mayor suma de felicidad para todos, cosa en la que tenemos empeñado todas nuestras fuerzas vitales y por la cual seguiremos luchando hasta lograrlo plenamente.
A diferencia del imperio y sus arrastrado, nosotros tenemos plena convicción de estar en el camino correcto, no somos un potencia bélica, ni queremos serla, somos respetuosos de la autodeterminación de los pueblo y creemos que un mundo sin hegemonía es posible. Que cada pueblo elija el modelo que quiere para sí, pero que ningún pueblo, nación, republica o reinado pretenda someter a otro por las razones que fueran.