¡Finalmente se acabó!

“Que el fraude electoral jamás se olvide”

Vicente Fox concluye el periodo para el que fue electo como presidente de la república, envuelto en el más oprobioso desprestigio que la historia de México haya conocido. Ni Santana ni Porfirio Díaz provocaron tal nivel de desprecio popular. Seis años –que parecieran cien- de desatinos, fracasos y ridículos marcaron el tránsito a la democracia, aún lejos de ser alcanzada. A diferencia de lo que hoy sucede, Fox obtuvo en las urnas el mandato popular, legal y legítimo; concentró un enorme capital político como el valiente que logró sacar al PRI del gobierno, con su oferta de cambio. Poco le duró el impulso, más tardó en acomodarse en Los Pinos que comenzar a tirar por la borda las expectativas generadas. Desde la conformación del gabinete –el “gabinetazo” le llamó- hasta la represión en Oaxaca, todo fue un continuo de errores y agravios a la sociedad. Hoy me di a la tarea de revisar la historia del sexenio a través de los artículos que escribí sobre el tema; comencé señalando los primeros errores, pero siempre deseando equivocarme en mis apreciaciones y concediendo el beneficio de la duda; continué con el comentario jocoso en relación a los ridículos consuetudinarios, haciéndome partícipe del deporte favorito de la época; arrepentido de la frivolidad que ello implicaba, retomé la crítica para, finalmente caer en la ironía. Sólo dos cosas le reconocí a Fox: el voto en la ONU contra la guerra en Irak (no sin apuntar que fue producto del patriotismo y la sagacidad de Aguilar Zínser) y su gran contribución involuntaria al despertar del pueblo; el fenómeno López Obrador y la Convención Nacional Democrática no serían tales, de no haber sido por la eficaz contribución de Fox y sus desatinos, el desafuero de AMLO como muestra. El México de la transición democrática se perdió en el camino para terminar en el más dramático incendio: tres años de gobierno dedicados a la sucesión presidencial dieron espacio para la comisión de un mayor número de errores y para terminar con la imposición fraudulenta de un sucesor que, para colmo de la estupidez, ni siquiera era su favorito.

El legado de Fox es el desbarajuste total. La punta del iceberg es el tema de la imposición de su sucesor que, a no quererlo, es la madre de todos los agravios o, mejor dicho, es su síntesis. En lo profundo está el hartazgo de la población respecto de un sistema político y económico que no sólo ha sido incapaz de generar bienestar, sino que ha producido miseria y frustración a grado insoportable. Los zafarranchos en la tribuna de la Cámara de Diputados, no son sino manifestaciones externas de cáncer profundo y muy ramificado; es el México Bárbaro despertado a base de golpes y cancelaciones; son los que miran en la TV la opulencia de los ricos y las mentiras de sus gerentes, cuando a ellos les falta lo más indispensable; son los deudos de quien murió por falta de asistencia médica; los hijos descarriados de quien tuvo que emigrar para ofrecerles algo para vivir; las viudas de los muertos en la frontera; los obreros en paro; los jóvenes sin espacio para estudiar; los campesinos desplazados; los profesionales desempleados; los pequeños empresarios quebrados; en fin, los muchos millones de mexicanos que no cupimos en foxilandia.

Son estos muchos mexicanos quienes dieron el voto mayoritario a Andrés Manuel y que hoy se resisten a la imposición. Son el equivalente a quienes el domingo pasado dieron el triunfo a Correa en Ecuador o que aseguran la reelección de Chávez en Venezuela; los que también reeligieron a Lula en Brasil, o los que apoyan a Evo Morales, Presidente de Bolivia. No son casualidades de la historia; son producto de una misma condición de explotación. El patrón es el mismo y está al norte. Fox no sólo no comprendió el movimiento latinoamericano, sino que pretendió hacer el juego de esquirol. El repudio que en la región merece su gestión sólo se compara con el que le otorgamos los mexicanos. En el bote de la basura quedaron años de respeto a México, entrañables cariños a su generosa hospitalidad para los hermanos perseguidos.

Para terminar, y en respuesta a quienes critican mi compromiso con López Obrador, aprovecho para insistir en que el Gobierno Legítimo necesita abrirse a la solidaridad latinoamericana y caribeña, que le ha sido entregada sin ser suficientemente correspondida. Durante la campaña atacaron al proyecto alternativo demonizando a Hugo Chávez y se triunfó, ya no hay motivo para no expresar la solidaridad del Gobierno Legítimo con quienes dan la pelea al sur del Suchiate.

Correo electrónico: gerdez999@yahoo.com.mx


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Gerardo Fernández Casanova


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