Los delincuentes del imperio gringo poseen una característica muy particular. Son corruptos, asesinos, criminales, los terroristas más grandes del mundo, pero no admiten bandoleros ni rastreros de otras partes del planeta; los utilizan sí, después, con el mayor desparpajo, los vierten al basurero de la politiquería mundial y los condenan al ostracismo. Como en realidad se debe tratar a los serviles que actualmente se les arrastran, sólo que ellos no tienen ninguna moral para hacerlo, siendo igual o peor que los demás hampones.
La historia está llena de pseudos políticos defenestrados por los gringos que así lo demuestran, tenemos en Paraguay, al general Alfredo Stroessner; en Bolivia, al general Hugo Bánzer; en Chile, al general Augusto Pinochet; en Argentina, al general Rafael Videla; en Panamá, a Manuel Antonio Noriega Moreno.
Y actualmente hay casos más recientes muy sonados de ex presidentes presos que no son militares; pero ladrones y serviles al psicópata asesino Donald Trump a más no poder y, como tal, cayeron en desgracia. Se trata de Michael Temer, Pedro Pablo Kuczynski, y falta meter entre rejas a ese gran reptil altamente conocido por sus matanzas y sus crímenes, el narcoparaco, Alvaro Uribe Vélez, el experto de la motosierra, herramienta que este asesino hizo famosa usándola para desmembrar y descuartizar personas vivas.
Al delincuente Michael Temer, lo utilizaron hasta la saciedad. Los gringos sabían que era un corrupto, un ser capaz de vender hasta la madre por dinero y poder, un ser despreciable, pero lo requerían con el fin de deponer a la expresidenta Dilma Rousseff, y que a la vez les sirviera de trampolín para llevar a un lacayo que, mediante elecciones amañadas, les pusiera mansito Brasil completamente en las manos, como ocurrió con "El Pichón de Trump" Jair Bolsonaro.
Los gringos sabían que Temer se encontraba implicado en blanqueo de capitales, en casos de corrupción vinculados con Petrobras, Obedrecht, con JBS SA, el mayor productor de carne del mundo, y una central nuclear llamada Angra 3 en el estado de Río de Janeiro, en fin, los fiscales aseguraron que dirigió una organización criminal durante 40 años y que podría haber cobrado sobornos por unos 462 millones de dólares durante todo ese tiempo.
Pero lo necesitaban, querían salir de Dilma, como siempre han querido salir de todos los presidentes progresistas del continente, y, en medio de toda esa trama mafiosa que acostumbra el imperialismo, encarcelaron al favorito de las encuestas a la presidencia del Brasil, Lula Da Silva, y llevaron al poder a Bolsonaro, ese otro hampón que en su momento también tendrá su cuarto de hora. De eso, no les quepa la menor duda.
Pedro Pablo Kuczynsky, expresidente de Perú. Este lamebotas tenía como agenda prioritaria en su gobierno, hacer de perrito faldero, bajarse los pantalones y moverle la colita a Donald Trump, sino, ese día no despachaba. Pero se fue a pique por ladrón, vinculado a irregularidades también con la empresa Odebrecht en la construcción de una carretera y una obra de riesgo. Se le arrastró los gringos de una manera como solo sabe hacer el narcoparaco presidente de Colombia, Iván Duque, ese mismo que siente maripositas en el estómago cuando ve a su amo del norte.
Los gringos usaron a Kuczynski como quisieron, como siempre lo hacen con esas miserias de "hombres". Fue preso y ni siquiera mueven un dedo por él. No les interesa. Ya no les hace falta. Y este ladrón expresidente de Perú tuvo que meterse la colita entre las piernas. De nada le sirvió batirla tanto, para congraciarse con Trump.
Y está el otro de esta misma madriguera: Alvaro Uribe Vélez, pero anda libre, y está en libertad porque igual les conviene a los gringos. Este paramilitar y narcotraficante es más reptil que Temer y Kuczynski juntos y que toda esa miseria humana que ataca al conductor de victorias y presidente de Venezuela, Nicolás Maduro Moros; me refiero a los presidentes y representantes del Cartel de Lima, de la Unión Europea, de la OEA y algunos de la ONU.
Uribe Vélez tiene más de 186 procesos en su contra en la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes de Colombia. Hay casos específicos como ese, según la cual, una de sus fincas fue la supuesta base de operaciones de un grupo paramilitar en los años 90, dijo el centro de investigación independiente National Security Archive, con sede en Washington.
Un cable de 1993 describe una reunión de la embajada con Luis Guillermo Vélez Trujillo, quien entonces era senador del Partido Liberal. El político se quejó de que la familia Ochoa Vásquez, un importante clan colombiano vinculado con el Cartel de Medellín, había financiado las campañas políticas de Uribe.
Alejandro González, otro senador del partido de Uribe, les dijo a los diplomáticos que ese hampón temía por su vida, porque no pudo cumplirles a sus contactos del Cartel de Medellín la promesa de negociar un acuerdo con el gobierno, para lograr la rendición de Pablo Escobar. Y casos como estos hay decenas, que no dejan duda de la dimensión criminal de ese paramilitar y narcotraficante.
Pero el más grave es la matanza de campesinos que este mafioso ha protagonizado en Colombia. Casi cinco centenares de líderes sociales han sido asesinados en los últimos tres años. Y no hay actores intelectuales presos. Lo peor es que aun cuando ya no es presidente, sigue el peligro para los campesinos, porque gobierna a través de su cachorrito Iván Duque.
Y a pesar de todas esas atrocidades continúa en libertad, básicamente porque, como acabo de expresar, maneja a su antojo a Iván Duque y, en consecuencia, hace lo que Trump quiere, y porque garantiza la producción de droga que la oligarquía colombiana requiere para sus oscuros negocios en el Palacio de Nariño.
Por eso, ni a los colombianos les conviene dejar de producir tanta droga ni a los gringos les interesa controlar tanto consumo en la población. Esa es la verdad. Lo demás es puro discurso barato, debates amañados, mentiras, manipulaciones mediáticas. La gigantesca montaña de dólares que deja el negocio del narcotráfico, está por encima de la vida y el bienestar de los seres humanos en la cabeza de esas mentes del crimen y la perversión.
El combate al tráfico de droga por parte de EEUU es una falacia ¿cuántas veces han escuchado ustedes, camarada lector, camarada lectora, que la mayor potencia militar del mundo, con los equipos científicos más modernos de investigación y espionaje, captura un cuantioso cargamento de cocaína proveniente de Colombia rumbo al norte por mar o tierra? No recuerdo, en todo caso, seguro estoy que muy pocas veces. Y los que apresan, sin duda, los detienen porque no se transaron con la DEA, el mayor cartel de drogas del mundo.