Planes frustrados

Debido a que puedes empezar de nuevo, puedes hacerlo, fundamentalmente, por algo más avanzado, algo que es positivo. Es un privilegio para ti tener esta oportunidad porque existen otros lugares que no han tenido tales sistemas o soportan sistemas que tienen cien o doscientos años de antigüedad. En cierto modo, es una ventaja para Afganistán empezar de nuevo con nuevas ideas y mejores conocimientos técnicos.

Paul O’Neill.

Durante décadas, el saber convencional decía que el caos era el sumidero de la economía global. Las crisis podían aprovecharse como efecto palanca para forzar a abrir nuevos mercados, por supuesto, pero después de que el shock inicial había hecho su trabajo, la estabilidad y la paz relativas eran necesarias para sostener el crecimiento económico. Esta era la explicación que se había aceptado del por qué los noventa habían sido años tan provechosos: con la Guerra Fría concluida, las economías fueron liberadas para concentrarse en el comercio y en la inversión, y como países que iban a estar más interconectados e interdependientes, iban a ser probablemente mucho menos una bomba los unos para los otros.

La reciente racha de desastres se han traducido en beneficios tan espectaculares que muchos pueblos en todo el mundo ha llegado a la misma conclusión: los ricos y los poderosos causan deliberadamente las catástrofes con el fin de explotarlas. En julio de 2006, en una encuesta nacional a residentes en Estados Unidos se observó que más de un tercio de los encuestados creía que el gobierno estaba metido en los ataques del 11 de septiembre o que no intervino par a pararlos "porque quería que Estados Unidos entrase en guerra en Oriente Medio". Similares sospechas acarician la mayoría de las catástrofes de años recientes. El Luisiana, entre las consecuencias del Katrina, los refugios estaban llenos por los rumores de que los diques se habían roto y se creía que habían sido secretamente reventados con el fin de "destruir la parte negra de la ciudad y mantener seca la blanca", tal como sugirió Louis Farrakhan, líder de Nation of Islam. En Sri Lanka a menudo he oído que el tsunami había sido causado por explosiones submarinas detonadas por Estados Unidos, y para así poder enviar tropas al Sureste asiático y hacerse con el control de las economías de la región.

Dadas las altísimas temperaturas, climáticas y políticas, los desastres del futuro no necesitan de oscuros complots para tramarse. Las indicaciones dicen que simplemente siguiendo el curso actual de los acontecimientos, continuaran llegando con una intensidad incluso más feroz. La generación del desastre poder por tanto ser abandonada a la mano invisible del libre mercado. Un área, ésta, en la que realmente se lanza.

Aunque el complejo del capitalismo del desastre no conspire deliberamente para crear cataclismos de los cuales luego se alimenta (si bien Irak puede ser una notable excepción). Hay muchas pruebas de que sus industrias trabajan muy duro de hecho para asegurarse de que las actuales tendencias desastrosas no van a cambiar. Grandes compañías petroleras han financiado durante años el movimiento que niega el cambio climático; ExxonMobil ha gastado aproximadamente 16 millones de dólares en la cruzada durante la década pasada. Mientras este fenómeno es bien conocido, la interacción entre los contratistas del desastre y la élite de los creadores de opinión es mucho menos comprensible. Varios influyentes think tanks de Washington —incluidos el Instituto Nacional para las Políticas Públicas y el Centro para la Política de Seguridad— son fuertemente financiados por contratistas del ámbito de la seguridad nacional y del negocio armamentístico, cuyos beneficios provienen directamente de esos institutos, que tienen un retrato interminable del mundo como un lugar oscuro y agresivo, cuyos problemas sólo pueden resolverse por la fuerza. El sector de la seguridad interna está siendo cada vez más integrado a las corporaciones de los medios de comunicación, un desarrollo con implicaciones Orwellianas.

El sucio secreto de la era neoliberal es que estas ideas jamás fueron derrotadas en el campo de batalla de las ideas ni tampoco fueron abandonadas por los pueblos en las elecciones. Fueron expulsadas a base de shocks aplicados en momentos políticos clave. Cuando la resistencia fue numantina, fueron derrotadas mediante el uso de la violencia: aplastadas por los tanques de Pinochet, Yeltsin y Deng Xiaoping. En otras ocasiones simplemente fueron traicionadas a través de lo que John Williamson denominó la "política vudú"; como hizo el presidente boliviano Víctor Paz Estenssoro con el equipo secreto de economistas al que recurrió después de las elecciones (y el secuestro generalizado de líderes sindicalistas); el abandono en reuniones a puerta cerrada del Freedom Charter a favor del plan económico secreto de Thabo Mbeki; o los exhaustos afiliados de Solidaridad rindiéndose ante la terapia de shocks económicos después de las elecciones a cambio de una vía de salida. Precisamente porque el sueño de igualdad económica es muy popular y, por tanto, muy difícil de derrotar en una lucha justa, es por lo que se adoptó en un principio la doctrina del shock.

Un ejemplo diáfano de esta estrategia se encuentra en los primeros días de la cruzada de Chicago, enterrado en la información desclasificada sobre Chile. A pesar de la campaña de propaganda financiada por la CIA para pintar a Allende como un dictador al estilo soviético, lo que de verdad preocupaba a Washington sobre la victoria de Allende en las elecciones lo expuso Henry Kissinger en un memorando a Nixon: "El ejemplo de un gobierno marxista democráticamente elegido y que consigue éxitos en Chile en toda certeza tendrá un gran impacto —servirá de precedente— sobre otras partes del mundo, ‘especialmente en Venezuela’; la expansión por imitación de fenómenos similares por todo el mundo afectará significativamente al equilibrio mundial y a nuestra propia posición en él". En otras palabras, había que eliminar a Allende antes de que se propagara su tercera vía democrática.

—El sueño que él representaba nunca fue derrotado. Fue, como dijo Walsh, temporalmente silenciado, obligado a esconderse bajo tierra por miedo.

Naomi Klein.

¡La Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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