El perdón para un tirano que asesinó a un Pueblo en sus legítimas ansias de liberación, no es posible en Política, como tal vez sería comprensible dentro de los ritos y las creencias de algunas religiones que todavía sobreviven al descubrimiento del genoma humano.
Frente a los crímenes de Augusto Pinochet no habría justificación, más allá de la opinión del fascismo de la oligarquía chilena que lo considera como el salvador de Chile, al impedir que la nación cayera, según ellos, en la pesadilla del Comunismo. Recordemos que para realizar esa tarea de “salvación” este criminal avieso y ladino, traicionó primero y luego asesino al Gran Salvador Allende. Ese Crimen, que después sería camuflajeado como suicidio, es el crimen de más importancia de toda la Historia chilena, y es por supuesto uno de los primeros crímenes de un matarife que se acostumbró a un hundir hasta las heces el puñal de la traición en el corazón del Pueblo austral.
La muerte del sátrapa, no debería ser motivo de celebración, al menos así pensamos nosotros; por que la muerte es la muerte, y ella siempre merece un respeto. La muerte no tiene la culpa de ninguno de sus muertos, por más ruin, traidor y vomitable que haya sido este muerto deleznable que ahora ha sido cubierto por el manto de la parca eterna.
Cualquier celebración de una muerte, así esa muerte sea la del execrable general Augusto Pinochet, es un asunto delicado que podría comprometer la dignidad de los celebrantes. Lo que se impone aquí es la reflexión y el desprecio en torno a un ser abominable que nunca aprendió a actuar como hombre, su comportamiento habitual era el de una bestia sedienta de sangre.
La postura contraria de declarar duelo en todo el territorio chileno por la muerte de Pinochet, no solamente es desafortunada, sino que representa una traición a la dignidad del Pueblo chileno. Ojalá y el gobierno ultra guabinoso de la señora Bachellet no vaya caer en un desatino como el de apoyar o auspiciar cualquier maniobra luctuosa en honor del otrora temible asesino de Chile.
Estamos siguiendo por la Televisión Chilena las incidencias en torno a la muerte de Pinochet. Y ya hemos presenciado con mucha pena, como el pensamiento militar chileno, es un pensamiento fascista, que hasta después de muerto el tirano militar que bombardeo el palacio de la Moneda para liquidar el mejor gobierno que haya tenido Chile en toda su historia, le guarda fidelidad incondicional a su satrapía y a su bajeza. Los militares chilenos no representan al Pueblo chileno, sólo son incondicionales a Pinochet, y a la Oligarquía que este defendió.
En este momento especial para la Historia de América Latina. El comportamiento de los militares chilenos rindiéndole honores a un traidor y asesino del Pueblo austral, nos llama poderosamente la atención, sobre el pensamiento militar de los ejércitos nacionales en esta parte de nuestro continente. Solamente dos Ejércitos podrían resistir cualquier análisis de apego nacionalista en esta parte del mundo: el ejército de Cuba y el ejército de Venezuela.
Vimos como los militares chilenos izaban la bandera nacional y la arriaban a media hasta en señal de duelo militar por la muerte del dictadorzuelo que hasta el último momento estuvo ensorbecido en la sangre de sus crímenes, y en su odio visceral a los explotados de Chile, a los pobres Chile, tanto los odió y los despreció que decía sentir orgullo por haber acabado con la esperanza comunista, que ya había abrazado la mayoría de los chilenos.
Hemos oído al diputado Iván Moreira llamando a Pinochet, el libertador del Chile moderno.
¿De qué carrizo libro Pinochet a los pobres de Chile? Según la pastosa verborrea de Pinochet, él libró a Chile de la amenaza marxista. En realidad él no gobernó para el Pueblo sino para la mafia oligárquica que desde hace mucho se adueñó de las riquezas de Chile. Y es verdad que salvó a esa oligarquía de la justicia socialista, pero también es verdad que les robó a los chilenos su esperanza de libertad y de justicia. ¿Cómo es que este zoquete de Moreira dice lo que dice y puede seguir siendo diputado en Chile? Y la tapa, este Faccho pide honores de Estado para los funerales de su adorado general.
Los sabihondos analistas de CNN comienzan a ensalivar los cables noticiosos para tratar de venderle al Mundo las Bondades de un Asesino que no tendrá nunca el perdón de la dignidad chilena, no tendrá el perdón de la Historia, no tendrá el perdón de la Política.
La casa Blanca ha dicho que están con las víctimas de la dictadura, y con sus familias. Vaya hipocresía, es el colmo del caradurismo. Los documentos desclasificados de la CIA revelaron al mundo la participación directa de Nixón y Kissenger en el derrocamiento de Salvador Allende. Esos mismos documentos han dicho que ellos fueron los principales aliados de la dictadura pinochetista.
Este caradurismo de la llamada Casa Blanca, que siempre ha estado sucia de crímenes y saqueos a los Pueblos del Mundo, no nombrando a Pinochet en la hora de su muerte, nos indica su desparpajo de siempre, pero nos muestra el estado de confianza que le producen los militares de Chile, y el gobierno de Chile.
En el ejército de la nación austral bien pudiera haber dos o tres mil crisálidas del extinto general Pinochet. Y esta no es una afirmación nuestra, es una afirmación de la conducta de los militares ante la muerte de su adorado mentor.