¿Democracia o impunidad perfecta en Chile?

La muerte del bagre asqueroso de Pinochet, ensopado en la mierda y en la sangre de su bajeza solemne, ha desnudado una realidad espeluznante en Chile: la ultra derecha chilena gobierna a sus anchas un País que terminaron cogiéndose para ellos, los empresarios, los oligarcas, con sus mandaderos, los politicastros de oficio que tienen muchos postgrados en venderse y seguir los dictámenes de la CIA; en aquella suerte de gobierno continuado del Imperio norteamericano que fue súbitamente interrumpido por el triunfo de Salvador Allende; el único presidente que desde todo el siglo pasado tenía un programa científico para lograr la felicidad de todos los chilenos.

El cuento podrido de que Pinochet salvó a Chile de lo que los voceros imperiales llaman “la pesadilla marxista del comunismo”, es un cuentecito extremadamente vulgar, trillado, y raya bolas. La verdad real es que el traidor y criminal de Pinochet sí es un salvador, el perfecto salvador de la manida cogollocracia chilena incondicional a sus intereses y a las supremas apetencias del Imperio.

La Política chilena es un supremo acto de taumaturgia: allí hablan de Democracia, y no puede haber Democracia, donde la Educación, la salud, la seguridad alimentaria, el amor, los sueños, están privatizados. Nos han vendido está ficción como la octava maravilla de los milagros económicos. El éxito de la economía chilena no es más que una ficción mierdosa que sólo es real en el éxito de los negocios de la clase dominante, agente directa del Imperio norteamericano.

La casta “política” que surgió como alternativa después de la supuesta caída de la dictadura pinochetista, es una de las farsas más vomitables de este continente. Esa caterva de vende patrias, algunos de ellos se definen como socialistas entre los que se cuenta la Bachellet, sólo ha funcionado como la descarada alcahueta del gobierno imperial continuado en Chile a través del control férreo de la oligarquía que dirigía la dictadura pinochetista.

Esa es la razón por la cual la fétida justicia chilena, dio más vueltas que una gallina clueca para juzgar a Pinochet. Esa obscenidad de la justicia chilena, no es más que el brazo entogado del Imperio norteamericano a través del continuado gobierno de la ultraderecha. Este es el motivo por el cual, espero con desparpajo la muerte del esperpento para cerrar su caso. Pinochet fue un despreciable bicho al servicio de una hegemonía que se ha cernido desde más de un siglo sobre la gran mayoría de los chilenos. Esa hegemonía sigue mandando omnímoda en la vida de la clase obrera chilena. Es la hegemonía imperial que también es dueña de la marioneta de la Bachellet.

La muerte de Pinochet ha destapado la pudrición en Chile. La tensión suscitada en torno a los honores que se le deberían tributar al bagre cipayo, puso en una situación muy incomoda al gobierno marketing de la señora Bachellet, que tardó un Potosí para decidir sobre aquella lavativa. Finalmente los militares actuando como si fueran un supra poder por encima del Estado dictaminaron el tipo de honor que le rendirían a su comandante eterno. La Bachellet, su gobierno incondicional a los negocios del Imperio, terminó ajustándose a la solución que le ofreció la propia oficialidad militar, venida de esa misma casta oligárquica. Para colmo de las evidencias en el protocolo de los honores participa el nieto del mismísimo Pinochet, un cadete totalmente loco, en la locura de la tiranía aplicada a los Pueblos explotados por el capitalismo, en la cual su abuelito fue muy ducho.

Todos estos detalles revelan que en Chile no hay ninguna democracia, ni siquiera hay un gobierno nacional, no hay más que una parodia bufa, que hasta ahora le ha vendido al mundo, los éxitos de los negocios neoliberales del Imperio en tierra chilena. Esta situación tan cara a los intereses de la mafia que gobierna al Imperio Yankee, coloca a la cacareada gobernalidad chilena, en la más grosera de las Impunidades para cualquier acción que conduzca a la conservación de ese Poder esclavizador del Pueblo Austral.



Si no fuésemos capaces de construir un mundo mejor, entonces nuestra vida sería suceptible de ser revisada por aquellos que estan trabajando en ese noble propósito.

tutas13@yahoo.com



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Eduardo Mármol


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