El caso de Argentina nunca visto en Nuestra América. Tras el desmoronamiento del gobierno de Macri, los argentinos eligieron a Alberto Fernández como nuevo presidente. Pero todo estaba preparado para que el nuevo presidente sufriera un estallido de grandes proporciones: el de llamada bomba de la deuda. Como parte de lo que el gobierno saliente había denominado una “transición digna” a la democracia. El Fondo Monetario Internacional (FMI) insistió en que el nuevo gobierno accediese a hacerse cargo de la deuda amasada por el gobierno (mafioso) de Macri.
En el momento mismo de la transición al gobierno elegido, se argumentó convincentemente —tanto desde el punto de vista moral como legal— que aquella deuda eran “mafiosas”, ya que el pueblo argentino, no tenían por qué estar obligados a pagar las facturas que habían dejado sus opresores. La doctrina de la deuda “mafiosa” parecía tener especial fuerza en el caso de Argentina, ya que gran parte de los créditos contraídos por ese gobierno de Macri en el extranjero han ido a parar directamente a sus familiares y la burguesía, habían servido para financiar la campaña electoral presidenciales. Buena parte de lo que no se gastó en la campaña desapareció sin más. En los “mafiosos de Macri” imperaba la cultura de la corrupción. La deuda “mafiosa” restante había sido gastada, sobre todo, en el pago de los intereses y en turbias operaciones de reflote de algunas empresas privadas.
Los partidarios del impago de esas deudas “mafiosas” ilegítimamente acumuladas sostenían que los prestadores sabían —o deberían haber sabido— que el dinero se estaba gastando en y corrupción. La transcripción demuestra que el gobierno de Estados Unidos aprobó préstamos destinados al gobierno de Macri aun a sabiendas de que estaban siendo utilizados en plena campaña de terror. Pues bien, era el pago de esas mismas deudas “mafiosas” el que Washington requería con tanta insistencia al nuevo gobierno de Alberto Fernández.
Por sí solas, las deudas ya habrían supuesto un enorme peso para el nuevo gobierno de Argentina, pero la carga se iba a hacer aún mucho más onerosa. Los economistas emplearon ese término para describir el impacto de la decisión tomada por la presidenta del (FMI) de incrementar sustancialmente los tipos de interés, donde llegaron a alcanzar una cota máxima del 21%. Pero donde más se dejaron sentir las penosas consecuencias del aumento de los tipos implicaba una subida del importe de los intereses de la deuda externa y, a menudo, la única forma de hacer frente a la mayor cuantía de los pagos era contratando nuevos préstamos. Así nació la espiral de la deuda “mafiosa”. En Argentina, la enorme deuda traspasada por el gobierno del mafioso Macri creció con rapidez, y la misma situación se reprodujo en países pobres de todo el mundo.
Fue en ese punto donde la teoría de la crisis del FMI empezó a reforzarse a sí misma. Cuanto más seguía sus recetas la economía global (tipos de interés flotantes, precios desregulados y economía orientada a la exportación), más proclive a las crisis se volvía el sistema, lo que provocaba cada vez más debacles como las que propician las circunstancias en las que, según el propio FMI, más dispuestos están el gobierno de Macri a seguir al pie de la letra sus radicales consejos.
Cuando el dinero puede viajar de un lado a otro del planeta a gran velocidad y sin límite de cantidad, y cuando los especuladores pueden apostar por el precio de cualquier cosa, desde cacao hasta divisas, el resultado es una ingente volatilidad. Y como las políticas favorecedoras del libre comercio incitan a los países pobres a seguir dependiendo de la exportación de recursos y materias primas, como el café, el cobree, el petróleo o el trigo, estas naciones son especialmente susceptibles de quedar atrapadas en un círculo vicioso de crisis continuas. Un descenso repentino del precio del petróleo hace que economías enteras sufran una depresión que se ve luego agravada por los comerciantes de divisas que, a las vista del empeoramiento de la situación financiera de un país, reaccionan apostando contra su moneda, lo que hace que se desplome su valor. Si añadimos la subida de los tipos de interés y la consiguiente escalada inmediata de las deudas nacionales, nos hallamos ante un escenario de caos económico potencial.
¡La Lucha sigue!
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