El pasado 22 de agosto, el director del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, David Beasley, declaró a la agencia TASS rusa que según todos los datos que dispone esta organización, incluido el pronóstico del propio PMA, se prevé que para fines de este año habrá un incremento del 80 % (a nivel mundial) en el número de personas que padecen "inseguridad alimentaria": de 140 millones antes de la pandemia a 270 millones. En América latina el número de personas que padecen hambre aumentará en un 269%. En el este y centro de Asia, "se espera un crecimiento" del hambre del 135% y en Sudáfrica del 90%. Esto, dijo el funcionario, "apunta a una hambruna de proporciones bíblicas".
Acotó: "El hambre en el mundo ya está por las nubes…Si no actuamos de inmediato, muchos morirán, los niños sufrirán las consecuencias de la desnutrición durante muchos años y el mundo entero retrocederá...Esta crisis, sin precedentes requiere una cantidad increíble de dinero: el PMA necesita 4.900 millones de dólares durante los próximos seis meses para continuar su labor humanitaria en 83 países…El PMA es la única esperanza de supervivencia de estos países"
Con relación a estas aseveraciones y a otras que usted puede leer aquí, hago las siguientes precisiones:
UNO: El actual Director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de la (PMA-ONU), David Beasley, es judío sionista nacido en Carolina del Sur-Estados Unidos. Fue demócrata primero y como tal miembro de la Cámara de Representantes desde 1979 hasta 1995. Se cambió al partido republicano para hacerse gobernador de su Estado entre 1995-99. Ha integrado la "misión de paz" de la ONU en Kosovo (Kosovo-Force) azuzando las matanzas y persecuciones entre serbios y albaneses y asegurando la fragmentación de la ex–república de Yugoeslavia como parte del plan de los Estados Unidos para su hegemonía sobre los Balkanes. También ha integrado "misiones de paz" en Sudán Túnez y Yemen. Países desmembrados por la agresión USA-OTAN desde 1990 hasta la actualidad y donde actualmente impera el caos y la violencia entre bandas paramilitares; la corrupción generalizada en sus gobiernos e instituciones; el tráfico de drogas; el lavado de dinero; la prostitución y trata de niños; el crimen y la violencia institucionalizada; la informalidad, la desocupación y el hambre.
DOS: El eufemismo "inseguridad alimentaria" oculta la realidad de extinción que implica toda hambruna. La ONU y sus programas han creado un neolenguaje para ocultar su complicidad con la muerte por hambre. Igual han hecho con el sexo que ha pasado a identificarse como "género"; la homosexualidad como "Queer"; el bioterrorismo como "pandemia", entre otros.
TRES: Producir hambrunas de "proporciones bíblicas" es lo que siempre ha hecho la ONU instrumentalizando guerras, genocidios, etnocidios, magnicidios, bio-terrorismo, usurpación de territorios, invasiones, masacres con sus instituciones financieras, sus organismos de asistencia técnica, sus programas, sus agencias, sus "cascos" azules y blancos, sus cruz y media luna rojas, sus médicos sin fronteras, su ACNUR. La "Carta" que guía su derrotero es la Biblia. Guterres, como todos sus anteriores secretarios generales, son judeocristianos (católicos o protestantes, igualito es). Lo son igualmente quienes dirigen sus "aparatos" encargados de escarnecer el hambre, el analfabetismo, la ignorancia, la destrucción, el caos. Decir que "el PMA es la única esperanza de supervivencia de quienes se mueren de hambre en el mundo", es perverso.
CUATRO: Lo que desde siempre animó a los judíos y a los bastardos judeocristianos es el exterminio de los que según ellos no deben habitar la tierra que su Dios les habría legado en propiedad. Está escrito de Deuteronomios 20. Si la espada, los venenos y las pestes eran antes los instrumentos elegidos por su Dios para exterminar a los "no elegidos", hoy son los Comandos Combatientes Unificados, las Fuerzas de Operaciones Especiales, la OTAN, las bases militares, las agencias de espionaje y seguridad nacional que maneja Estados Unidos, sus aliados sionistas europeos e Israel. Este vasto y complejo aparato militar para el exterminio se complementa con la ingeniería genética, la biotecnología y la inteligencia artificial en los Laboratorios P4 para la manipulación genética de los virus. Estados Unidos tiene 10 laboratorios P4 y controla más de 25 en Europa, Israel, Japón.
CINCO: La alianza sionista judeo-cristiana, euro-estadounidense-israelí, creó en el Foro de Davos, en 2017, la llamada "Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias" (CEPI). Conjuntamente con la Organización Mundial para la Salud (OMS) de la ONU, "descarrilaron" la pandemia del Coronavirus para el exterminio de los racialmente "indeseables": negros, amarillos, mestizos, árabes, persas; y de los socialmente "inútiles": los pobres extremos, los migrantes, los viejos, los pensionistas, los enfermos crónicos. Aliados insustituibles de la "pandemia" para el exterminio generacional son la pobreza, el hambre y la "ayuda humanitaria".
SEIS: El PMA se estableció en 1963 dentro de la ONU. Cincuenta y siete años después su ponerogénico director se "lamenta" -en clave bíblica- por los millones de hambrientos en el mundo. Que quede claro, los hambrientos en el mundo no existen por la pandemia. Vienen de siglos de colonialismo y de neocolonalismo europeo y estadounidense. Vienen de la "ayuda humanitaria" de la Iglesia, del Estado, de la ONU, de las ONG. Vienen de neoliberalismo y globalismo. Cuantificarlos estadísticamente le sirve a la ONU y al PMA para exigir miles de millones de dólares a sus Estados miembros. Estos, a su vez, acudirán al FMI, al BM, al BID, a la USAID en procura de préstamos. De este modo se cierra el círculo de la iniquidad que hace más pobres a los pobres mientras los burócratas dorados de la "ayuda humanitaria" engordan y hacen de la pobreza y el hambre sus aliados funcionales.
SIETE: Aludir a Bangladesh, Yemen y el Líbano como lugares donde el PMA está llevando "ayuda humanitaria" no es sólo cínico sino también demencial. Veamos.
Bangladesh. Nadie medianamente informado ignora que la partición de la India en los "dominios" de India y de Pakistán, allá por 1947, fue la primera concreción del "divide y vencerás" de Julio César llevada a cabo por el imperialismo estadounidense.
Ciertamente, la partición de la India en los Estados de India y de Pakistán fue hecha por los colonialistas británicos violentado una realidad histórica que hindúes y musulmanes habían construido superando diversidades étnicas y de religiosidad. Los ingleses quebrados en su economía al terminar la II GM se despojaron de su "joya colonial" para satisfacer los intereses del nuevo hegemón imperial surgido de esa guerra. La ONU, inauguraba así, su rol obsecuente al servicio del imperio estadounidense.
A esta partición se agregó luego el desmembramiento del "dominio" de Pakistán en el de Oriente y Occidente. Esto produjo millones de desplazados por la separación violenta de sus antiguos vínculos familiares y étnicos.
Veinticuatro años después (en 1971) Estados Unidos decide apropiarse de Pakistán Oriental rebautizándolo como Bangladesh. Utiliza para esto a la India. Un nuevo éxodo y millones de refugiados por cuestiones familiares, étnicas y religiosas, fue lo que produjo.
Desde entonces la situación de pobreza y de hambre de Bangladesh no ha cambiado sino que se ha complejizado gracias a los milagros del crecimiento económico (PBI) con base en las exportaciones de textiles y de materias primas; las inversiones en macro infraestructura; la financiarización bancaria; la sobre explotación del trabajo; la extensión de la informalidad constituida por millones de migrantes pobres del campo que viven hacinados en los suburbios de la ciudad sin los servicios básicos esenciales, sin educación, ni salud, ni seguridad; expuestos a la violencia y la delincuencia institucionalizadas. Los otros ingredientes del PBI son la especulación, la corrupción, el cohecho entre las instituciones financieras y sus inversionistas extranjeros y nacionales con las autoridades del gobierno a todo nivel. La industria textil, por ejemplo, está en manos de grandes consorcios extranjeros (Benetton, H&M, Miado ango, El Corte Inglés), que maximizan sus ganancias extendiendo jornadas de trabajo de hasta tres turnos y pagando salarios de hambre a miles de mujeres y niños. De los 60 millones de niños que tiene Bangladesh, treinta viven en condiciones de extrema pobreza asediados por el castigo corporal, los matrimonios obligados, la prostitución, la trata, la mortalidad antes de los 5 años, el analfabetismo, la ignorancia, el hambre.
Bangladesh tiene, además, el problema de los "refugiados" rohingya que huyen de la persecución del gobierno del Estado de Myanmar que dirige la premio nobel de la paz de 1991, Aung San Suu Kyi. Ésta ha sido enjuiciada por delitos de limpieza étnica contra los rohinya, pero la ONU apoya sus acciones y ha calificado a esos expulsados de su propio territorio como un "pueblo sin Estado y sin amigos".
Yemen. Sólo diré que para el 2015 en que la coalición sionista Saudí-Estados Unidos-Reyno Unido y Francia deciden invadir el territorio yemení para exterminar a los hutíes-chiítas, ese país ya era el más pobre de la región. Su situación de hambre, pobreza e ignorancia viene de lejos debido a la acción depredadora de sus ingentes recursos energéticos y mineros y su posición geoestratégica. A esto se suma la acción sectaria, genuflexa y entreguista de los sátrapas monárquicos de los Estados árabes de Qatar, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Egipto, Jordania, Marruecos, Sudán y Senegal. La hambruna en Yemen tiene la impronta del sionismo euro-estadounidense-israelí, la de sus aliados árabes y el amén de la ONU y el "humanitarismo" de su Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Azuzando un conflicto tribal entre tutsis y hutíes, como lo hicieron antes en Ruanda entre hutus y tutsis, los sionistas euro-estadounidense-israelíes y sus aliados de las corruptas monarquías árabes, pretenden desmembrar Yemen por su posición estratégica con relación a Irán, a Irak y a Arabia Saudita sin dejar de mencionar su control sobre el estrecho de Bab el Mandeb (la Puerta de las Lágrimas) que comunica el Mar Rojo con el Océano Índico. Por este estrecho pasa todo el petróleo saudí hacia Europa. Si el eje sionista se apodera de Yemen y arrebatara a Irán el control de ese otro estrecho estratégico que es Ormuz controlaría la ruta marítima por donde circulan el 30% del petróleo y el 30% del gas licuado. Inclinar la balanza por este lado es la "esperanza de supervivencia", no de los pobres, sino del imperio sionista al que sirve la ONU y su PMA. Israel ya ha iniciado la construcción de una base militar en el territorio Yemení justo en la zona de refugio de los insurgentes hutíes en previsión de una futura invasión a Irán. La hambruna en Yemen tiene una larga historia de colonialismo, de invasiones, de destrucción militar y de bioterrorismo. La pandemia made in USA es sólo un ingrediente y, con seguridad, no el último.
Líbano. La historia de las hambrunas aquí tiene una larga data vinculada con las ambiciones expansionistas de Israel sobre el territorio libanés en procura de sus recursos y de su dominación. Estas ambiciones produjeron desplazamientos masivos de hombres, mujeres y niños huyendo del terror sionista. Consecuentemente, produjo hambre y desesperación.
La ONU avaló todas y cada una de las agresiones judías. Socavó la integridad territorial y étnica del Líbano con su llamada "Fuerza Provisional de las Naciones Unidas promovido para el Líbano (UNIFIL por sus siglas en inglés). Hizo la vista gorda frente al escarnio israelí de sus hipócritas resoluciones como cuando el cerco a Beirut en 1982 que produjo miles de muertos y otros tantos de desplazados. Favoreció la corrupción en todos los estamentos de gobierno, la banca, las empresas, los negocios con su "Misión de Observadores de Naciones Unidas autorizada por la Resolución 516. Esto incrementó el número de desplazados, extendió el hambre, la desocupación, la precarización de los servicios públicos.
Llegado el verano del 2006 Israel desencadenó una nueva agresión. Como en anteriores oportunidades Europa, Estados Unidos y el aparato de la ONU aportaron la logística sin perder de vista sus propios intereses geoestratégicos. Luego de la derrota israelí por la milicia libanesa Hezbolá, Estados Unidos y sus aliados sionistas europeos deciden intervenir en la economía (FMI-BM), las finanzas (Banco Central) y el comercio (OMC). Flexibilizan leyes y reglamentaciones; minimizan el rol del Estado; privatizan la educación, la salud e incrementan los impuestos a los servicios públicos. Inducen y apoyan la estructura confesional del ejercicio de los poderes del Estado lo que profundiza no sólo la crisis económica, social, política e ideológica del país sino que desencadena una espiral de corrupción a través de la banca y su "Esquema Ponzi". Aparecen nuevos millonarios todos los días. Las ONGs "sorosianas" entran al terreno de la sedición y la violencia siguiendo el modelo de las "primaveras árabes" y los "golpes suaves" ensayados en Yugoeslavia, Egipto, Libia, Ucrania, Venezuela. Los tontos útiles de la generación de los "milenials" creen encontrar la oportunidad de hacer posible la sociedad hedonista del placer y del caos anarquista que George Soros llama "sociedad abierta". Muchos jóvenes que por efecto de la crisis han dejado los estudios por el encarecimiento de las pensiones y de los materiales para el estudio entran en el juego sedicioso. Otros provienen de la informalidad terciaria ante la ausencia de oportunidades laborales. En el Líbano, el hambre dejó de ser sólo una realidad rural para hacerse también urbana y afectar estratos de jóvenes y adultos.
La complejidad del hambre que advierten estos y los demás países pobres del orbe tiene particularidades que están siendo utilizadas por las plutocracias imperiales y locales con fines políticos de destrucción y de nuevo orden. Sólo unos pocos son los Estados "civilizados" de Occidente los llamados a formar parte de la élite dominante bajo el liderazgo de Estados Unidos. Del resto del mundo, unos formarán parte de la "gran despensa" de recursos alimenticios, mineros y energéticos y los otros se extinguirán. Es el mandato "natural" para la instauración de un gobierno fuerte y un estilo de gobernanza mundial que se ajuste a las exigencias de la IV revolución industrial en la era digital. El instrumento más eficaz y rentable para esa extinción es el hambre. Su aliados, el bioterrorismo (Ebola, SARS, Chikinguña, VIH, Dengue, Malaria…), la "ayuda humanitaria" (ONU, ONGs, Cáritas, Iglesias, Fundaciones, "filántropos").