Portazo a la historia

En los países en desarrollo que soportaban pesadas cargas en forma de deuda acumulada, fue gigantesca descarga de electroshock disparada desde Washington que convulsionó el mundo en vías de desarrollo. El aumento de los tipos implicaba una subida del importe de los intereses de la deuda externa y, a menudo, la única forma de hacer frente a la mayor cuantía de los pagos era contratando nuevos préstamos. Así nació la espiral de la deuda.

Y ésas no fueron las únicas conmociones económicas que recorrieron el mundo en desarrollo. Se habla de la existencia de un "shock de precios" cada vez que el precio de un producto de exportación, como el café o el estaño, experimenta una caída de un 10% o más. Según el FMI, en los países en vías de desarrollo. Cuando el dinero puede viajar de un lado a otro del planeta a gran velocidad y sin límite de cantidad, y cuando los especuladores pueden apostar por el precio de cualquier cosa, desde cacao hasta divisas, el resultado es una ingente volatilidad. Y como las políticas favorecedoras del libre comercio incitan a los países pobres a seguir dependiendo de la exportación de recursos y materias primas, como el café, el cobre o el trigo, estas naciones son especialmente susceptibles de quedar atrapadas en un círculo vicioso de crisis continuas. Un descenso repentino del precio del petróleo hace que economías enteras sufran una depresión que se ve luego agravada por los comerciantes de divisas que, a la vista del empeoramiento de la situación financiera de un país, reaccionan apostando contra su moneda, lo que hace que se desplome su valor. Si añadimos la subida de los tipos de interés y la consiguiente escalada inmediata de las deudas nacionales, nos hallamos ante un escenario de caos económico potencial. (Caso Venezuela).

Comprensiblemente reacias a entablar una guerra con las instituciones de Washington propietarias de su deuda, las nuevas democracias, acuciadas por la crisis, no tenían apenas otra opción que seguir las normas fijadas desde la capital estadounidense. Y, precisamente entonces, a principios de la década de 1980, las reglas de Washington se volvieron mucho más estrictas debido a que de la deuda coincidió (y no por casualidad) con una nueva era en las elaciones Norte-Sur que iba a convertir las dictaduras militares en instrumentos prácticamente innecesarios. Aquél fue el amanecer de la era del "ajuste estructural", también conocida como de la dictadura de la deuda.

El Banco y el Fondo insistían públicamente en que los gobiernos de todo el mundo habían "visto la luz" y habían caído en la cuenta de que las políticas del Consenso de Washington eran la única fórmula de estabilidad posible y, por consiguiente, de democracia. Y, sin embargo, ahí estaba el reconocimiento expreso, hecho por alguien del propio establishment de Washington, de que los países en desarrollo sólo se sometían a lo que se les decía porque se les inyectaba una mezcla de falsos pretextos y extorsión pura y dura. ¿Quiere salvar a su país? Véndalo. Dani Rodrik, un renombrado economista de Harvard, describió el concepto mismo de "ajuste estructural" como una ingeniosa estrategia de marketing; llegaron incluso a admitir que la privatización y el libre comercio —dos piezas centrales del paquete de ajustes estructurales— no tenían relación directa alguna con la generación de estabilizada.

¡La Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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