Ésta fue una de las razones por las que la desbastificación provocó tanta ira

* "Cuando George Bush padre desarrolló su política para la Rusia postsoviética; Paul Wolfowitz era secretario de Cheney, y Condoleezza Rice ocupaba el cargo de asesora de Bush sobre la transición en Rusia. Todos estos protagonistas, y muchos de los secundarios, recordaban la experiencia de Rusia en los años noventa (a pesar de los pésimos resultados para la gente de la calle) como el modelo que Irak debía imitar en su transición".

Joseph Stiglitz, ex-economista jefe del Banco Mundial, advirtió de que en Irak se estaba aplicando "una terapia de shock más radical que la que se llevó a cabo en el antiguo mundo soviético". En esta ocasión serían empresas estadounidenses —no locales o competidoras europeas, rusas o chinas— las que estarían en primera línea para llevarse los millones fáciles. Y nada iba a detenerlas, ni siquiera los cambios económicos más dolorosos, porque al contrario que en la antigua Unión Soviéticas, o que en Nuestramerica y África, la transformación no implicaría un baile amanerado entre oficiales del FMI y políticos locales quijotescos mientras que el fisco de Estados Unidos controlaba la situación desde la suite. En Irak, Washington suprimió a los intermediarios: el FMI y el Banco Mundial quedaron relegados a papeles secundarios, mientras Estados Unidos fue el protagonista absoluto. Como explicó un oficial militar estadounidense de alto rango a Associated Press, no servías de nada negociar con nosotros mismos.

Los defensores de la "teoría del modelo" afirman ahora que ahí fue donde su guerra se equivocó; como señaló Richard Perle a finales de 2006, "el error originario" fue "traer a Bremer". David Frum se mostró de acuerdo al afirmar que deberían haber contado desde el principio "con algún rostro iraquí" en la reconstrucción de Irak. Y en lugar de eso colocaron a Paul Bremer, protegido en el Palacio Republicano de Sadam, con su cúpula turquesa, mientras recibía por correo electrónico leyes de comercio r inversión del Departamento de Defensa para después imprimirlas, firmarlas e imponerlas por decreto al pueblo iraquí. Bremer no fue un americano impasible; él maniobró y manipuló entre bastidores. Con su aspecto de protagonista de la "película de la semana" y su afición por las cámaras, parecía decidido a hacer ostentación de su poder absoluto ante los iraquís.

La Casa Blanca estaba tan centrada en presentar una nueva y flamante economía iraquí que decidió, en los primeros días de la ocupación, crear una nueva moneda (una enorme empresa logística). La empresa británica De La Rue hizo el trabajo; los billetes se entregaron a través de flotas de aviones y se distribuyeron en vehículos blindados que realizaron un mínimo de mil misiones en todo el país (en un momento en que el 50% de la población seguía sin agua potable, los semáforos no funcionaban y la delincuencia iba en aumento).

Los contratos del gobierno federal estadounidense (emitidos en su mayoría por USAID) encargaron una especie de "país en una caja", diseñado en Virginia y Texas, para ensamblarlo en Irak. Como afirmaron repetidamente las autoridades de la ocupación, fue "un regalo del pueblo estadounidense al pueblo de Irak" Lo único que tenían que hacer los iraquíes era abrirlo. Ni siquiera para el proceso de montaje se recurrió a la mano de obra barata iraquí porque los grandes contratistas norteamericanos —entre otros, Halliburton, Bechtel y Parsons, el gigante de la ingeniería con sede en California— prefirieron importar trabajadores extranjeros que pudiesen controlar fácilmente. Una vez más, los iraquíes se quedaron con el papel de espectadores atemorizados: primero por la tecnología militar de Estados Unidos, y después por sus proezas en ingeniería y gestión.

¡La Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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