En Cuba se desarrollan cinco candidatos vacunales contra la COVID-19: Soberana 01, Soberana 02, Soberana Plus, Abdala y Mambisa; esfuerzos que despiertan interés dentro y fuera del país por las expectativas que existen en todo el mundo en relación con la posibilidad de controlar la pandemia mediante la inmunización.
Si se entera que estas semanas de marzo de 2021, se ha iniciado en Cuba el ensayo clínico de Fase III en las provincias de La Habana (para la vacuna Soberana 02) y Santiago de Cuba, Granma y Guantánamo (para la vacuna Abdala), crea que sin duda la noticia es cierta.
Si de cualquier parte del mundo se interesaran por conocer la población que estará sometida a estos estudios rigurosos de inmunización y de controles reguladores, señale que los científicos cubanos han informado abiertamente todos los detalles. Y los hallazgos científicos se han divulgado en publicaciones nacionales y extranjeras y, a la vez, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Oficina Sanitaria Panamericana (OPS) se mantienen informadas de estos resultados y de las estrategias presentes y futuras.
Si alguien incrédulo expresara que cómo es posible que estas dos vacunas sean parte de una veintena de vacunas anti-Covid-19 que transitan en esta fase en el mundo, responda que es natural, pues son producto del desarrollo en este campo de dos de las instituciones científicas cubanas más avanzadas a nivel internacional: el Instituto Finlay de Vacunas y el Centro de Ingeniería Genética y Molecular de Cuba.
Si le preguntaran si estas son las únicas vacunas que se ensayan en estos momentos, informe que existen otras tres en estadio avanzado: La Soberana 01, la Mambisa y la Soberana Plus. Y también se trabaja en otros preparados vacunales para poblaciones específicas, como es el caso de los niños y otras.
Si Ud., estimado lector, quiere saber sobre el propósito y estrategia del proceso final de inmunización contra la Covid-19, sepa que se aspira a realizar la vacunación de toda la población cubana a principios del segundo semestre de 2021, si todos los resultados fueran positivos, después del cumplimiento de todos los requisitos y la aprobación consiguiente de las autoridades reguladoras. Paralelamente es posible que se inicie la vacunación en otros países que lo han solicitado o lo soliciten en el futuro.
Además de estos estudios clínicos fase III de las vacunas Soberana 02 y Abdala, se está desarrollando un estudio de intervención en los trabajadores de salud en La Habana con la vacuna Soberana 02, con 150 000 personas, en dos grupos, cada uno, de 75 000.
También se planifica realizar, próximamente, un estudio de intervención con las mismas característica en trabajadores de la salud de las provincias de Santiago de Cuba, Guantánamo y Granma con la vacuna Abdala en más de 120 000 personas.
Estos estudios de intervención con ambas vacunas se prevé que para julio y inicio de agosto alcancen la inmunización aproximadamente de cuatro millones de personas, y en lo que reste de agosto y septiembre se cubra la de los otros seis millones de habitantes que faltarían por vacunación.
En estos momentos se trabaja por la vacuna a aplicar en niños menores de 5 años.
Las autoridades científicas del Ministerio de Salud Pública han definido que: "Es una estrategia integral que avanza por estratos: primero, un ensayo clínico; luego, estudios de intervención en poblaciones que epidemiológicamente son de muy alto interés y más tarde a escala más poblacional; un posible registro o aprobación de uso de emergencia y luego una vacunación a escala poblacional empezando en grupos de riesgo en todo el país. Sumando todos estos grupos hasta que se llegue a un porcentaje en el país que garantice una protección a escala poblacional".
En lo que respecta a los mecanismos de los candidatos vacunales en los que Cuba ha trabajado son de subunidad proteica. En el caso del Instituto Finlay de Vacunas implicó insertar la información genética en células de ovario de hámster chino, que son células complejas, capaces de producir proteínas parecidas a las del ser humano, y hacer que dichas células produzcan la proteína de unión al receptor.
El Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) la estrategia científica del mecanismo vacunal fue insertar esa información genética en un organismo evolutivamente mucho menos desarrollado, un microorganismo unicelular, en este caso la levadura Pichia pastoris, pero que por estar tan alejado evolutivamente del ser humano también genera una proteína que puede ser más reconocida como extraña por el sistema inmune.
Asombra a algunos que en pocos meses este resultado científico haya sido posible en un país bloqueado durante 60 años como Cuba, pero este hecho no es producto de una investigación festinada. Al contrario, es un producto que tiene como basamento el trabajo de instituciones científicas como el Instituto Finlay de Vacunas y el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, todos con una larga trayectoria en sus respectivos campos.
Por ejemplo, en el lapso trascurrido desde su fundación, el Instituto Finlay de Vacunas asombró al mundo cuando la jefa del proyecto de la vacuna antimeningocóccica y directora de la institución realizó en 1987 la prueba de eficiencia, y finalmente, la vacuna fuera reconocida como la primera de su tipo en el mundo para los grupos BC. Por este resultado se le otorgó a su autora, Dr. C. Concepción Campa Huergo, la Medalla de Oro de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. Pero este no ha sido el único producto vacunal que ha aportado Cuba entre los que se utilizan en seres humanos y en animales.
En fin, los científicos cubanos han trabajado en estos proyectos en materia de vacunas contra la COVID-19 que se sustentan no solo en los meses del año pasado y el presente, sino en plataformas confirmadas durante más de 20 años. Con todo, se añaden innovaciones en las que han participado los centros con más experiencia en los mecanismos que puedan otorgarle originalidad, integridad y efectividad al producto vacunal, para que se traduzca en la inmunidad contra el virus.
No se puede dejar de mencionar que esta política de fomento de la medicina preventiva como estrategia de la salud pública en Cuba, se inició desde el principio del triunfo de la revolución cubana e impulsada por el genio y visión de Fidel, que abarcó la formación de médicos y el resto del personal de salud, la creación de instituciones primarias y secundarias de salud, de universidades, y de centros científicos de alta tecnología.
La aplicación de vacunas mediante campañas se inició en 1962 con la antipoliomielítica oral, continuada en los años sucesivos, y que permitió que Cuba se convirtiera en el primer país del mundo en alcanzar la erradicación de la enfermedad. Además hoy existen otras seis enfermedades prevenibles por vacunas que han sido eliminadas.
El esquema actual incluye la vacunación de la población contra trece enfermedades y la cobertura en los veinte años últimos alcanza el 99 al 100 por ciento. Y la mayor parte de las vacunas se fabrican en Cuba.
En estos tiempos en que la civilización ha alcanzado tantos avances, con suficientes recursos para ponerlos a disposición de los derechos humanos de las personas, para garantizar la salud, la vida y el bienestar de pueblos enteros, para compartir solidariamente los recursos humanos y materiales entre los países, especialmente los necesarios para sostener los sistemas de salud con sus misiones integrales en la sociedad moderna, la evolución y comportamiento de esta pandemia ha puesto de manifiesto muchas verdades ocultas y ocultadas.
Cuba ha contribuido a revelar muchas de esas verdades con sus aportes de los candidatos vacunales contra la Covid-19 y con la ayuda solidaria brindada a los países pobres y ricos que han solicitado la cooperación mediante sus brigadas médicas internacionalista del Contingente Henry Reeve.