"Kant reconstruyó con el corazón lo que con la cabeza había abatido. Y es que sabemos, por testimonio de los que le conocieron y por testimonio propio, en sus cartas y manifestaciones privadas, que el hombre Kant, que profeso filosofía en Koenigsberg a fines del siglo de la Enciclopedia y de la diosa Razón, era un hombre muy preocupado del problema. El hombre Kant no se resignaba a morir del todo. Y porque no se resignaba a morir del todo dio el salto aquel, el salto inmortal, de una a otras crítica".
—La Historia ha demostrado muchas veces que solamente la clase obrera es capaz de ser la promotora, inspiradora y fuerza principal de la construcción socialista y solamente su partido puede organizar y encauzar la energía de las masas populares a la creación de una nueva sociedad. Debemos oponernos con firmeza a las acciones destructivas y aventureras de Estados Unidos. No se puede permitir que el imperialismo norteamericano decida a su antojo la suerte del mundo.
El régimen socialista ha demostrado reiteradamente, y en muchos aspectos, sus ventajas sobre el capitalismo. Y no es fanfarronería, sino la realidad misma. El socialismo todavía no ha revelado ni aprovechado todos sus recursos. Las transformaciones que actualmente se dan en los países contribuirán a aprovechar a fondo el potencial del socialismo, a perfeccionar en todos los órdenes, y a lograr un nuevo nivel de bienestar material y la cultura espiritual del pueblo.
Este es uno de los principios básicos de la nueva mentalidad política que tanto necesita el mundo contemporáneo. Sin esta mentalidad, el siglo que ha visto surgir las armas nucleares será breve, y su fin será trágico para la Humanidad.
Y, a medida que pasa el tiempo, se hace mayor el eventual peligro de que surja un conflicto nuclear. Es la mecha de la carga capaz de destruir la civilización. Segundo, la "disuasión", es decir, de incremento y perfeccionamiento de las armas significa supeditar la política a los intereses del militarismo, lo cual implica graves consecuencias tanto para el bienestar popular como la propia democracia.
La obsoleta mentalidad relacionada con la fuerza armada como medio de conseguir objetivos políticos, con la práctica de presentar a otros pueblos "como enemigos", ha motivado dos conflagraciones mundiales, ha generado la "guerra fría" y la peligrosa situación actual, y llevado al mundo hacia un límite cuyas consecuencias son imprevisibles.
El mundo de hoy es un mundo de lucha entre la razón y la demencia, la moral y el salvajismo, la vida y la muerte. Hemos determinado clara y definitivamente nuestro lugar en esta lucha. Defendemos la razón, la moral y la vida. Por ello, abogamos por el desarme —sobre todo, el nuclear—, por la creación de un sistema de seguridad global. Es el único camino posible, y, siguiéndolo, la Humanidad recobrará su eternidad.
Estados Unidos, muchos suelen verborrear sobre la libertad de opción, teniendo en cuenta, claro está, la opción por el sistema capitalista, Pero cuando un pueblo —sea en Venezuela o en África, en el Cercano Oriente o en Asia— intenta buscar su propio camino más conveniente, lo ve obstaculizado de inmediato por dólares, misiles y, a veces, por mercenarios. Primero, se recurre a la hipocresía; luego, el derramamiento de sangre.
Como resultado, siguen vomitando los "volcanes" de los conflictos regionales, cuya "lava de hostilidades" quema e intoxica de humo el organismo de la comunidad mundial. Debemos examinar asimismo este problema a la luz de la nueva mentalidad, manifestar la capacidad de tomar en consideración la realidad de las situaciones concretas, la capacidad de ver las verdaderas causas de cada conflicto, y no buscar en todas partes la "mano de Moscú".
Hace tiempo que se dijo que el hambre y el amor son los resortes de la vida humana. De la baja vida humana, de la vida de tierra. Los danzantes no bailan sino por hambre o por amor: hambre de carne, amor de carne también.
¡La Lucha sigue!