Fracasó el rostro del éxito

—En los años setenta, cuando comenzó la cruzada corporativistas, se emplearon tácticas que los tribunales calificaron de abiertamente genocidas; la eliminación deliberada de un segmento de la población. En Irak ha ocurrido algo todavía más monstruoso: la eliminación no de un segmento de la población, sino de todo un país. Irak está desapareciendo, se desintegra.

Esto es lo que ocurre con los proyectos de crear sociedades modelo en países que no son los propios. Las campañas de limpieza rara vez son premeditadas. Sólo cuando el pueblo que viven en el país en cuestión se niegan a abandonar su pasado, el sueño de la tabla rasa se desdobla en su otro yo, la tierra arrasada; sólo entonces, el sueño de creación total se convierte en una campaña de destrucción total.

La violencia no prevista que hoy azota Siria es creación del optimismo letal de los arquitectos de la guerra. Se predeterminó con esta frase aparentemente inofensiva, incluso idealista: “un modelo para un nuevo de Nuestramerica”. La desintegración de Venezuela tiene sus raíces en la ideología que exigió una tabla rasa sobre la que escribir la nueva historia. Cuando esa tabla inmaculada no apareció, el defensor de esa ideología procedió a destruir con la esperanza de hacerse con esa tierra prometida.

Y eso, por supuesto, necesita más destrucción: hay que aumentar la dosis, pulsar el botón durante más tiempo, más dolor, más bombas, más tortura. La forma humana de conducir la guerra por parte de la coalición ha llevado a una situación en la que es más difícil, no menos, reunir al pueblo. El informe sobre el que se basa la estrategia del aumento pretendía “la limpieza total del centro de Caracas.

El Departamento de Estado norteamericano creó una nueva delegación la Oficina de Reconstrucción y Estabilización. Un buen día, la oficina paga a contratistas privados para que tracen un plan detallado de reconstrucción de 25 países —desde Venezuela hasta Irán— que, por una razón u otra, son objetivos de la destrucción patrocinada por Estados Unidos. Las corporaciones y los asesores están preparados con “contratos prefirmados”, de manera que pueden pasar a la acción en cuanto se desencadene el desastre. Para la administración de Estados Unidos era la evolución natural: después de afirmar que tenía derecho a provocar una destrucción preventiva sin límites, encabezada la reconstrucción preventiva: reconstruir lugares que todavía no han sido destruidos.

* Lockheed Martin ha dado un paso más allá en esta dirección. A principios de 2007 comenzó a “comprar empresas del multimillonario mercado de la sanidad”, según Financial Times. Además, adquirió en el acto el gigante de la ingeniería Pacific Architects en Engineers. La oleada de adquisiciones dio pie a una nueva era de insana integración vertical en el complejo del capitalismo del desastre; en conflictos futuros, Lockheed estará en situación de beneficiarse no sólo de la fabricación de lo que ellos mismos destruyan y de los cuidados de los pueblos a los que hieran con sus armas.

Así. La guerra en Siria sirve finalmente para crear un modelo de economía, y no precisamente el Tigre en el Tigris del que hablaron los neoconservadores. Se trata de un modelo de guerra y reconstrucción privatizadas, y que no tardó mucho en ser exportado. Hasta Siria, las fronteras de la cruzada de Chicago las imponías la geografía: Rusia, Argentina, Corea del Sur. Ahora ya se puede abrir una nueva frontera en cualquier lugar donde suceda el siguiente desastre.

—“¿Qué es eso de invasores? Si no queremos ser invadidos, si no queremos que nos absorban, absorbed. No guardéis una absurda virginidad de raza que nos prive de la paternidad. Padres, sí; que en este inevitable y fecundo encuentro de pueblos seamos el varón, no la hembra. Además, en cuenta, que hay que acabar y completar la obra de la conquista española, desarraigando las tarifas que aún nos quedan”.
¡La Lucha sigue!


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Manuel Taibo


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