La Guerra No Convencional, pretende la Tercerización de la Guerra mediante otros Estados, Compañías Privadas de Mercenarios, o Paramilitares.
Es decir, y ya lo señalaba el profesor Carlos Lanz Rodríguez, y por eso lo convirtieron en objetivo militar del Pentágono y sus aliados políticos y militares en Suramérica, motivado a las diversas investigaciones teóricas y denuncias mediáticas, sobre la naturaleza de la Guerra No Convencional aplicada contra Venezuela por EEUU y su aliado Colombia.
"el esquema planteado es "tercerizar" la agresión, o plantearse una guerra peleada por "terceros" (mercenarios, países aliados a Estados Unidos, narcotraficantes, bandas criminales, otros).
En el caso que nos ocupará, además de mencionar otros, la Guerra No Convencional, se prepara y es ejecutada por Colombia, para un escenario de guerra contra Venezuela, donde el paramilitarismo continúa siendo una importante fuerza político-militar de las élites de la Casa de Nariño. El paramilitarismo colombiano, vieja creación de la extrema derecha neogranadina en alianza con el Mossad israelí, sirve no solamente para la Guerra Contrainsurgente en Colombia, sino que también es la punta de lanza del plan del Pentágono contra Venezuela.
En otras palabras, el brazo ejecutor en Suramérica de la Guerra No Convencional es Colombia. Pero tal vez el ejemplo más característico, lo tenemos en la organización de la Contra nicaragüense de 1979.
Y ya señalábamos en un artículo anterior que, esta Guerra tiene siete fases, a saber: Fase 1, Preparación: La Resistencia y los promotores externos realizan la preparación sicológica, para unir a la población contra el gobierno en el poder o la potencia de ocupación, y preparan a la población para aceptar el apoyo de EEUU. Fase 2, Contacto Inicial: Las agencias del gobierno de EEUU, coordinan con el gobierno aliado en el exilio, o con los líderes de la Resistencia, para ofrecer el apoyo estadounidense. Fase 3, Infiltración: Los equipos de Fuerzas de Operaciones Especiales, se infiltran en el área de operaciones, establecen comunicación con su base y contactan con la organización de resistencia. Fase 4, Organización: Los equipos de Fuerzas de Operaciones Especiales, organizan, entrenan y equipan a los jefes de la resistencia. Se hace énfasis en desarrollar una infraestructura. Fase 5, Formación: Los equipos de Fuerzas de Operaciones Especiales, apoyan a los jefes para expandirse en una organización de resistencia efectiva. Pueden realizarse combates limitados, pero el énfasis sigue siendo su desarrollo. Fase 6, Empleo: Las Fuerzas de Guerra No Convencional, realizan operaciones hasta llegar a unirse con las fuerzas convencionales o hasta que concluyan las hostilidades. Fase 7, Transición: Las Fuerzas de Guerra No Convencional, revierten el control nacional, cambiando a Fuerzas Regulares o desmovilizándose.
Ahora, este tipo de Guerra, al parecer no ha funcionado para el caso venezolano, debido a los múltiples fracasos a la hora de ejecutar este tipo de doctrina militar, por parte de Colombia y EEUU.
Esto ha motivado a ejecutar otro tipo de mecanismo perverso, como la creación y ejecución de los llamados Narco-Estados, en este caso en Colombia y otros países.
De la Guerra No Convencional fracasada, repetimos en el caso venezolano, se implementan entonces, la alianza con las mafias, y en el caso nicaragüense que ya mencionamos, le podemos agregar, el de los cárteles colombianos de Cali en los años 70-80, cuyo exponente fue el capo Pablo Escobar, colaborador de la CIA.
Además, tanto el mecanismo de Guerra No Convencional como las mafias y cárteles de drogas, a la hora de su implementación, como su ideología, son: de corte nacionalista, capitalistas, y confesionales, es decir, netamente reaccionarias.
Entonces, el producto más refinado de la práctica de la "Guerra no Convencional", además de otros, en unión con los cárteles de drogas, son los Narco-Estados. En éstos sus instituciones políticas se encuentran tan financiadas por los cárteles, que sus dirigentes desempeñan simultáneamente cargos como funcionarios gubernamentales y miembros de las redes ilegales, amparados por sus potestades legales.
Así, Colombia se ha convertido en el punto estratégico más importante de América Latina, para EEUU, llegando a declararlo "portaaviones terrestre", en esta alianza estratégica macabra.
En síntesis, EEUU desarrolla plenamente su estrategia de "guerra no convencional" en América Latina, conjuntamente con los poderosos cárteles de drogas, hacia ir conformando los Narco-Estados.
De allí que, tanto EEUU como Colombia, necesitan seguir alimentando a los cárteles, ya que estos, por su práctica malsana, han creado toda una infraestructura viable para sus planes como: caminos, puertos, aeropuertos, una coordinación territorial, social, entre otros.
Además, como señala la publicación del escritor Pablo Heraklio, el desarrollo de los cárteles mafiosos permite: Mantener el control sobre los gobiernos perimetrales, frente a la influencia del objetivo. Evitar el acceso de competencia extranjera. Facilitar la Injerencia. El contrabando hacia el país más cercano. menoscaba el poder en su propio territorio como forma de subversión. Compartimentaliza o establece una división informal del territorio, de modo que en caso de que una zona caiga fuera del área de influencia, no implique que todo el bloque caiga.
Recientemente, además, en los últimos días, ha surgido una preocupación en los sectores al interior y exterior de Colombia, cuando Iván Duque ha permitido, a instancias, apoyo y solicitud de EEUU, la entrada de miles de ciudadanos afganos, a territorio colombiano.
La preocupación obedece a que, posiblemente ingresaran personas con mucha experiencia en el cultivo de la amapola, de allí que se incrementaría el consumo y tráfico, ahora no solo de cocaína, sino también de heroína.
Lamentablemente, otro ejemplo de Narco-Estado es Honduras, donde ha emergido un Narco- Estado galopante, a tal grado que ya no es solamente un Estado fallido sino Narco.
Desde la década de los años 80 del pasado siglo, el narcotráfico comenzó a incursionar en Honduras. Pero, en la actualidad, el territorio hondureño, por ser un nudo geográfico de Centro América y por la condición de ser un Estado fallido, se ha convertido en un corredor estratégico para el transporte fluido del cargamento de la droga hacia el Norte.
En avionetas y submarinos llega el cargamento procedente de Sur América hacia la Mosquitia (Departamento de Gracias a Dios) y las costas del Caribe hondureño. De allí, el cargamento recorre en caravanas por los departamentos de Colón, Atlántida, Yoro, Cortés, Santa Bárbara, Copán y Ocotepeque hacia su paso por Guatemala. Este narco corredor seco no es ningún secreto, ni para las autoridades estatales, ni mucho menos para la población. Es en este narco corredor donde ganan terreno al Estado nación ausente, los minis narcos-estados emergentes.
En otros países como México, hay Estados-Narcos, (también se les llama mini estados narcos), dentro de varios Estados oficiales de la Republica.
Pero en general, producto de la riqueza acumulada, por el uno por ciento, en muchos países de América Latina, y de otros continentes, está siendo blindada por una alianza entre las redes del narcotráfico y sectores del aparato estatal, que sirven a los intereses de las grandes multinacionales, pero se han conformado, a la vez, como un importante factor de poder.
Esta alianza opera despejando territorios para los emprendimientos minero-energéticos, de los que se beneficia creando amplios espacios bajo su control que utiliza para lubricar sus negocios ilegales.
Recién en años previos empiezan a publicarse análisis sobre esta realidad que, bajo el nombre de narcotráfico, designa un modo de dominación y control de las poblaciones. No deberíamos perder de vista que los Narco-Estados son desviaciones de la tradición de los Estados-Nación, su nueva configuración, lo que complejiza tanto las resistencias de los sectores populares, como la lucha emancipatoria en general.
La conformación de Narco-Estados (y narco-instituciones), parece estar creciendo y no se restringe al espacio latinoamericano. En algunos países de Europa las mafias aliadas con políticos consiguen sentar sus reales en municipios y hasta en regiones enteras, llegando a influir de forma determinante en la configuración del mapa político, en particular en Italia.
Finalmente, ¿Cómo se desmonta este poder narco-estatal? Imposible hacerlo desde adentro, como demuestran todas las experiencias conocidas.
Para los movimientos anti sistémicos es un tema central, ya que este poder se dedica a destruir toda organización popular, porque ambicionan el control completo de los territorios. Por lo que conocemos, sólo organizándonos al margen de estos poderes, será posible construir movimientos emancipatorios sólidos y duraderos.