La educación y la sanidad está empezando a desaparecer

—"Tras cada una de esas estadísticas había una historia de sacrificios desgarradores y decisiones degradantes. Como siempre ocurre, las mujeres y las niñas(os) fueron quienes se llevaron la peor parte de la crisis".

En ese contexto se produjo la visita de la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, a Tailandia en marzo de 1999 y la regañina que a ésta le pareció oportuno dar a la población por haber recurrido a la prostitución y el "callejón sin salida de las drogas". Es "imprescindible que no se explote a las niñas ni se abuse de ellas y se las exponga al sida. Es muy importante contrarrestar esta tendencia", dijo Albright, henchida de determinación moral. Al parecer, no apreciaba relación alguna entre el hecho de que tantas y tantas niñas estuvieran siendo obligadas a introducirse en el comercio sexual, y las políticas de austeridad que ella declaró "apoyar firmemente" durante aquel mismo viaje.

Así que en lugar de acudir de vuelta en tropel, los operadores respondieron a la gran Revelación del FMI retirando de inmediato mucho más dinero y atacando nuevamente las monedas de Nuestramerica. La "ayuda" del FMI había convertido la crisis en catástrofe. O, como dijo Jeffrey Sachs, que para entonces ya se había declarado abiertamente en guerra contra las instituciones financieras internacionales, "en vez de sofocar las llamas, lo único que hizo el FMI fue gritar que había un incendio en el teatro".

—Dos meses después de que el FMI alcanzara su acuerdo final con Corea del Sur, el Wall Street Journal publicó una noticia titulada "Wall Street escarba entre los restos del Asia-Pacífico". En ella se comentaba que la empresa de Pelosky, así como algunas destacadas casas de inversiones más, habían "desplegado ejércitos de banqueros en la región del Asia-Pacífico para ojear corredurías, gestoras de activos e, incluso, bancos que puedan llevarse a precios de saldo. La caza de adquisiciones en Asia es urgente porque muchas firmas estadounidenses de valores —encabezadas por Merrill Lynch & Co. y por Morgan Stanley— han hecho de su expansión internacional una prioridad". No tardaron en producirse varias ventas de gran relumbrón: Merrill Lynch compró la japonesa Yamaichi Securities y la mayor gestora tailandesa de valores, mientras que AIG adquirió Bangkok Investment por sólo una pequeña parte de su valor real, J.P. Morgan se hizo con una participación importante de Kia Motors, al tiempo que Travelers Group y Salomon Smith Barney compraban una de las mayores compañías textiles de Corea, entre otras empresas. No deja de ser interesante comprobar que el presidente de la International Advisory Board (la Junta de asesores Internacionales) de Salomon Smith Barney, que asesoraba a su compañía matriz durante aquel período acerca de las posibles fusiones y adquisiciones, era Donald Rumsfeld (nombrado en mayo de 1999). Dick Cheney también era miembro de dicha junta. Otro de los ganadores del momento fue el Carlyle Group, una empresa con sede en Washington tan hermética y reservada en sus asuntos como famosa por ser el lugar de "aterrizaje suave" favorito de numerosos ex-presidentes y ex-ministros, desde el anterior secretario de Estado James Baker al antiguo primer ministro británico John Major, pasando por Bush padre, quien ejerció allí de asesor. Carlyle usó sus contactos al más alto nivel para hacerse con la división de telecomunicaciones de Daewoo, Ssangyong Imformation and Communication (una de las mayores empresas de alta tecnología de Corea) y para convertirse en uno de los accionistas principales de uno delos mayores bancos surcoreanos.

Jeffrey Garten, antiguo subsecretario de Comercio de Estados Unidos, había predicho que, cuando el FMI hubiese acabado su tarea, iba "a haber un Asia significativamente distinta, y [sería] un Asia en la que las empresas estadounidenses [habrían] conseguido una penetración mucho más profunda y un acceso mucho más amplio" YY no bromeaba. En dos años, la faz de buena parte de Asia se transformó por completo y cientos de marcas locales fueron reemplazadas por los gigantes multinacionales. El fenómeno en su conjunto fue descrito por el New York Times como "la mayor liquidación por cierre de negocio jamás vista en el mundo" y Business Week lo llamó un "bazar de compraventa de empresas". Fue, de hecho, un avance del capitalismo del desastre que se convertiría en la norma de los mercados tras el 11 de septiembre de 2001; una terrible tragedia había sido aprovechada para hacer posible que las empresas extranjeras irrumpieran en Asia y la tomaran por asalto. Y no estaban allí para construir sus propios negocios y competir, sino para llevarse la maquinaria, la mano de obra, la clientela y el valor de marca construidos durante décadas por las compañías coreanas (y, en mucho casos, para desguazarlos, reducirlos o clausurados definitivamente a fin de eliminar una posible fuente de competencia paras sus exportaciones.

Naomi Klein, autora de no logo.

¡La Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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