Transnistria ¿otro frente contra Rusia?

La táctica estadounidense y de la Unión Europea tras la desintegración de la Unión Soviética ha sido cercar las fronteras de Rusia por el oeste con la expansión de otros miembros de la OTAN.

Actualmente la Organización del Tratado del Atlántico Norte cuenta con 32 Estados pero la oleada fundamental para rodear al gigante euroasiático se concretó a partir de 1990 (desintegración de la URSS) con la adhesión de Hungría, Polonia y República Checa. En 2004 entraron Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania y Rumania. Para 2009 lo hicieron Albania y Croacia. Años después Montenegro (2017), Macedonia del Norte (2020), Finlandia (2023) y Suecia (2024).

Hungría, Finlandia, Rumania, Bulgaria, Albania, Checoslovaquia, Eslovaquia eran aliados de la URSS mientras Estonia, Letonia y Lituania integraban la ex Unión Soviética.

Croacia, Eslovenia, Macedonia y Montenegro, formaban la antigua Yugoslavia antes de que este país fuera bombardeado por la OTAN encabezada por Estados Unidos y que provocó su desintegración.

O sea, Rusia ha sido rodeada militarmente por todas esas naciones pese a un acuerdo verbal pactado en 1990 entre el expresidente Mijail Gorbachov y Estados Unidos para que no se extendiera la OTAN hacia las fronteras del gigante euroasiático a cambio de la retirada de las tropas soviéticas de la antigua RDA y la reunificación de Alemania.

Ahora Estados Unidos intenta crear otro foco de tensión en Europa con el objetivo de afectar la seguridad de Rusia. Transnistria, (capital Tiráspol) cuyo nombre oficial es República Moldava Pridnestroviana, es una franja de tierra entre el río Dniéster y la frontera oriental de Moldavia con Ucrania, de poco más de 4 000 kilómetros cuadrados donde casi la mitad de la población tiene ciudadanía rusa.

Con la amenaza de la desintegración de la Unión Soviética, Transnistria que formaba parte de Moldavia, declaró unilateralmente en 1990 su independencia la que, en ese momento, no fue aceptada por Gorbachov.

En agosto de 1991 a solo cuatro meses de la desintegración total de la URSS, Moldavia (pequeña nación entre Ucrania y Rumania cuya capital es Chisináu) declaró su independencia y amenazó con romper relaciones con la Unión Soviética.

De marzo a julio de 1992 se desató una guerra civil entre el ejército de Chisináu y el de Tiráspol, cuya población eslava quería seguir manteniendo los lazos con Rusia y rechazaba el furor nacionalista que parecía llevar a Moldavia a una integración inmediata con Rumania.

Aunque las fuerzas moldavas recibieron ayuda del ejército rumano no pudieron vencer a los transnistrios, y un alto al fuego en julio de 1992 suscrito por los dos bandos, dejó la situación en suspenso hasta hoy, con militares rusos acantonados allí en misión de paz.

Las denominadas negociaciones 5+2 (Moldavia, Transnistria, Rusia, Ucrania y la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) más la Unión Europea y Estados Unidos como observadores) para encontrar una solución están paralizadas. Transnistria mantiene en su bandera, la hoz y el martillo y como presidente a Vadim Krasnoselski, victorioso en las elecciones de 2016 y reelegido en 2021.

Moldavia cuenta con unos 2 500 000 habitantes de los que más de 500 000 se encuentran en Transnistria.

Las elecciones presidenciales en Moldavia, en diciembre de 2020, dieron la victoria a Maia Sandu que obtuvo el 57 % de los votos frente al 42 % del presidente saliente, Ígor Dodon, que estaba apoyado por socialistas y comunistas. Sandu es una economista liberal con lazos en Estados Unidos; trabajó en el Banco Mundial y preside el partido derechista Acción y Solidaridad, miembro del Partido Popular Europeo.

En mayo de 2021, la oposición en Moldavia formó el bloque Electoral integrado por el Partido Comunista y el Partido Socialista, presidido por Vladímir Voronin.

Se ha hecho público que el gobierno moldavo recibe asesoramiento político y militar estadounidense; apoya a Vladimir Zelenski; permite maniobras con militares de la OTAN; persigue a la izquierda comunista como en octubre de 2023, cuando el Servicio de Seguridad e Información, (SIS) bloqueó 30 medios moldavos de internet con la excusa de que estaban controlados por Moscú, mientras amenaza a Transnistria para tratar de recuperar su control.

Ante la crisis en el área y el aumento de tropas ucranianas en la frontera transnistria, en febrero de 2023 Moscú advirtió a Estados Unidos, a la OTAN y Ucrania sobre las continuas provocaciones y los preparativos para agredir a Transnistria, y ratificó que el ejército ruso, que se halla allí en misión de paz desde el alto al fuego en 1992, respondería adecuadamente y protegería el arsenal ubicado en Kolbasna, una pequeña localidad a dos kilómetros de Ucrania.

En marzo, los servicios de seguridad de Transnistria impidieron un atentado contra el presidente Vadim Krasnoselski en el centro de Tiráspol y detuvieron a los integrantes del comando terrorista cuyos miembros declararon que fueron formados por los servicios secretos de Zelenski (SBU).

Aunque Moldavia no forma parte de la OTAN, en octubre de 2023 tropas estadounidenses y de esa República, realizaron ejercicios militares (denominados Aurochs Partner 2023) en el norte de Moldavia cercano a las fronteras con Ucrania y Rumania.

Resulta que cuando la desintegración de la URSS, todo Occidente capitalista encabezado por Estados Unidos estuvo eufórico con la decisión de que 15 exrepúblicas de la Unión Soviética se independizaran e inmediatamente las reconocieron y firmaron convenios de cooperación política y hasta militar. De esa forma, muchas se aliaron al capitalismo y a las fuerzas de la OTAN.

Y ahora Occidente se enfurece y desaprueba que regiones como Transnistria se independice de Moldavia; y Crimea, Lugansk, Donetsk, Jerson y Zaporiyia lo hagan de Ucrania cuyas mayoritarias poblaciones son de origen ruso.

Es, sin simulaciones, el doble rasero de la política capitalista occidental.



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Hedelberto López Blanch

Graduado de contador (1967) y Licenciado en Periodismo (1972). Ha reportado numerosos eventos internacionales celebrados en Cuba, Angola, Zambia, Mozambique, Libia, Tanzania, Qatar, Zimbabwe, Sudáfrica, Alemania y Rusia. Fue corresponsal permanente de Juventud Rebelde en Nicaragua y asesor de redacción del diario Barricada en esa nación centroamericana entre 1985 y 1987. Ha obtenido varios premios de periodismo.

 hedelberto@yahoo.es

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