Durante mucho tiempo la imagen de los progresistas, liberales, socialdemócratas, laboristas, socialistas, de Europa fue de pacifistas, moderados, contrapeso a la violencia de las fuerzas de derecha.
En realidad eran belicistas satisfechos.
En este momento esos pueblos, políticos, empresarios, intelectuales, están en la guerra contra Rusia.
Financian, arman, presionan, a los ucranianos para seguir una guerra donde mueren, quedan inválidos, huyen al extranjero.
Una explicación para entender su política guerrerista es histórica: varios de esos países fueron aliados o colaboradores de los criminales racistas alemanes en la Segunda Guerra Mundial.
Otra, es que amenazada la hegemonía occidental de que son parte salen a defender los beneficios que reciben desde su segundo plano.
Los aparentemente moderados muestran primeros lugares en índices de felicidad, calidad de educación y salud, pensiones… y saben que eso está amenazado.
La emergencia del BRICS con centros económicos fuertes como India, China, Brasil, Rusia, significa una necesaria redistribución mundial de la riqueza hacia el sur y una disminución del bienestar material de los progresistas en el norte.
Con diferentes argumentos de derechos humanos se oponen a Rusia, China, Irán, Palestina, Corea del Norte, Venezuela, Nicaragua… al tiempo que envían aviones y tanques a un frente de batalla donde los soldados no quieren combatir.
¿Por qué Islandia, Luxemburgo, Suecia, son parte del ejército OTAN?
¿Sus ciudadanos, políticos, intelectuales quieren combatir?
¿Para qué Suiza busca relaciones más estrechas con los militares de la OTAN?
Los progresistas son parte de un negocio mundial donde obtienen ganancias y no quieren perderlo.