El día 2 de abril se hizo el anuncio oficial de "el día de la Liberación" por parte del presidente Donald Trump, con la imposición de nuevos aranceles a importaciones clave. Esto ha generado un sismo en la economía global. Este tipo de medida proteccionista, aunque vendida como una estrategia para fortalecer la economía nacional, puede tener consecuencias imprevistas y devastadoras a nivel global.
En la historia del siglo pasado, la Ley Smoot-Hawley de 1930 representa un precedente de políticas arancelarias que, lejos de proteger la economía estadounidense, exacerbaron la Gran Depresión. Trump, con su política "America First" (América primero), busca revivir medidas similares, argumentando que la globalización ha perjudicado a la clase trabajadora estadounidense. Sin embargo, los economistas advierten que el proteccionismo extremo puede conducir a disrupciones en las cadenas de suministro globales y generar inflación, desincentivando la inversión extranjera y provocando represalias por parte de otros países.
La Ley Smoot-Hawley fue una de las legislaciones comerciales más controvertidas en la historia de los Estados Unidos. Aprobada el 17 de junio de 1930, estableció altos aranceles sobre bienes importados con la intención de proteger la producción nacional. Naturalmente, la respuesta internacional fue inmediata: otros países impusieron aranceles retaliatorios, lo que condujo a una contracción severa del comercio global y profundizó la Gran Depresión.
De manera que el anuncio de las acciones impuestas por Trump trae consigo un nuevo proteccionismo agresivo, con aranceles de hasta un 34 % en productos exportados por China y un 20 % en bienes europeos. Como resultado, podría desencadenar una guerra comercial con efectos negativos, como la reducción del comercio global. La economía mundial está más interconectada que en 1930, por lo que cualquier restricción puede generar disrupciones en sectores como la tecnología, la automotriz, los bienes de consumo y la energía.
El gran fracaso de esta estrategia radica en que, lejos de fortalecer a EE.UU., terminará debilitándolo económicamente. Trump vende estas medidas como una solución para reducir la inflación y pagar la creciente deuda nacional, pero la realidad es otra. Los aranceles provocarán un encarecimiento de los productos, lo que aumentará la inflación en lugar de reducirla. A su vez, la caída del comercio global disminuirá los ingresos fiscales del gobierno, reduciendo la capacidad de pago de la deuda. Con una deuda nacional que supera los 36 billones de dólares, estas medidas no sólo son ineficaces, sino contraproducentes. El estadounidense promedio no verá ningún beneficio tangible, sino un costo de vida más alto y menos estabilidad económica.
La idea de que estos aranceles harán que las empresas regresen a EE.UU. es otro mito: la realidad es que muchas simplemente trasladarán sus operaciones a otros países con menos restricciones, dejando a los trabajadores estadounidenses en la misma situación de precariedad en la que se encuentran actualmente.
Desde el punto de vista político, "el día de la Liberación" refuerza la narrativa nacionalista de Trump, con la intención de consolidar su base electoral. Sin embargo, esta política también expone su inclinación megalómana: la creencia de que Estados Unidos puede imponer reglas económicas sin consecuencias diplomáticas graves. Su discurso resuena con el "destino manifiesto" y la Doctrina Monroe, esa vieja concepción de que EE.UU. tiene el derecho divino de intervenir y dirigir los asuntos del mundo. Pero en una era donde la multipolaridad está en auge, esta imposición resulta anacrónica. La idea de que Washington pueda imponer su voluntad a China, la Unión Europea o las economías emergentes es una ilusión desfasada que ignora la realidad política y comercial moderna. En lugar de un imperio consolidado, lo que Trump pone en evidencia con estas políticas es una desesperación por no perder los privilegios históricos de EE.UU. como policía del mundo.
Lo que antes era un liderazgo indiscutible hoy se traduce en lo que coloquialmente llamamos "patadas de ahogado" para mantener su rol de gran hermano, de padre protector de la economía mundial. Bajo esta serie de desafortunados tropiezos políticos, antes con Biden y ahora con Trump, lo que realmente se esconde es una nación que ve cómo su hegemonía se debilita frente al ascenso de nuevos actores globales.
Con respecto a Venezuela, una economía que depende en gran medida de las exportaciones de petróleo y las relaciones comerciales con países sancionados por Estados Unidos, estas políticas podrían representar tanto un desafío como una oportunidad. Entre los desafíos se encuentran las restricciones comerciales y aranceles, los cuales pueden dificultar la importación de bienes esenciales, encareciendo los productos de consumo. No obstante, existen estrategias de mitigación, como la diversificación de los mercados mediante el fortalecimiento de lazos comerciales con China, Rusia e India para reducir la dependencia del dólar. También, como se viene diciendo desde hace muchos años, se debe fomentar la producción nacional y la sustitución de importaciones, invirtiendo en sectores como la agricultura y la manufactura para reducir la vulnerabilidad a los cambios en el comercio global. Adicionalmente, el uso de criptomonedas y alternativas financieras podría ampliarse a través de acuerdos bilaterales en monedas locales, lo que permitiría eludir las restricciones comerciales impuestas por Estados Unidos.
El día de la Liberación de Trump es una declaración de guerra económica disfrazada de proteccionismo, con ecos preocupantes de la Ley Smoot-Hawley. La historia nos ha enseñado que el aislacionismo económico rara vez beneficia a largo plazo. Si Venezuela busca mantenerse a flote con la ya delicada situación económica, sin depender de las decisiones de Washington, debe diversificar su economía, reforzar sus alianzas comerciales y promover una política de mercado que favorezca la autosuficiencia sin cerrar sus puertas al comercio global.
Abogado Nicolas Castillo
Especialista en Derecho Internacional Público. Docente Universitario