Uribe y su narcoparapolítica: una tragedia anunciada

El presidente Uribe se hace el paisa y pretende que se le crea su indignación e inmensa rabia por las actividades criminales de los grupos paramilitares, cuando hay demasiadas evidencias de que él tuvo activa participación en su creación en la oportunidad en que ejerció la gobernación de Antioquia. Se asegura que entonces ayudó a estructurar las llamadas “Convivir”, es decir agrupaciones disfrazadas de cooperativas de vigilancia, a las cuales se les armó y entrenó con la ayuda del Mossad israelí, para enfrentar a las guerrillas y que después se transformaron en los paracos criminales que hoy conocemos.

Lo sorprendente de todo esto es que mientras el mundo occidental y cristiano (incluyendo a Bush) guarda el silencio de los sepulcros ante las evidencias contundentes de que quienes han estado siendo detenidos por mandato expreso de la Corte Suprema de Justicia por sus vinculaciones muy estrechas con la narcoparapolítica son los compinches políticos del presidente de Colombia, no ahorra sus temerarias acusaciones de que nuestro país es un santuario de la droga, como una estrategia ya bien gastada, por cierto, para desestabilizar el gobierno Bolivariano.

Uribe grita desesperado que no aceptará a esos criminales, pero termina bendiciéndolos, como lo ha hecho ante el caso del exjefe del DAS, Jorge Noguera, quien logró salir de la cárcel al parecer libre de toda sospecha frente a las graves acusaciones que pesan en su contra, entre las cuales resalta su complicidad en un plan para asesinar al presidente Hugo Chávez. Se hace el sonso, ciertamente. Trata de eludir el bulto para ver si gritando de la forma en que lo hace se deslinda de toda responsabilidad por los innumerables crímenes y desmanes de todo calibre que los paramilitares han causado en poco más de una década y que ahora están saliendo a la luz pública con pelos y señales, pero no creemos que se salga con las suyas, pues recordemos que cuando su cancillera, María Consuelo Araújo, debió renunciar por ser hermana de un senador que había sido detenido por mafioso y por tener vínculos muy estrechos con importantes jefes paracos, éste amenazó con decir todo lo que sabía si era juzgado, dejando a entrever que en esas revelaciones que haría, quedaría muy mal parado hasta el propio presidente de la República.

¿En el caso de Noguera estará ocurriendo lo mismo…?


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Iván Oliver Rugeles


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