Ha sido una constante en la historia de las organizaciones mafiosas y criminales de cualquier tipo, que quienes forman parte de sus huestes no es nada extraño que sean puestos al descubierto por sus propios compinches porque algunos de ellos resulten flojos de lengua o porque, simplemente, fueron agarrados infraganti. Una vez entre rejas los delatados actúan de igual manera y todos, sin excepción, saben que al declararse culpables y/o delatar a sus cómplices de toda laya, tienen a su favor una serie de beneficios procesales. El país todo ha visto cómo brotan las delaciones a cada rato y tantas que ya forman parte de la agenda diaria de los colombianos.
De manera que estas revelaciones de Mancuso de que el Vicepresidente, Francisco Santos, “les había solicitado a los paras replicar su modelo armado en Bogotá” y que el ministro de la defensa, Juan Manuel Santos, les había pedido ayuda para “derrocar” al presidente Ernesto Samper Pifano, así como agregar a esas explosivas confesiones que los hoy retirados generales del ejército, Rito Alejo del Río, Martín Carreño e Iván Ramírez, fueron vitales para el crecimiento delictivo de su organización en todo el país, en absoluto sorprenden a nadie y, por el contrario, eran esperadas desde hace mucho tiempo, como aún se siguen esperando otras muchas más.
Uribe, como buen zorro de la política y que ha sabido sortear este tipo de calamidades exhibiendo en cada suceso la cara del yo no fui, hoy sale a darle un espaldarazo a los dos primos Santos y con ello a restarle toda credibilidad a lo dicho por Mancuso.
Pero es que no han sido solamente las declaraciones de Mancuso las que hoy sacuden el estamento gubernamental uribista. Un rosario bien largo de acusaciones de todo calibre se vienen dando desde hace al menos un año en donde los señalados son igualmente sus funcionarios (la mayoría burócratas de peso) y altos factores políticos de las agrupaciones que llevaron a Uribe a su primera presidencia en el 2002 y ahora, recientemente, a la reelección, por lo que nada bueno le presagiamos en el corto plazo, pues muchas de esas acusaciones si bien no lo vinculan directamente con el paramilitarismo y sus fechorías, de soslayo lo rozan y todo ello se da de esa manera porque,
simplemente, como ya lo vienen diciendo en alto voz algunos parlamentarios del Polo Democrático, Uribe Vélez tiene en sus manos para manejarlo como mejor le plazca, el dispositivo de la extradición a usamerica, arma para el chantaje sumamente efectiva y sobre todo para esa cáfila de jefes paracos que están siendo solicitados desde hace años por la DEA y a los cuales les esperan largas condenas en las cárceles norteamericanas.
¿Pero hasta cuando le funcionará a Uribe ese juego perverso…?
oliverr@cantv.net