La DEA, la CIA, el Departamento de Estado, la Casa Blanca, conocen de la trayectoria de Álvaro Uribe y en eso consiste su trampa: “O acatas los dictados de nuestra política o te sacamos los trapitos al sol”. Uribe sabe que eso es cierto, por cuanto ¿Quién entrega la información que conduce a la cárcel a congresistas y al propio primo de Uribe? Son tantos ya los detenidos, que según rumores, el Congreso legisla desde un pabellón de La Picota.
¿En qué consiste la trampa de Uribe? Consiste: (1) En la herencia familiar de narcotráfico. (2) Como fundador, ideólogo y gestor de las “CONVIVIR” -cuando fue gobernador de Antioquia- que se transformaron en las “autodefensas” y luego en los “paramilitares” que se extendieron por toda Colombia. (3) Como director de la Aerocivil otorgó licencias para que Pablo Escobar transportara cocaína dentro y fuera del país. (4) Fue amigo de los Ochoa Vásquez, un cartel tan temible como el de Pablo Escobar. Esta trayectoria hace de Uribe el peón que le cae al imperio como anillo al dedo para continuar el trabajo que realizaban Noriega, Montesinos, Fujimore, Pinochet, Videla, Sadam Hussein, Ben Laden y Aznar, a quienes el imperio hizo sumisos ejecutores de sus políticas, mientras le convino. Luego fueron perseguidos, apresados, enjuiciados, condenados, muertos o envilecidos.
Como prisionero de su propia trampa, Uribe tiene de rodillas la dignidad de Colombia. Vendió la soberanía por unos dólares, por fumigaciones, extradiciones, seis bases militares, suministro de radares, aviones, helicópteros y asesores que andan por el territorio colombiano, como, “Pedro por su casa”.
Otra trampa en que cayó Uribe fueron los amores imposibles con Chávez: éste antiimperialista, aquel pro yanqui. Uno revolucionario, bolivariano y socialista. El otro oligarca, santanderista y godo. A Uribe le habían prohibido esos amores, pero la perseverancia de Chávez hacía imposible la ruptura. Hasta que Uribe accedió al “intercambio humanitario” sin el permiso de la Casa Blanca. Las gestiones en manos de Chávez y Piedad avanzaron con extraordinaria rapidez, ganaron el respaldo de la opinión mundial. Eso rompía con la política guerrerista del Departamento de Estado y de la oligarquía, por cuanto la guerra es pretexto imprescindible para reprimir las luchas populares.
La guerra en Colombia enfrenta agudas contradicciones. Está entrampada. Para un militar la soberanía es un ideal republicano. Están hastiados y asqueados de esa guerra sin final. Altos oficiales y generales pasan la vida enterrados en la selva persiguiendo guerrilleros y de allí salen con expedientes y juicios militares por las masacres que realizan y las corruptelas en que caen. Alejados de la vida tranquila del cuartel, el hogar, la vida social. Todo por defender los privilegios de la oligarquía y del imperio. ¡Eso no es vida! El murmullo en la selva y los cuarteles es, “al diablo con esa oligarquía”. Uribe no puede escapar de su propia trampa. Ahora, acordonado por Correa y Chávez, Lula y Torrijos, está como salchichón de sanguiche.
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