Hay fiesta en la oposición política de Venezuela. Finalmente, después de encender tantas velas, los gringos se han decidido contra el país, dando sus primeros golpes a través de Colombia, que ya mueve sus piezas en la frontera, donde EEUU mantiene su más poderosa base militar del continente. No es un guerrillero a quien persiguen, ni a un capo de la droga corruptor de adictos consumidores en el principal mercado, los EEUU. Tampoco es nadie que construya una bomba atómica, ni un terrorista emigrado de Afganistán para esconderse en la Isla de Margarita o entre la selva colombo-venezolana. Tampoco es Hugo Chávez, enemigo de los intereses norteamericanos y desdibujador de la sacra imagen benefactora de los EEUU en América; él es un buen pretexto. Es el petróleo, los cincuenta años de abastecimiento seguro que necesitan los norteamericanos hasta tener tiempo para implementar otra fuente de energía sustituya. Son el mayor consumidor de energía del mundo.
Colombia no dice nada. Calla contra su familia y se deja utilizar cual preservativo para que forniquen a su propia madre. Recibe vía Plan Colombia 4.000 millones de dólares de los EEUU y tiene la esperanza de que le incrementen la mesada en caso de complacer a sus financistas y entrar en la guerra. Los perros de la guerra se frotan las manos al imaginarse los millones a vender por concepto de armamento y reconstrucción de ciudades post guerra. Las trasnacionales preparan sus maquinarias para apoderarse de los pozos. Colombia debe pagar los favores concedidos al haber recibido apoyo para fortalecerse ante el movimiento guerrillero y la misma pobreza del país, el principal factor tumba-gobiernos del mundo. Le favorece una guerra y cuenta con el apoyo del principal guerrero del mundo. Ganarían el Golfo de Venezuela, fortalecerían su posición contra la insurgencia, birlarían más espacios marítimos a Nicaragua, le callaría la boca a los generales ecuatorianos y los obligaría a calarse el problema de la guerrilla en la frontera sin chistar. Se convertiría en el guapetón de barrio apoyado, en el virreinato de la nueva América Latina. O en la odalisca imperial.
Posee la segunda mayor cantidad de efectivos listos para el combate, después de Brasil, siete veces más que Venezuela, 220.000 efectivos nada más en el ejército. Posee la permanente experiencia de tropas en combate frente a las tropas guerrilleras. Sin contar los marines de apoyo extranjero, quienes intervendrían al pintarle el mundo que Venezuela arremete contra Colombia, su aliado por estos montes. La OEA estaría obligada a dar su visto bueno, o a quedarse con los brazos cruzados; y la ONU... Total, EEUU financia el 60% de sus gastos y mucho de sus sedes tienen lugar en sus tierras. El portaaviones George Washington y el Abraham Lincoln, junto a los submarinos atómicos, navegarían, intimidatoriamente, desde Curazao y Guadalupe hasta las costas venezolana, parte norte. Por el lado sureste, cerca de la base norteamericana, las tropas invasoras penetrarían hasta el corazón del país por el lado del Amazonas que da con Colombia. Uribe gobernaría Venezuela. Retornaría el Estado Florida completo, con cubanos incluidos. Venezuela sería la ampliación de la base militar norteamericana en Colombia.
Cuenta Colombia con apoyo de la oposición política venezolana, encabezada por Rosales haciendo su trabajo en el Zulia; con los millonarios de Venezuela, gente sin nacionalidad en ninguna parte del mundo. Con la gente a pie que, realmente, a fuerza de Globovisión, ha llegado a la conclusión que lo venezolano es enemigo de lo venezolano y hay que combatirlo aliándose con lo extranjero. Lo justifica un pote de leche que no se consigue en los anaqueles de los mercados, o un kilo de arroz, que ya empieza a escasear, producto de las malas políticas del gobierno –según le han inculcado-, a despecho de la inocencia y esfuerzos de la oposición y medios de comunicación, que siempre le abre los ojos al pueblo. Ellos, los ricos dueños de los medios de producción, lo que hacen es producir y no andan escondiendo nada para tumbar a ningún gobierno ni preparar condiciones para extranjeras invasiones. El pueblo tiene razón y no Jesucristo –les recitan-, ese que dijo que no sólo de pan vive el hombre. No se puede esperar; mayoría gana. Jesucristo es uno sólo y Venezuela es un pueblo completo. La verdad está con quien da o niega la comida. ¡Vivan los medios aliados de las masas!
Los gringos, apaleados en el Medio Oriente por la tan inesperada y repentina alianza entre Irán y Rusia, que los dejó sin petróleo, andan sedientos de gloría, de reparar su autoestima aporreada. Colombia es un aliado con un buen ungüento, y Venezuela posee el perfil de débil país que promete una fácil victoria, como es su oficio imperial de inventarse enemigos flacos. Poseen un ejercito deambulante en el exterior que no puede estar ocioso. Tiene su costo de mantenimiento; los soldados comen, beben, gastan en armamento, necesitan diversión. Deben hacer la guerra y buscar la manera de hallar beneficios para aliviar sus ingentes gastos. Además, todo se lo retribuyen su gran patria, Norteamérica. De modo que la guerra es obligación patria para ellos. Para nosotros, en cambio, tiene que ser un problema defendernos.
Venezuela no ha sido libre desde la época de Juan Vicente Gómez, o un poco más atrás, desde el momento del bloqueo de las costas durante el mandato de Cipriano Castro. Chilla por independizarse, como ya lo hiciera en el pasado contra el imperio español. Pero este es gringo, diferente, más fuerte, con bombas atómicas que lanza en países de modo fragmentado. Aquel venía por el oro y las especias; este por agua y petróleo. Se sublevan también otros países, transidos de problemas sociales y deseos de que el país que pisan fuera suyo: Ecuador, Bolivia, Nicaragua. Todos intentan integrarse, pero sus oposiciones internas y el imperialismo los maniatan y trunca sus sueños de independencia. Cuentan con Venezuela, pero Venezuela durante años fue un país dormido, sedado, que ni se preocupó por convertirse en padrote ni buscarse un padrino que no fuera el sempiterno explotador del norte. Y hoy necesita uno que le haga disuadir con poder propio el poder imperialista en la región. Necesita con urgencia aliados, rusos o chinos, cualquiera que obligue a reconfigurar el poder militar y la guerra de intereses en este rincón del mundo.
¿Como con Panamá, Grenada e Irak, ocurrirá una agresión contra el país y nada ni nadie moverá un dedo? ¿Se permitirá el mundo semejante barbarie? Las tropas colombianas, con todo y su número, no ha de interesar a Venezuela, acostumbrada al mando y dominio sobre ellas. Son unas tropas que no le infunden miedo ni a la guerrilla, contra quienes no han podido, teniendo la necesidad de reinventarse como paramilitares para lograr algo. Interesan las tropas trasatlánticas, sofisticadas, humillantemente invasoras, capturadoras de los recursos naturales, representantes del imperio. Contra ésta se requiere el freno, el equilibrio de la balanza, una fuerza disuasiva, como cuando la altanera Cuba de principios de la revolución, muy cerca del terruños gringo, con alianzas poderosas y hasta artefactos nucleares. Venezuela es un país de importancia geoestratégica en el planeta y su defensa, más incluso en trance de guerra, bien vale el esfuerzo de una diplomacia de la guerra, si fuera feliz el término para significar que debe hablarle claro al mundo y motivar a sus centros de poder para que tomen decisiones a efectos de equilibrar intereses y ambiciones.
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