Los semantólogos del Pentágono andan alborotados, y no precisamente de aquel celo de carácter libidinoso propio de los animales racionales o no; los operarios de una semiología muy especial, dirigida a cambiar la interpretación lógica- racional de la realidad inmanente y circundante de grandes grupos sociales determinados, tocan en su desespero los brumosos cielos de la imbecilidad. En esas operaciones de cambio, recambio y retrueque, de lo ya interpretado, de lo ya sabido o de lo que ya está posesionado en el subconsciente, los pragmáticos herederos de William James de Wilhelm Dilthey y de John Dewey, han ideado la estratagema de remoquetear al nombre de Fidel en lo que representa para la historia del Continente americano, para África y para del resto del Mundo, con el sugestivo y gatopardeano apelativo de Mito.
En principio pareciera que este vetusto apellido indirgado a Fidel, y perteneciente al reino de la fantasía politeísta de Culturas ancestrales, fuese una operación inocente, una suerte de balbuceo de Caperucita biche, pero ciertamente no lo es, en verdad es toda una maniobra para caracterizar a Fidel Castro Ruz, como Mito, al igual que toda la Cultura occidental ha caracterizado a Zeus, a Júpiter, a Neptuno, a Juno, a Minerva, entre otros seres fantásticos, y en cuya lista, los negocios clericales del Vaticano y de otras trasnacionales religiosas, se han negado incluir al Dios que supuestamente hizo los Cielos y la Tierra, y creó a la mamá Eva y al papá Adán.
La intencionalidad de estos pseudo científicos de la Simbología, es clara: ante la actuación destacadísima de Fidel en la Historia en la segunda mitad del siglo pasado y en lo que va de esta centuria; es necesario desposesionarlo del imaginario popular como el hombre que con un puñado de valerosos cubanos, asalto el cuartel Moncada, se defendió magistralmente ante sus acusadores con su brillante alegato de “la Historia me absolverá”, y luego se vino de Méjico en el yate Granma, y después de sobrevivir al ataque del ejército baptistiano en Alegría del Pío, se instaló con su columna guerrillera en la Sierra Maestra, de la cual bajó con el Che y con Camilo, y entró triunfalmente en la Habana el primero de Enero de 1.959. Mas tarde, el Mundo presenció como una pequeña isla, con Fidel a la cabeza, desafiaba, y obtenía victorias militares, libraba batallas encarnizadas por sobreponerse al criminal bloqueo, y de algún modo, vencía al Imperialismo norteamericano, el más poderoso de todos los Tiempos. Esa radiante trayectoria de un hombre de carne y hueso, pero cuya vida de luchas inclaudicables en favor de la socialización científica de la especie humana, es necesariamente un ejemplo a seguir por futuras generaciones de los más apartados rincones del Planeta, ese constante batallar por las mejores causas de la clase trabajadora de todo el orbe, es para la concepción existencial del Imperialismo, un verdadero peligro. Por lo que el cerebraje imperialista se moviliza, y decide colocar a Fidel como un mítico personaje que poco o nada tuvo que ver con la realidad de su tiempo y de los tiempos venideros.
Fidel, con su distintivo de Mito, regalo de los semióticos del Departamento de Estado de los EEUU, no sería visto ni sentido por las próximas juventudes como un hombre que existió, luchó y triunfó realmente frente al Imperialismo norteamericano, sino más bien como una leyenda producto del delirio y de la imaginación de los desadaptados, de los trabajadores inconformes con sus rol de esclavos, o simplemente lo verían, siguiendo la agresiva propaganda mass mediática, como un cuento más del diabólico Comunismo.
El Imperialismo sigue soñando con la muerte de Fidel, lo cual no es posible, precisamente por que Fidel no es un Mito, ni va a serlo nunca, a pesar de sus esfuerzos semánticos.
Ya poco importa el momento en que Fidel desaparezca físicamente, si su vida continuada existe en cada cubana, en cada cubano, en cada niña o niño latinoamericano. De cierto, de cierto os decimos que Fidel vive y vivirá en cada ser humano de este Planeta.
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