La hipocresía
humana indiscutiblemente puede llegar hacia niveles francamente inimaginables
y aberrantes. Cuan significativa se ha tornado la degeneración política
de Colombia que lamentablemente ha logrado llevarse consigo buena cantidad
de sus instituciones sociales, culturales y religiosas.
Hoy en Colombia
no es que Dios se encuentre en crisis, sólo que el vellocino de la
droga ha generado mayores plusvalías “espirituales” y materiales
para los “santos varones” de la iglesia católica y del gobierno
nacional. Tan abominable y jugoso resulta este negocio que igualmente
se gana al “combatirlo como al negociarlo.
Difícilmente
alguien en este momento podría pensar que la novela “sin tetas no
hay paraíso” sea exclusivo producto de una fértil imaginación.
Los niveles de descomposición, intriga y pillaje presentes en la realidad
de Colombia sólo gracias a la irresponsable actuación de sus máximas
autoridades frente al Acuerdo Humanitario y el Proceso de Paz han podido
ser conocidas y aborrecidas a nivel mundial.
Según una
de sus últimas declaraciones antes de la Cumbre de Río se pudo conocer
que al sr. Uribe no le conforta ni le satisface “las palmaditas de
hombro” a la que se han limitado las demostraciones de apoyo y solidaridad
de los gobiernos latinoamericanos en su “búsqueda” de la paz. Cabría
preguntarse acaso lo ideal para sus intereses hubiese sido una coalición
regional que militarmente le ayudara a diezmar otra buena parte de sus
propios hermanos colombianos. Será acaso esa su idea de integración
y de complementariedad.
Más allá
de dónde prefiera “las palmaditas” de ahora en adelante el sr.
Uribe debiera de interesarse por cumplir con el compromiso manifiesto
en la Cumbre de Río, sinceramente enmendar la bofetada que pretendió
darle a Latinoamérica con sus ataques preventivos, y de rastreramente
tratar de sepultarle el Acuerdo Humanitario al pueblo colombiano.
No cabe duda que el principal proponente de su política guerrerista, el gobierno de los Estados Unidos, se haya convencido que una de las peores pesadillas, la de ver una Latinoamérica unida, es una gran realidad. Con el rotundo fracaso de su principal aliado en la Conferencia de Río verdaderamente hoy más que nunca se tornarán más suicidamente peligrosos y creativos. Se sabe que Uribe no enmendará.
waldomunizaga@hotmail.com