Ningún acontecimiento político y social hay tan importante en el siglo XX, por sus ulteriores consecuencias, como la revolución que estalló en Rusia en el año de 1917 y que había de dar nacimiento a un nuevo tipo de Estado que se ha demostrado poderoso y proselitista. Se va a intentar, por lo tanto, de describir su génesis, desarrollo y posterior evolución hasta 1939, año en que al comenzar la II Guerra Mundial la actividad de la Unión Soviética se verá en relación con el resto del mundo. Se pretende con ello presentar una visión coherente, ordenada y sistemática de la formidable evolución experimentada por el viejo Imperio de los Zares y el poderoso impacto que su nacimiento provocó en el resto del mundo, puesto de manifiesto de modo especial al final de la II Guerra Mundial.
Pese al carácter de movimiento de masas que se ha supuesto en la Revolución Rusa, y sin desconocer, en efecto, que el pueblo entero fue en realidad su protagonista, es obvio afirmar que no se hubiera producido sin una minoría dirigente y rectora que puede calificarse de excepcional. Las “personalidades” cuyo culto, a la larga, sería combatido, se impusieron desde el primer momento y así es posible hablar de una “época Lenin” y una “época Stalin”, por lo que se hace necesario comenzar el estudio de la Revolución por una pequeña biografía de los principales protagonistas que, en su esencia, puede centrarse en tres figuras: Lenin, Trotski y Stalin.
LENIN. Simbirsk (nombre cambiado en 1914 por Ulianovsk) era en 1870 una pequeña ciudad de provincia a orillas del Volga, en el curso medio del gran río ruso. Poblada en gran parte por descendientes de tártaros, contaba con unos 30.000 habitantes y su importancia quedaba disminuida por la proximidad de Kazan. En dicho año y ciudad nació el 22 de abril Vladimir Ilitch Ulianov, tercero de los hijos habidos en el matrimonio entre Ilya Nicolaievitch Ulianov, profesor de Ciencias y consejero de Estado, y María Blank, hija de un médico militar. Los rasgos étnicos de los tártaros quedaban claramente de manifiesto en aquel niño de pómulos salientes, pelo rubio y mentón voluntarioso que de modo tan decisivo había de influir en la historia de su país y del mundo.
Vladimir cursó los grados primario y secundario en su ciudad natal, donde quedó huérfano de padre a los quince años, cuando sus dos hermanos mayores, Alejandro y Ana, estudiaban en la Universidad de San Petersburgo. Buen alumno, insaciable devorador de libros. Vladimir estaba ya al corriente del movimiento social ruso y europeo cuando terminó lo que llamaríamos Bachillerato en 1887. Este mismo año, el hermano mayor, Alejandro, era detenido bajo la acusación de preparar un atentado contra el zar Alejandro III, inspirado por la organización terrorista Narodnaia Volia (La Voluntad del Pueblo). Condenado a muerte, fue ahorcado el 8 de mayo del citado año y este hecho ejerció una influencia decisiva sobre Vladimir.
Esto no fue obstáculo para que el joven se trasladara a la ciudad de Kazan para iniciar sus estudios de Derecho en esta Universidad, bruscamente cortados al ser expulsado de la misma en diciembre del expresado 1887. Pero Vladimir era un muchacho inteligente. Preparó la licenciatura y consiguió el título en San Petersburgo cuando contaba diecinueve años. Al mismo tiempo había continuado sus lecturas marxistas y actuaba ya en medios revolucionarios, lo que no era ciertamente un mérito para conquistar una clientela en la capital rusa.
Integrado ya en los grupos activistas revolucionarios, Vladimir se puso en comunicación con los marxistas residentes en la Europa occidental, y en 1895 viajó hacia Suiza para visitar al gran teórico de esta idea, Jorge Plekhanov, con quien más tarde tendría que enfrentarse. Visitó después París y Berlín, informándose del movimiento proletario en estos países, para regresar a Rusia, donde el mismo año era detenido en una reunión clandestina y, tras catorce meses de cárcel, deportado por tres años a Siberia.
Allí se le unió una muchacha a la que había conocido en el ambiente revolucionario de San Petersburgo. Nadeia (Nadia) Constantinova Krupskaia, con la que contrajo matrimonio, autorizado por un pope de la Iglesia ortodoxa, el 10 de julio de 1898 en la localidad de Chuchenskoie, cuando el futuro Lenin tenía 28 años y Nadia uno más. En los albores del nuevo siglo que comenzaba, en 1900, y cumplidos los tres años de destierro, Lenin regresó a San Petersburgo donde fue otra vez detenido. Consiguió, sin embargo, escapar y trasladarse de nuevo a Suiza, donde empezó a chocar ya con Plekhanov, y más tarde a Munich, ciudad en la que se le reunió la Krupskaia en 1901, terminado su destierro. Por entonces había decidido ya adoptar un seudónimo, como la mayor parte de los revolucionarios, y tomó el de Lenin, derivado, al del río Lena, que conoció en la época del destierro.
Por aquel tiempo comenzó la publicación del primer periódico regular comunista, Iskra (La Chispa), que se introducía en Rusia de modo clandestino y no siempre. Por entonces también conoció en Londres (octubre de 1902) a un judío, hijo de un propietario ucraniano, Leiba Dadidovitch Bronstein, de 25 años a la sazón, y que contaba ya con un destierro en Verkholensk. (La Pluma) era el seudónimo con que se presentaba el que después sería universalmente conocido con el de Trotski.
En julio de 1903 asistía Lenin al II Congreso del Partido socialdemócrata fundado en Minsk cinco años antes. Se inició en Bruselas y pasó de allí a Londres por prohibición del gobierno belga, y en él estalló la definitiva escisión que había de separar a Lenin de Plekhanov. Iskra desapareció y apareció, en cambio, el “bolchevismo” (partido de los mayoritarios) frente al “menchevismo” (los minoritarios). De vuelta a Suiza, Lenin conoció a dos jóvenes cuyos nombres sonarán en los primeros tiempos del nuevo régimen ruso: Lunatcharski y Zinoviev.
La revolución rusa de 1905, consecuencia de la derrota del zarismo en la lucha contra el Japón, y preludio de la Gran Revolución, causó enorme entusiasmo entre los emigrados socialistas. Plekhanov reunió un Congreso de mencheviques en Suiza, en tanto que Lenin convocaba en Londres el de los bolcheviques. A finales de año, Lenin estaba de nuevo en Rusia, junto con la Krupskaia. Pero la dura represión de 1906 obligó a Vladimir a huir, primero a Finlandia y más tarde a Londres, donde se reuniría de nuevo el Congreso socialdemócrata. En 1908 Lenin se encontraba en París al frente de una Escuela de formación marxista, uno de cuyos discípulos sería Gregorio Ordjonikidze. Nuevos elementos colaboraban ya con Lenin: Krilenko, un intelectual licenciado en Historia, y Kamenev, en el exterior, y Stalin en el interior del país. Lenin se trasladó a Polonia en 1912 para estar más cerca del país. Y el mismo año, el 22 de abril, aparecía en San Petersburgo el primer número de Pravda (La Verdad), con el título mismo de la revista fundada años antes por Trotski en la ciudad de Viena. De Polonia marchó a Austria, siempre con su inseparable Krupskaia, y en este país le sorprendió la declaración de Guerra. Detenido por la policía austriaca, fue puesto en libertad y marchó a Suiza, donde pasaría la guerra hasta el gran estallido de 1917. Desde el primer momento Lenin denunció la guerra como un asunto “colonial, imperialista, capitalista y dinástico”. Y sus más duros tiros fueron dirigidos contra el socialismo que había votado créditos para la guerra en Francia y en Alemania. En Lausana pedía a los soldados “que volvieran sus armas contra su gobierno y los partidos que lo apoyan, y no contra sus hermanos de los otros países”.
TROTSKI. Ya se dijo anteriormente que el nombre completo de Trotski era Leiba (León) Dadidovitch Bronstein, judío de raza como acreditaba su físico de nariz prominente y barba puntiaguda. Intelectual, era ya conocido por sus escritos en la juventud, por su finura de literato y por sus rápidas reacciones. Su actitud política le valió una condena en 1899, a los veintidós años, de cuatro de destierro en un apartado lugar siberiano de donde huyó dejando a su primera mujer y a dos hijas del matrimonio. En 1902 conoció en Londres a Lenin y se afilió al Partido, pero la escisión de 1903 le movió a formar su propio grupo al año siguiente.
La revolución de 1905 le sorprendió en Ginebra, de donde partió inmediatamente hacia San Petersburgo. Allí fue miembro primero y más tarde presidente del Soviet de la capital, lo que le valió ser detenido. En aquella prisión concebiría su idea de “Revolución permanente”, en la que había de señalarse. Al año siguiente se celebró el proceso, en el que Trotski fue condenado de nuevo a deportación a Siberia, a un olvidado pueblo llamado Obdorsk. Al momento de partir se enteraba de que su segunda mujer, Natalia Sedova, le había dado un hijo. Pero Trotski no llegó a la meta señalada; simulando estar enfermo se quedó en el hospital de Berezovo, desde donde tomó el tren hacia San Petersburgo, marchó de allí a Finlandia y se presentó en Londres a tiempo de concurrir al Congreso del Partido. Ante la falta de unidad, Trotski insistió en la formación de su propio “partido” y, trasladado a Viena, comenzó la publicación de una revista, Pravda, que más tarde habría de convertirse en el diario del Partido, sin conocimiento de su propio fundador. Natalia Sedova se le había reunido y le había dado un nuevo hijo. Fueron años difíciles para el revolucionario que determinaron su traslado a Suiza en el momento en que comenzaba la I Guerra Mundial.
En este país redactó el Manifiesto de Zimmerwald en 1915, en el que se precisaban los fines del Partido en relación con la guerra en curso. Inmediatamente partió con él hacia París con objeto de difundirlo entre los proletarios franceses. Registrado en la Aduana, no se consiguió encontrar el manuscrito del Manifiesto, encerrado en una carpeta en cuya portada se leía “¡Viva el Zar!”. Pero no estuvo mucho tiempo en Francia; en octubre de 1916 era expulsado de este país a petición del embajador ruso y se trasladaba a España, desde donde, expulsado a la vez, embarcó en Barcelona con su mujer y sus dos hijos hacia Estados Unidos. Allí, La Pluma, el seudónimo de su juventud, editó un periódico revolucionario en Nueva York, Vida Nueva, y se enteró del estallido de la revolución de marzo y de la caída de la monarquía en Rusia. Sin pensarlo mucho embarcó con su mujer y sus hijos en un barco noruego que se dirigía a Europa, pero las autoridades inglesas le desembarcaron en el Canadá y le encerraron en un campo de concentración en Nueva Escocia. Tras veintiséis días de prisión fue puesto en libertad y a continuación marchó a Gran Bretaña, desde donde se encaminó a Suecia y Finlandia para llegar a Petrogrado el 17 de mayo de 1917. En este mismo año reingresaba en el Partido bolchevique y participaba en la gran Revolución como una de sus tres grandes figuras.
(Como y por qué se alza el ignorado TROTSKI, ganando de golpe autoridad superior a los más viejos y prestigiosos Revolucionarios... Sencillamente, se ha casado. Junto a él viene a Rusia su mujer, Sedova. ¿Saben ustedes quien es ella? Es la hija de GIVOTOVSKI, unido a los BANQUEROS WARBURG, socios y parientes de JACOB SCHIFF, grupo FINANCIERO de WALL STREET; es decir, la GRAN CONSTELACIÓN BANCARIA, una de las cinco de LA FEDERAL RESERVE. Ahí tienen el motivo de que TROTSKI, de un golpe pasase a la cabeza del escalafón Revolucionario. Y ahí tienen la clave de su personalidad verdadera). El clan judío lo utilizó como caballo de Troya para tratar de apoderarse del poder en la Rusia post-revolución, y a través de él lograr la eliminación de Lenin.
STALIN. El tercer protagonista se llamaba Iossif (José) Vissarionovitch Dshugaschvili y había nacido el 21 de diciembre de 1879 en Gori, pequeña villa de Georgia, hijo de un zapatero, Vissarion, y de una piadosa mujer, Catalina, que soñaba para su hijo un alto cargo en la Iglesia Ortodoxa. A tal efecto, Iossif, o Soso, como le llamaban familiarmente empleando el diminutivo de su nombre, ingresó en el Seminario de Tiflis a los catorce años. “A los quince años –dice el propio Stalin- ingresé en el movimiento obrero cuando me relacioné con los grupos ilegales de los marxistas rusos que vivían entonces en Transcaucasia”. Desde ese momento la vida del joven seminarista es inseparable de la lucha revolucionaria del proletariado ruso, consagrada enteramente al servicio de la clase obrera y del socialismo.
En 1898 ingresa en la sección de Tiflis del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia. “Recuerdo el año 1898 –escribe Stalin en 1926- cuando por primera vez me enviaron a dirigir un círculo obrero de los talleres ferroviarios. Aquí en medio de estos camaradas, recibí entonces mi primer bautismo de fuego revolucionario. Mis primeros maestros fueron los obreros de Tiflis”. La lectura de libros considerados prohibidos por la dirección del centro determinó su expulsión del seminario el 29 de mayo de 1899, cuando tenía diecinueve años, por hacer propaganda marxista y entra a trabajar en el Observatorio físico de Tiflis. Este grupo llevó a cabo una enorme labor revolucionaria de propaganda y de organización para crear una sección ilegal del Partido Social Demócrata. Stalin encabeza este grupo. Cuando, en diciembre de 1900, aparece la Iskra leninista, Stalin adopta íntegramente sus posiciones.
Pero ya entonces Sosso, que ahora se hacía llamar Koba, era revolucionario. Y se mezclaba con el proletariado de Tiflis y entraba en contacto con el grupo del Partido que se había constituido cinco años antes. Un emisario de Lenin significó para Koba la primera noticia de la existencia de aquel revolucionario entonces exiliado. Y la definición de (revolucionario profesional), es decir, entregado por completo a la causa de la Revolución, encajó por completo en la mentalidad de aquel muchacho robusto, de frente estrecha y poblados bigotes y barba negros. En agosto de1900 desarróllase en Tiflis una gran huelga de los obreros de los talleres ferroviarios, de los obreros a los que Stalin, en 1889, enseñaba marxismo y de los que recibió el “bautismo de revolucionario”. En la manifestación del 1º de mayo de 1901 de Tiflis, celebrada de acuerdo con las declaraciones del Congreso Internacional Socialista de 1889, era organizada y dirigida por Stalin, el hombre que, cincuenta años más tarde, al frente del primer Estado socialista, dando continuidad a la obra de Lenin, y tuvo lugar su primer enfrentamiento con la policía zarista. Buscando refugio conoció a un médico llamado León Rosenfeld, a quien Koba dará el nombre con que será conocido: Kamenev. Y poco después se relacionó con otro revolucionario famoso: Kalinin. En 1902 sufrió su primer encarcelamiento, que terminaría en 1904, año en el que contrajo matrimonio con Ekaterina Semionovna Svanidze en una parroquia de Gori. En el mismo año 1904 era asesinado el ex-jefe de policía Plehve, comenzaba la guerra ruso-japonesa y nacía el heredero de la corona rusa, el zarevitch Alejo, mientras las dotes organizadoras y el entusiasmo del recién casado Koba daban como resultado una huelga general en Bakú
En 1905 se produjo el primer contacto personal de Koba con Lenin en Tampere (Tammerfors), Finlandia, con motivo de una reunión de revolucionarios para adoptar una decisión ante las próximas elecciones de una Duma convocada por el zar. Se había producido el “domingo rojo”, con secuencia de la derrota rusa ante los japoneses, y el “ensayo general”, que había determinado al autócrata a intentar un régimen democrático. Stalin escribió después la impresión que le causó el jefe revolucionario: Yo esperaba enfrentarme con un águila de los montes, con un hombre grande no sólo en el plan político, sino también en el físico... También se enfrentó con él en el asunto que les reunía: el georgiano se opuso tenazmente a participar en las elecciones y expuso su opinión de continuar el camino trazado hasta entonces. Lenin transigió y le dijo a Koba: Usted es duro como el acero. ¿Por qué no llamarse Stalin? (Stalin significa acerado en ruso), y Koba guardó en su opinión de continuar el camino trazado. En 1906 asistía Koba al Congreso de Londres, tras el cual regresó a su país, encargado de acciones terroristas para suministrar fondos a la organización revolucionaria. Apenas llegado a Tiflis asistió a la muerte de su mujer Ekaterina, que le había dado un hijo, Yasha (1907). Dos meses después de la muerte de su mujer, de tuberculosis, organizaba el atraco del 12 de junio de 1907, mediante un ataque con bombas a la escolta que conducía al Banco la cantidad de 375.000 rublos, que cayeron en manos de los revolucionarios y que pronto empezaron a circular por toda Europa.
Stalin marchó a París, regresó a Tiflis, fue detenido y condenado a dos años de deportación. Escapado de nuevo, se presentó en Londres, (diciembre de 1912) a Lenin, quien le encargó de solucionar la cuestión de la publicación de Pravda en San Petersburgo, confiada a otro revolucionario de primera hora. Viaceslao Mikhailovitch Scriabin, más conocido por el seudónimo de Molotov. Nuevo viaje a Europa, a Austria esta vez, donde Lenin le confirmaría su seudónimo, con el que habrá de escribir en Pravda. Nueva detención en San Petersburgo y confinamiento en Siberia, juntamente con otro gran comunista: Yakob Mikhailovitch Sverdlov. El estallido de la guerra sorprendió a Stalin en la helada comarca. Tres años pasará en ella hasta la primavera de 1917, cuando reviente el gran furúnculo de la autocracia rusa y estalle la primera revolución. Todos los exiliados, encarcelados y deportados se pondrán en camino hacia Petrogrado, y Stalin, como los demás, acudirá a la gran cita de la que había de salir la Revolución...
Salud Camaradas Revolucionarios.
Hasta la Victoria Siempre.
Patria Socialismo o Muerte.
¡Venceremos!
manueltaibo@cantv.net