“Que el fraude electoral jamás se olvide”

El modelo Juarista

Algún amigo lector me recomienda eliminar el lema de estos artículos, el que recuerda el fraude electoral todas las semanas desde hace ya más de dos años; en su opinión, al eliminarlo obtendría yo un mayor número de lectores. Confieso que tomé muy en serio la propuesta; el afán de lograr que me lean gentes que piensan diferente reviste un gran atractivo. No obstante, deseché la recomendación ¿Cómo olvidar el fraude electoral, cuando es más que patente el daño que se le produjo a la Nación? Sería como haberle pedido a Juárez que contemporizara con Maximiliano y olvidara su origen espurio. Hoy hasta los priístas manifiestan su descontento con el desgobierno de Calderón. Ya no sólo se le critica por ilegítimo, por entreguista o por estúpido, ahora también se le agrega el calificativo de omiso e irresponsable, dicho por sus propios aliados.

Viene al caso la remembranza de la figura de Benito Juárez por su intransigencia ante el quebranto a la ley y, principalmente, por su inagotable combate a las fuerzas del oscurantismo y los privilegios, cuya vigencia cancelaba las aspiraciones de progreso de la Nación Mexicana. Es oportuno recordarlo hoy cuando registramos la actitud de un presidente espurio que revive la figura del inefable Santa Anna, a quien también le disgustaba tener que hacer frente a los problemas y prefería huir a su hacienda en Veracruz y dejar el gobierno en manos de otros. Calderón hace lo propio y se fuga a la primera oportunidad de inaugurar nimiedades o presidir reuniones intrascendentes. También lo emula en su actitud de entrega de la nación al extranjero y en la sustentación de su mandato sobre las bayonetas del ejército.

Vino el francés a exigir la entrega de una delincuente, paisana suya, para purgar su pena en suelo galo; Calderón formó una comisión para evadir la responsabilidad. Los gobernadores de los estados petroleros le reclaman el compromiso de construir la nueva refinería en sus estados (seguramente suscrito para granjearse el apoyo para su fallida reforma entreguista del petróleo) y convoca a un foro para que decida por consenso. Banamex cae en estado de ilegalidad al momento en que el gobierno de los Estados Unidos se hace propietario de su mayoría accionaria, lo que obliga al gobierno mexicano a incautar al banco o, en último término, a fijar un plazo perentorio para que las acciones de la empresa sean vendidas a particulares; Calderón se esconde y abre un plazo de tres años para ver si aquel gobierno cambia de opinión. Son éstas solamente expresiones últimas de lo que ha caracterizado al régimen.

Creo que, a diferencia de Santa Anna que se aburría de gobernar, a Calderón lo que le sucede es que ya se cansó de fracasar. Sus mejores proyectos han terminado en un rotundo fracaso. Aquel programa inicial de fomento al primer empleo, se murió de inanición; el empleo ha visto su mayor merma en la historia; la inversión extranjera, a la cual dedica sus mayores esfuerzos, ha registrado la mayor disminución de los últimos años; la reforma petrolera para su privatización fue frustrada por la movilización popular; el combate a la inseguridad ha multiplicado exponencialmente el desorden y la violencia, en detrimento de la población y, lo que más le duele, el nefasto presidente legítimo, para el que decretó la muerte civil, sigue creciendo y cuestionando al régimen. Puro fiasco. Así cualquiera se cansa.

Y, en efecto, al puro estilo juarista, Andrés Manuel avanza en el proyecto de refundación de la república, consolidando su base popular y dotándola de la organicidad requerida. En la asamblea informativa del pasado domingo, que nuevamente colmó el Zócalo de la Ciudad de México, dio cuenta de su recorrido por los más de dos mil municipios que se rigen por el sistema de elección constitucional, así como del registro de más de dos millones de representantes del gobierno legítimo. Se dice fácil, pero es una hazaña nunca realizada por político alguno. También se anunció la creación de las llamadas Casas del Movimiento en cada una de las capitales del país y de las delegaciones del DF. Por cierto, y para alimentar la frustración de sus adversarios, Marcelo Ebrard fue el encargado de hacer la declaración de clausura de la reunión previa, en la que participaron los representantes de todos los comités municipales y estatales; por más que provoquen la ruptura, la alianza está firme.

Anteriormente, AMLO comentó que, de no haber sido despojado del triunfo electoral, ya se estarían terminando de construir las tres refinerías a las que se comprometió, y no lo dudo. Es una característica de Andrés Manuel hacer honor a su segundo apellido, es un verdadero obrador que se traza una meta y la logra. Cuando asumió la Jefatura de Gobierno del DF anunció que se reuniría todos los días a las seis de la mañana con su gabinete de seguridad para dirigir las acciones en la materia, para una hora después sostener una conferencia de prensa; nadie creyó que pudiera sostener el ritmo pero, salvo contadas excepciones de fuerza mayor, lo cumplió hasta el fin de su mandato. Igual sucedió con las pensiones a los adultos mayores o con la Universidad de la Ciudad de México, o con los segundos pisos del periférico y, en general, con todos sus compromisos de campaña. En todos los casos se demostró que, además de ser un líder incuestionable, es un ejecutor efectivo y cabal administrador.

Hechas estas lamentables comparaciones, díganme, queridos lectores, si puede ser olvidado el fraude electoral. ¡Imposible!

gerdez999@yahoo.com.mx


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Gerardo Fernández Casanova


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