Guerra bacteriologica: ¿El 11 de septiembre a la Mexicana?

GUERRA BACTERIOLÓGICA: ¿EL 11 DE SEPTIEMBRE A LA MEXICANA?

Las dos últimas semanas de abril han devenido en una verdadera pesadilla para el mexicano de a pie. Una sorpresiva alerta epidemiológica ha sido decretada por el Estado y se suman en miles los “infectados” por una nueva cepa de la gripe porcina (ahora rebautizada “a secas” como AH1N1), la cual ha provocado decenas de muertes en suelo azteca. La drástica decisión de suspender las clases desde primaria hasta nivel universitario, así como todos los eventos y espectáculos públicos, al igual que la actividad de restaurantes, museos y discotecas, no deja de ser extemporánea en una urbe de más de 20 millones de habitantes, en la cual las estadísticas de la novel influenza no dejan de ser ínfimas.

Si el virus es curable cuando se trata a tiempo y los números de convalecientes aún son tan bajos, ¿por qué tanta desmesura a la hora de aplicar medidas de contención y control sanitario? Al parecer podría haber gente muy interesada en desviar la atención de la opinión pública mexicana –y mundial- en otra dirección.

El 11 de septiembre de 2001, el ataque a las Torres Gemelas y el Pentágono sirvieron de pretexto al complejo militar-industrial estadounidense para retomar la agenda belicista a escala global y crear un nuevo enemigo: el terrorismo. A través del miedo y la constante amenaza, la superestructura del Imperio buscaba la desmovilización de las masas dentro del país y así extinguir la ola de descontento popular debido al fraude electoral de 2000, en el cual George W. Bush fue impuesto como nuevo Jefe de Estado. Más tarde, arribarían las cartas con “ántrax” y la paranoia se triplicaba. Después de 8 años de aquellos acontecimientos, hoy queda más patente la farsa del 11-S y su utilización como trampolín para desatar una conflagración a escala planetaria, con el objetivo de posicionar a Estados Unidos como el “gendarme mundial” y apoderarse de los recursos energéticos del orbe. ¿Quién ganó más con el 11-S? Sin lugar a dudas, fue George W. Bush: su nivel de aceptación salió del sótano, quedó como el “muchacho de la película” ante los ojos de los aterrorizados gringos, se aseguró la reelección de 2004 y desencadenó dos conflictos bélicos casi simultáneos en Afganistán e Irak.

En el contexto mexicano, hay muchos puntos en común con lo antes descrito. Como George W. Bush, Felipe Calderón, actual Presidente de la República, es fruto de otro fraude electoral y, al igual que el ex inquilino de la Maison Blanche, enfrenta un enconado rechazo de las grandes mayorías de la nación que no lo asumen como legítimo. Aunado a esto, la precaria situación económica y social de México, en la actualidad, y el constante acoso de los carteles de la droga hacia el Estado burgués y sus instituciones, hacen de Calderón el mandatario azteca más débil de toda la Historia.

Ante un creciente clima de adversidad y resistencia popular, la militarización del país es más que evidente y va encaminada a la intimidación y atomización de la población civil, más que a la lucha contra el tráfico de drogas y la delincuencia.

El sorpresivo brote de influenza AH1N1 en Ciudad de México y otras grandes urbes del país, ha reforzado la figura presidencial y ha ampliado los poderes extraordinarios del Ejecutivo, de la noche a la mañana. Casualmente, una de las primeras disposiciones del Gobierno fue prohibir cualquiera concentración o reunión de personas y todo espectáculo público. El sembrar el “pánico de baja intensidad” entre la gente, a través de un discurso oficial enrevesado y a veces hasta confuso, es el mejor método para confiscarle a la ciudadanía sus derechos sin que ésta caiga cuenta. El virus “desconocido” y “mortal”, es más efectivo que un Bin Laden o un Pearl Harbor; México no es una potencia imperialista y no se ha ganado el odio “gratuito” de terroristas extranjeros con un Corán debajo del brazo. Otro debe ser el libreto.

A pesar de que se ha admitido la efectividad de antivirales manufacturados por la Roche y la Glaxo Smith Kline, en el tratamiento de la influenza AH1N1 en humanos, las autoridades gubernamentales tienden a intensificar las acciones para impedir el libre tránsito de los mexicanos y la conculcación de derechos como la educación, el trabajo y el libre esparcimiento. Igualmente, lo que hemos denominado como “pánico de baja intensidad” se desliza de frases burocráticas muy ambiguas como: “El virus es curable si se atiende a tiempo y hay medicamentos para combatirlo, pero les recomendamos no salir de sus casas. Mantengan la calma (¿?)”. Palabras más, palabras menos. ¿Por qué? ¿Quiénes se benefician de tanto amarillismo y alienación?

Evidentemente, la actual “contingencia” sanitaria pone sobre el tapete varios elementos:

1- En plena crisis económica, las corporaciones farmacéuticas –Roche y Glaxo, verbigracia- ven abultadas sus ganancias de manera súbita y se reactiva un sector importante de la economía capitalista, tanto en México como en el resto del planeta.

2- El clima de “intimidación” permite al Estado burgués limitar las libertades individuales y aumentar el control sobre las masas.

3- Se ponen a prueba las fortalezas y debilidades del sistema de salud, la capacidad de respuesta del Estado y la disponibilidad del personal consagrado al sistema sanitario.

4- Se verifica el grado de penetración de los medios de comunicación y la manipulación que éstos ejercen sobre vastas capas de la población.

5- Se cambia la agenda informativa de la radio, la televisión y la prensa escrita, para eliminar del espejo público la crisis económica mundial y, en el caso de México, la inflación galopante, la Reforma del ISSSTE, la privatización de PEMEX y la escalada de violencia de los carteles de la droga.

6- Felipe Calderón se consolida en la esfera política nacional y cohesiona a gran parte de la ciudadanía mexicana a su favor, ante la “gravedad” de la escalada epidemiológica. Aumenta su popularidad y se legitima ante la opinión pública.

Ahora bien, más de uno se ha preguntado, ¿por qué México? ¿Por qué no Tailandia, Tanzania o Corea del Sur? Muy sencillo.

Primero, porque México es un destino turístico por excelencia y desde allí podría “propagarse” el virus a varios lugares del orbe, como efectivamente se ha corroborado.

Segundo, la delicada situación política, económica y social de México, lo hacen una nación proclive a seguir la avalancha de gobiernos progresistas que se han instalado en América Latina, en los últimos años. El temor al virus de la influenza AH1N1 desmoviliza y aterroriza a las personas, las hace inseguras y vulnerables.

Tercero, no es casual que todo haya acontecido en fechas cercanas al Primero de Mayo, día en que se hacen más notorias –cada año- las agudas contradicciones dentro de la sociedad mexicana. Para este 2009 se aguardaban multitudinarias protestas en contra de Felipe Calderón y sus constantes atropellos a la clase obrera azteca.

Cuarto, existe la imperiosa urgencia de borrar del mapa político el “fantasma” del golpe electoral de julio de 2006, que persigue a Felipe Calderón y al PAN (Partido de Acción Nacional). La célebre “caída del sistema” de 1988 se quedó en “pañales”.

Con o sin influenza “ex porcina”; con o sin OMS; con o sin PAN, PRI o PRD; con o sin IFE (Instituto Federal Electoral), el despertar del pueblo de Pancho Villa y Emiliano Zapata es inexorable. La guerra bacteriológica, u 11-S “a la mexicana”, es la última argucia del Imperio para arrebatarnos a nuestro México lindo y querido, y terminar de hundirlo en las fauces de la funesta Unión Norteamericana. ¡Fuerza México!

(*) Tesista de Idiomas Modernos en la UCV
elinodoro@yahoo.com

P.D. En la reciente cumbre del G20, el Fondo Monetario Internacional aprobó una línea de crédito para México, por el orden de los 40 mil millones de dólares, lo cual equivale a casi la mitad de las reservas internacionales de la nación azteca, que se ubican –de acuerdo con el Banco de México- en más de 90 mil millones de billetes verdes. Así que hay dinero de sobra para sufragar las cuantiosas pérdidas en renglones vitales como el turismo y el comercio, como consecuencia de la influenza AH1N1.


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Adan Gonzalez Liendo (*)

Traductor, corrector de estilo y locutor

 elinodoro@yahoo.com      @rpkampuchea

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