Tras largos años de colaboraciones, millones y más millones de
dólares malgastados y el envío de numerosos asesores gringos a
Colombia, amen de instalar bases militares estadounidenses a lo largo
y ancho de la geografía del vecino país, los guerrilleros de las FARC
y el ELN se niegan obstinadamente a desaparecer. Algunos jefes
rebeldes mueren de viejos y otros son eliminados en controversiales
emboscadas, pero continúan apareciendo nuevos comandantes subversivos
y la guerra interna sigue derramando sangre colombiana, casi siempre
de los más humildes y pobres, por cierto.
Después de haber liquidado a los principales capos de los carteles
de la droga en Calí y Medellín, luego de ofrecer recompensas
multimillonarias a los delatores para que ubiquen los centros donde
procesan cocaína y heroína y anunciar éxitos espectaculares en la
lucha contra dicho flagelo, Colombia sigue siendo el principal
exportador de tales sustancias al mundo. Su estamento jurídico y
político está penetrado por el narcotráfico y las ramificaciones que
cada día se descubren señalan a encumbrados personajes como
complacientes o cómplices del narcotráfico.
Por su parte Estados Unidos no solo es el mayor consumidor de drogas
en el planeta. En California y otras regiones se inventan y fabrican
nuevos estupefacientes químicos aplicando las últimas tecnologías.
Mediante mejoras genéticas cultivan marihuana con mayor capacidad
alucinógena que lo que soñaran los hippies de los años 60, cuando la
revolución psicodélica hacía furor. Los gringos la cosechan en
sembradíos abiertos o en granjas subterráneas dotadas de todos los
adelantos, incluyendo luces artificiales y sistemas de riego
automáticos.
El poderoso imperio produce más drogas sintéticas que ningún otro
país y no solo las consume localmente, sino las exporta al resto del
universo.
A todas estas un senador gringo decide por su propia cuenta que la
responsable de esos problemas es la más pendeja, o sea Venezuela.
Nosotros ni producimos drogas ni colindamos con Estados Unidos, pero
alguien debe tener la culpa de que la cocaína forme parte del “modo de
vida norteamericano”.
La culpa la tiene Chávez.
augusther@cantv.net