Soberanía, autodeterminación, cooperación solidaria, no fundada en intereses comerciales sino en intereses políticos, culturales y estratégicos; la integración soberana que no se centra en las ventajas sino en las reciprocidades; soberanía basada en una transformación de la democracia tratando de lograr que esté basada en el pueblo y no en quienes dicen representarlo; soberanía que poco a poco puede irse aproximando al mandato imperativo, a la obligatoria rendición de cuentas ante las asambleas de ciudadanos y a la consiguiente revocación del mandato; soberanía de la madre tierra, cuyos derechos y privilegios deben ser respetados; que implica reformas al sistema de propiedad y la reivindicación de la propiedad social; reformas constitucionales que prohíben la instalación de bases militares extranjeras. Es el mayor desafío que se haya planteado contra los intereses imperiales y la globalización neoliberal. No es el concepto de soberanía de las democracias europeas. Es una creación latinoamericana y caribeña, en la que Venezuela y su Presidente, ocupan el papel de Vanguardia. Es el éxito del ALBA y Petrocaribe.
No se funda en el ultranacionalismo para aplastar a los otros, a los diferentes. Es el nacionalismo de la mano fraterna, que se reconoce en el otro, para construir caminos comunes, multidiversos y convergentes.
Esta es una verdad más allá de los errores y las insuficiencias. Que ha podido unir a un ganadero con su pueblo, pues recoge sentimientos seculares de justicia, de vindicación de los oprimidos, de resurrección del débil, de reencuentro con los iracundos.
Es la soberanía que se enfrenta al viejo conflicto entre autonomía y heteronomía de la voluntad. Entre el Dios que está dentro de mí y el Dios represor que está afuera. Entre el crecimiento espiritual como perfeccionamiento de la personalidad que nos acerca a Dios, o el Dios todopoderoso que nos aplasta. Que necesita fieles, no seres libres en el amor recíproco entre Dios y el Ser Humano.
Por eso se levanta como antorcha ante el mundo. Por eso la IV flota, las bases militares, los golpes de Estado, la desestabilización en Venezuela, en Ecuador, en Bolivia. Quiéralo o no, le toca a Obama ser el martillo de terciopelo encargado de la remilitarización de América Latina ¿Lo hará?