2. Desde La
Española –hoy República Dominicana- partían al inicio todos los
proyectos de conquista de territorios, y así fue también con Honduras.
Fue González Dávila el primero en establecer en 1524 un asentamiento
español en Honduras. Desde Santo Domingo iba a negociar indígenas
para llevarlos como esclavos. "Al llevarse indios de Honduras para
venderlos como esclavos, el fiscal Moreno sólo imitaba lo que hacían
sus compañeros de la audiencia de Santo Domingo –dice Bosch-, que
salían a cazar indios con la mayor naturalidad o vendían las sentencias
sin el menor remordimiento"3.
3. Nuestras
naciones caribeñas comparten las variables determinantes de una nueva
era en esta “frontera imperial”, ya en el siglo XX: “He servido
durante treinta años y cuatro meses en las unidades más combativas
de las fuerzas armadas norteamericanas, la infantería de marina”,
dijo el general Smedley D. Butler al momento de presentar su hoja de
servicios ante el Congreso de los EE.UU. Y continuó: “Pienso
que durante ese tiempo actué como un bandido altamente calificado al
servicio de los grandes negocios de Wall Street y de sus banqueros.
En 1914 contribuí a darles seguridad a los intereses petroleros (de
los Estados Unidos) en México. Particularmente en Tampico. Ayudé a
hacer de Cuba un país donde los señores del National City Bank podían
acumular sus beneficios en paz. Entre 1909 y 1912 participé en la limpieza
de Nicaragua para ayudar a la firma bancaria internacional de Brown
Brothers. En 1916 llevé la civilización a la República Dominicana
por cuenta de los grandes azucareros norteamericanos. Fue a mí a quien
correspondió ayudar a arreglar en 1923 los problemas de Honduras
para darle seguridad a los intereses de las compañías fruteras norteamericanas”4.
4. Espoliación,
intervención y corrupción del sistema político, son elementos igualmente
importantes en ese desarrollo histórico. Ignacio Ramonet recuerda que,
así las cosas, “la mayoría de sus gobiernos han sido tan corruptos
y tan sumisos a los intereses de las empresas extranjeras que, para
designar a Honduras, el humorista estadounidense O. Henry acuñó el
término "República bananera". En 1929, queriendo explicar
lo fácil que era comprar a un congresista, Samuel Zamurray, alias "Banana
Sam", presidente de la Cuyamel Fruit, empresa rival de la United
Fruit, afirmó: "Un diputado en Honduras cuesta menos que una mula"5.
Por su parte, la industria del azúcar de caña en la República Dominicana
a partir del siglo XX se fundó sobre tierras a bajo costo, utilizando
mano de obra dominicana y, cuando hizo falta, otras manos de obra antillanas,
también de bajo costo, principalmente haitiana y de las Indias Británicas.
La posesión de tierras por parte de inversionistas extranjeros, principalmente
norteamericanos, exigió un gobierno cooperador que cediera tierras
estatales a los ingenios y una nueva Ley de Concesiones Agrícolas que
terminó con la propiedad comunera o colectiva de la tierra. El
poder, la tierra y las exenciones tributarias que se otorgaron a los
concesionarios fueron tan altos que, según Bosch, “con arrendarle
mil seiscientas tareas por diez años a un dominicano, una empresa extranjera
podía establecer en el país una republiquita privada…”6.
5. Socialmente
han sido países –cada cual en su momento- con una mayoría abrumadora
de campesinos y trabajadores urbanos pobres. Es el mundo de “Cristino”
y “don Pío” (para quien recuerde el cuento “Los Amos” de Juan
Bosch). En ese cuento, don Pío exige a Cristino, el campesino, dejarse
someter y aduce para ello que, a eso, “Cristino está acostumbrado”.
Cristino no tiene más opciones. El desarrollo de la actividad agroindustrial
estuvo basado en licencias leoninas a los capitales extranjeros y la
cesión creciente de poderes del Estado, culminante en intervenciones
político-militares. El capitalismo es tardío y dependiente, pues produce
para completar el proceso industrial y financiero del capitalismo extranjero,
particularmente norteamericano y europeo, ofreciendo mano de obra y
factores de producción baratos, realidad que subsiste hoy en día en
la expansión de las zonas francas o maquilas (más de la mitad de las
exportaciones hondureñas). La clase capitalista es dominante (ha ido
desplazándose de la agricultura a los servicios, zonas francas, turismo),
pero con una burguesía políticamente muy débil, supeditada al frente
oligárquico que, a su vez, no se sostiene sin el apoyo del capital
extranjero.
6. Esa debilidad
burguesa le ha impedido la concentración del poder político y la consolidación
del régimen democrático-representativo. El “escaso, limitado y pobre”
desarrollo de clases trae consigo que el poder se reparte entre caudillos
que se imponen y movilizan a los sectores sociales que encarnan, garantizándole
las condiciones a la clase dominante que les apoya, y a la vez centralizando
el poder entorno a sí. Las masas han estado presas en un sistema clientelar
y supeditadas a los “caciques” partidistas7. La única
posibilidad, hasta ahora, es que aparezca un sector avanzado con una
perspectiva de reformas democráticas y pueda impulsar una recomposición
política integrando a las clases más afectadas, pudiendo evolucionar
hacia un frente popular; lo lidere y se decida a modificar las reglas
del juego.
7. A inicio de los sesenta, Bosch previó que, con el término de la tiranía de Trujillo, en la República Dominicana se daría una “alineación más social que política y que el Partido Revolucionario Dominicano sería el partido de las grandes masas, especialmente de campesinos y de trabajadores (…) Sabíamos que de los tres millones de habitantes del pueblo dominicano, cien mil, si acaso, tendrían suficiente ambición política para que quisieran conquistar el poder a cualquier precio”8. En los límites estrechos de una democracia restringida y bajo el manto de una Constitución hecha a la medida de la dictadura hondureña, Zelaya, quien viene de un partido tradicional y (como él mismo se define) de un sector social conservador se situó alineándose con una democracia que tiene que dar cabida al pueblo: “Yo pensé hacer los cambios desde dentro del esquema neoliberal. Pero los ricos no ceden un penique. Los ricos no ceden nada de su plata. Todo lo quieren para ellos. Entonces, lógicamente, para hacer cambios hay que incorporar al pueblo”9. Ha sido la aparición en el liderazgo político de una opción por las masas y de una movilización política de éstas. Bosch llegó al poder con casi el 60% de los votos; Manuel Zelaya venció de manera más cerrada pero con una popularidad creciente a medida que fue vinculando sus ejecutorias a las expectativas de las masas y sectores medios hondureños10.
8. En términos
de políticas, ¿en qué han andado estos dos gobiernos que pueda servirnos
para explicar su significación histórica y el tipo de embate similar
que han padecido? Por parte del gobierno de Zelaya, apertura de la banca
a la competencia internacional, reorganización del negocio maderero,
término del monopolio del almacenamiento y la distribución de combustibles
y rebaja de su precio, cuando las empresas estaban obteniendo el triple
de ganancias sobre lo estipulado, acompañado de una nueva fórmula
para calcular el precio y conflicto con las trasnacionales de los combustibles.
Incorporación de Honduras al ALBA y PetroCaribe, representando un significativo
cambio en el modelo económico y de intercambio. El gobierno de Juan
Bosch, por su parte, tuvo una de sus primeras y más impactantes medidas
antes de asumir, cuando anunció la cancelación de la concesión que
el Consejo de Estado prácticamente había regalado a un particular
a los fines de instalar una refinería de petróleo asociándose a una
trasnacional de los combustibles. El Presidente vio esta operación
como altamente lesiva para el país, ya que tenía el proyecto de multiplicar
por cuatro o cinco la generación de electricidad en el país11,
estimulando contratos con empresas hidroeléctricas e instalando una
Refinería y Petroquímica propiamente dominicanas en la región del
sur del país, con el objetivo de desarrollar la industria e insertar
a RD en la cadena regional de los combustibles en relaciones Estado-Estado12.
El Presidente
Zelaya, asimismo, ha establecido medidas como la matriculación gratis
de los estudiantes y el aumento del salario mínimo en un 60%. Para
el propio Presidente este fue el elemento gatillador para que importantes
grupos e individuos se volcaran a favorecer el golpe13. En
República Dominicana, la constitución de 1963 consagró como un derecho
social la participación de los trabajadores en las ganancias de las
empresas. La ley de tope azucarero afectaba la ganancia de los grandes
centrales aplicando un tributo al sobreprecio del azúcar. Con ese impuesto,
una medida anticíclica, se impulsarían obras públicas e importantes
beneficios para los trabajadores. Bosch también previó el conflicto
con la “alta clase media” por mantener las empresas de Trujillo
como propiedad del Estado -y así producir con beneficio para el pueblo-
o permitir su apropiación privada. A esto hay que sumar las medidas
de Bosch en contra de la corrupción y el enriquecimiento ilícito (como
la compra de equipamiento bélico o cualquier otro para cobrar “comisiones”).
9. Xiomara
Hortensia Zelaya dijo en una entrevista publicada en Rebelion.com14
que su padre, el Presidente, “es revolucionario por identificarse
con causas justas y luchar por el cambio y transformación”. Viendo
la historia hondureña, esas actitudes pueden evidentemente constituir
una posición revolucionaria respecto la conducción política del país.
El centro de ese proceso, con Zelaya a la cabeza, está en la gestación
del proceso constituyente. Como él mismo dijo: “tienen que comprender
que la pobreza no se acabará hasta que las leyes no las hagan los pobres”15,
o como dijo su hija Xiomara: “no es suficiente trabajar para el pueblo,
sino que es necesario trabajar con el pueblo”. Muchos analistas consideran
que esa es una causa, sino la principal, para dar el golpe16.
El llamado a una constituyente tenía dos implicaciones serias: ir al
meollo del cambio político, esto es del orden social, económico, político
y militar dejado por la dictadura y las oligarquías; y movilizar lo
que el propio Presidente Zelaya ha llamado el “Poder Ciudadano”
(que en Honduras no llega ni a la categoría de ficción). Las cosas
que podían sufrir modificaciones importantes, afectando serios intereses,
ya han sido dichas17. Una cosa está clara: aunque el proceso
constituyente iba más allá de su mandato, y es muy difícil en el
Congreso conseguir los votos necesarios para la convocatoria, los ciudadanos
y ciudadanas de Honduras han entrado a la escena política y han abierto
un proceso político que ya no tiene vuelta atrás.
10. En la República
Dominicana, al triunfar en las elecciones de diciembre de 1962, Bosch
reclamó: “solicitamos del Congreso Nacional las leyes indispensables
para afirmar en este país no sólo la democracia política, sino también
la democracia económica y la justicia social. De ustedes, senadores
y diputados elegidos por el pueblo —sean del partido que sean—,
el Gobierno que se inicia hoy espera un trabajo continuo para darles
a los dominicanos un puesto bajo el sol entre los países avanzados
de América”. La misma idea la había expresado antes: “El pueblo
votó por la revolución democrática. El pueblo quiere la revolución
democrática (…) esa nueva imagen del pueblo dominicano, tiene que
estar grabada ahora en su Constitución”.
El carácter
transformador de ese gobierno y el proceso que impulsó la Constitución
de 1963 -que sí alcanzó a imperar aunque tan sólo 3 meses-, estaban
orientados a una sola cosa, tal como expresó Bosch: “revolución
quiere decir presencia de la masa dominicana en el escenario de la República
como actora del drama colectivo y no como espectadora que lo ve a distancia”.
Se consagraron los poderes públicos al servicio de la dignidad humana,
la eliminación de los obstáculos que limiten la libertad del pueblo
y la participación efectiva de todos en la organización del país.
Por si fuera poco, se fundamentaba la existencia de la nación en el
trabajo, como deber y derecho todo ciudadano/a, declarando toda forma
de parasitismo económico como vicio social. Estableció el derecho
de los trabajadores a participar en las ganancias de las empresas,
la libertad sindical, libertades cívicas, igualdad de todos los hijos.
La soberanía nacional es inviolable, prohibiéndose como lesiva toda
injerencia de extranjeros en asuntos internos. El propio Bosch resalta
que en la Asamblea Constituyente “había obreros, estudiantes, mujeres
de su casa, hombres cuyo apellido no se había oído nunca en un salón.
Verdaderamente eso era imperdonable en una democracia representativa
de un pueblo que de tres millones de habitantes, 2 millones 700 mil
eran campesinos y obreros”18.
11. No deja
de merecer atención que mientras Bosch y la Asamblea Constituyente
impulsaron la prohibición de la reelección presidencial, el golpe
viniera igual que cuando a otros Presidentes se les acusa de ser “reeleccionistas”.
En todo caso, nada quita que en una nueva Constitución hondureña el
pueblo validara el derecho a la reelección, siguiendo lo que es hoy
por hoy la tendencia regional. Lo importante es que en ambos escenarios
históricos una y otra posición han apuntado a lo mismo: el fin del
poder del caudillaje y hacer valer el poder soberano del pueblo.
12. Tanto Juan
Bosch, como Manuel Zelaya, han tenido que afrontar esta situación prácticamente
“sin partido”. Bosch lo expresó así en 1977: “…el gobierno
de 1963 fue derrocado porque no había un partido que lo apoyara. En
esa ocasión, a sólo nueve meses de las elecciones
en que había ganado el poder, el PRD era ya inexistente desde el punto
de vista orgánico. Tenía un nombre, pero nada más”. Dirigentes
históricos del PRD han hecho público19 que manifestaron
al Presidente su inconformidad con la forma de conducir el gobierno.
Claramente, los escenarios son muy diferentes: en el caso del PRD se
trató de una inmovilidad orgánica, no de los militantes per se20.
En el caso del Partido Liberal, Zelaya la ha visto “más dura”,
con las élites de su organización en una posición abiertamente golpista.
Parecería increíble que sea el mismo Partido Liberal (fundado en octubre
de 1891) víctima del golpe del 3 de octubre de 1963. Todo indica que
en Honduras se ha conformado –o reconstituido- un bloque de derechas21,
con la élite del PLH incluida, y Zelaya lo comprende muy bien: “Es
que estamos hablando del Estado burgués. El Estado burgués lo componen
las élites económicas. Están en las cúpulas de los ejércitos, de
los partidos, de los jueces, y ese Estado burgués se siente vulnerado
cuando yo empiezo a proponer que el pueblo tenga voz y voto”22.
13. Sin matrices
de opinión, no hay escenario para un golpe. Ya se intentó por primera
vez en Guatemala en 1954, y tuvo su apogeo en Chile con varios medios
de prensa infiltrados y financiados a favor de la “libertad” y la
“soberanía nacional”. En Honduras han sido el “chavismo”, la
campaña de presentar al Presidente como corrupto y permisivo y su presunto
interés de vulnerar la Constitución “sagrada” de 1982, los elementos
clave. En la República Dominciana de 1963 a las “campañas de reafirmación
cristiana” y el supuesto origen haitiano de Bosch (treta original
del trujillato), hay que sumar lo que Bosch llamó “la gramática
parda del golpismo”, campaña destinada a presentarlo como un líder
complaciente e incluso temeroso de los comunistas en el país, odiado
por los Estados Unidos y peligroso para la democracia. Esos “calificativos”
provinieron nada más y nada menos que de ¡emblemáticas personalidades
del antitrujillismo! Mucho terreno ganado le deben a esas campañas
–que increíblemente combinaron la fama de “pro-comunista”, “trujillista”
y “balaguerista”-, las posteriores operaciones de opinión destinadas
a desacreditar a Bosch, precisamente ante los ojos de los sectores progresistas
y revolucionarios del país.
14. Si Bosch
encontró unas Fuerzas Armadas creadas bajo la primera intervención
norteamericana de 1916, cuna del tirano Trujillo y formadas bajo su
égida por 31 años, el panorama de Zelaya no es más alentador. Cónsona
con la historia compartida de “frontera imperial”, los institutos
armados hondureños son formados casi en su totalidad en la Escuela
de las Américas. Con aproximadamente 11.000 hombres, garantes del “imperio
de la Constitución”23, son las mismas que ejecutaron el
golpe de Estado contra Villeda Morales, sostuvieron los regímenes dictatoriales
bajo cuya égida se dictó la actual Constitución, y jugaron un rol
fundamental en la guerra sucia contra Nicaragua El Salvador. Zelaya
no organizó ni antes ni después de sus reformas una razzia
dentro de las Fuerzas Armadas; más bien convocó a los ciudadanos a
defender pacíficamente la casa de gobierno. La destitución de Romeo
Vásquez, jefe del Estado Mayor Conjunto, negado a obedecer y queriendo
pautarle líneas a su Jefe Supremo, se realiza en defensa de la democracia:
“…nos costó tres décadas someter a las Fuerzas Armadas al Estado
civil y, al desobedecerme, volvieron a convertirse en un Estado atrincherado
en los cuarteles”, sentenció el Presidente. Su confianza ahora está,
qué duda cabe, en la insubordinación popular y en las fuerzas positivas
que puedan emerger dentro de las propias milicias: el Presidente ha
apostado a la “insurrección pacífica”... y a la joven oficialidad:
“Que no le quepa la menor duda que en cualquier momento jóvenes oficiales
militares afectados por el golpe amarrarán a Romeo Vázquez Velásquez",
advirtió Zelaya a principios de agosto24.
El gobierno
de Bosch en los escasos nueve meses transcurridos desde la elección
al derrocamiento, tuvo que sobrevivir a, al menos, cinco planes de golpe
de Estado25. Uno de ellos, el de julio, terminó con las
cancelaciones del Mayor Haché y Capellán Marcial Silva (precisamente
por señalarle líneas políticas al Presidente). La noche del golpe,
dio instrucciones -lógicamente no acatadas- de cancelar al Coronel
Wessin y Wessin, jefe del CEFA, actor clave del golpe y lamentablemente
protagonista en la historia dominicana posterior. Sin embargo, el énfasis
de Bosch estuvo en hacer gestar en ese precario y a la vez poderoso
aparato militar dominicano, el germen de su regeneración, con una oficialidad
nueva, patriótica y democrática. Por eso su encuentro y diálogo fraterno
con parte de la oficialidad en la sede de las FFAA en 196126;
su decisión de designar al frente de los cuerpos castrenses al general
Miguel Rodríguez Reyes, muerto en Palma Sola en 1962, en extrañas
circunstancias. Por eso su profunda relación con el Coronel Rafael
Tomás Fernández Domínguez, gestor de la revolución constitucionalista
de Abril de 1965, a quien preservó junto a otros 11 valientes oficiales
de una muerte casi segura, luego de ocurrido el golpe. Por eso su interés
en el perfil del Teniente Coronel Hernando Ramírez. Tiempo después,
Fernández Domínguez continuó la conspiración con Bosch en Puerto
Rico, de cara a la Revolución. El Coronel le escribiría a Bosch desde
Chile: “…Si hay justicia divina, usted y todos los que luchan y
piensan como usted verán crecido el árbol de la libertad”. Por eso
Bosch escribe y publica en 1964 su “Crisis de la democracia de América…”
llamada a ser el fundamento teórico de la acción iniciada por los
militares constitucionalistas y ampliada después por decenas de organizaciones
y numerosos luchadores, bajo el mando del Coronel Francisco A. Caamaño.
15. Hoy en
Honduras se reportan graves acusaciones de violaciones de derechos humanos,
muertes y los toques de queda son pan de cada día. El movimiento Vía
Campesina de Honduras ha informado que, además de atentados perpetrados
contra las organizaciones populares, asesinatos, secuestros y desapariciones,
las personas detenidas en acciones de protesta están siendo acusadas
de delitos graves como rebelión, terrorismo, y traición de la patria,
entre otros27. En Santo Domingo, “antes del mediodía (del
25 de septiembre de 1963) habían más de 2000 detenidos, atropellos
indescriptibles, disparos a granel, bombas lacrimógenas, registros
de miles de casas…”28. Las expresiones más viles de
esa represión fueron el brutal asesinato de Manolo Tavarez Justo y
algunos de sus hombres, en diciembre de 1963; y la despiadada intervención
militar norteamericana y la Fuerza Interamericana de Paz en 1965.
16. Una mención
merece la relación que puede haber entre el golpe de Estado y los intereses
geopolíticos en juego. Hay una gran tensión regional sobre las bases
militares de uso norteamericano (Honduras aloja la de Soto Cano) y Honduras
ha sido siempre un territorio de gran importancia geográfica, por ser
paso obligado para el intercambio entre varios países centroamericanos29.
Su reciente vinculación al ALBA y Petrocaribe refuerza esa importancia.
Hay que tomar en cuenta también que, como parte del ALBA, Honduras
es uno de los países impulsores del Sistema Único de Compensación
Regional (SUCRE, denominación para el comercio intrarregional, que
busca contrarrestar la dominancia del dólar estadounidense) y junto
a otros gobiernos ha promovido en el SICA la creación de una moneda
centroamericana. ¿Cuánto han pesado estos factores en el golpe de
Estado? ¿Qué rol les ha cabido a las distintas instancias de poder
de Estados Unidos?
Que un factor
geopolítico sea determinante en un asunto como este, y que un
gobierno democrático y amigo sufra las consecuencias de los juegos
de poder que se dan al interior de las altas instancias de decisión
en Estados Unidos, tiene también apreciables antecedentes en la crisis
de Santo Domingo. Bosch declaró en 198130 que la causa decisiva
del golpe en su contra fue la necesidad de ocultar que en la República
Dominicana se habían instalado campamentos ilegales de guerrilleros
haitianos opuestos a Duvalier31, que realizaban ataques en
la frontera sin autorización ni conocimiento del gobierno dominicano.
El presidente haitiano había perdido la confianza de Washington,
en un mapa geopolítico cada vez más agitado por las tensiones Estados
Unidos-campo socialista. Ante los sucesos, y con la sospecha de que
el jefe de esas guerrillas y sus tropas estaban siendo apoyados desde
suelo dominicano, el 23 de septiembre (dos días antes del golpe) el
Presidente Bosch instruyó se solicitara a la OEA una investigación
acuciosa sobre los incidentes fronterizos. El peligro de que fuera conocida
la verdad sobre una operación que podía comprometer a Estados Unidos
en un escándalo internacional, habría desencadenado su derrocamiento.
Todo esto sucedía mientras la administración del Presidente Kennedy
y la República Dominicana sostenían una relación bastante satisfactoria
y armoniosa.
17. Bosch,
en su trayectoria como analista político, hizo un aporte de gran valía:
en su tesis “El Pentagonismo, sustituto del imperialismo”, nos invita
a ver los grandes peligros que pueden cernirse sobre América y el mundo
si la política exterior y de defensa de una potencia como Estados Unidos
es manejada al margen del poder civil y respondiendo a objetivos privados:
la “economía de guerra”. Estados Unidos está en crisis, el hondureño
calza perfectamente con el arquetipo de “ejército pentagonizado”
y recordemos que para Bosch la invasión de 1965 en Santo Domingo fue,
a un tiempo, la “presentación en sociedad” del pentagonismo y el
comienzo de la “pentagonización” del ejército dominicano. El análisis
tiene que contemplar seriamente todas estas variables, en el contexto
de la historia norteamericana y latinoamericana32.
18. Será difícil
ahora -es una de las lecciones más importantes para la memoria histórica
de los dominicanos- seguir repitiendo la falacia de que Bosch no intentó
o no quiso volver al país entre 1963 y la revolución de 1965 (pudo
regresar en septiembre de ese año, cuando el mismísimo Caamaño lo
recibió en el “obelisco hembra” y se fundieron en un abrazo para
la posteridad). No es necesario dar más datos que desmienten ese cuento,
y verificar que no pudo, por más solidaridad que le brindara el pueblo
y el gobierno de la patria de Hostos, aunque sí pudiera lograr que
Fernández Domínguez se embarcara en un avión rumbo a tierra dominicana.
No es necesario recordar que la República Dominicana fue ocupada militarmente
para neutralizar la revolución que buscaba reponerlo en la presidencia.
Podemos ver ahora lo que debe pasar un Presidente como Zelaya, en un
momento mucho menos hostil de la historia continental, sin la guerra
fría de por medio y con mucho más apoyos, tratando de salir desde
países amigos y soberanos, intentando frustradamente volver a su patria.
Ni a su familia le permiten moverse dentro de Honduras. Para un líder
al cual se le ha derrocado por la fuerza y que tiene responsabilidades
históricas frente a su pueblo y quienes le apoyan, volver no es cosa
de “buenas intenciones”. A ambos le toca sufrir la crueldad del
destierro, al que Bosch salió obligado, preso por militares con rumbo
desconocido y sin siquiera pasaportes. Ahora Zelaya, desde Nicaragua,
espera, como de alguna manera estuvo Bosch en Puerto Rico, organizando
la contraofensiva y añorando llegar a su patria de la mano del “ejército
del pueblo”.
19. Zelaya
ha dicho que está dispuesto a discutir cualquier punto que permita
un retorno al orden constitucional; uno sólo es innegociable: su regreso
a la jefatura del Estado hasta que termine el mandato legal. Aunque
quisieron engañar al mundo demostrando lo contrario, Zelaya actuó
con dignidad sin rendirse ni renunciar. Zelaya tiene ahora en su obra
como Presidente y en su coherencia de principios, como Bosch en 1963,
su principal arma política y moral. La vuelta del Presidente -tal como
la “Vuelta del Presidente y la constitucionalidad sin elecciones”
en la República Dominicana- es un asunto irrenunciable. Mantener esa
posición es vital para preservar la fuerza y la autoridad moral entre
los sectores democráticos y el pueblo.
20. Queda más
o menos claro que en actual panorama latinoamericano la contradicción
reforma-revolución puede ser incorrecta o irreal, políticamente
hablando (esto ha sido explicado anteriormente por José Steinsleger).
En nuestra historia procesos democratizadores han sido la antesala de
eventos revolucionarios. Los pasos reformadores, que no lo mismo que
reformistas, están siendo de nuevo cauces válidos para aglutinar fuerzas
populares en torno a un programa de transformaciones sustantivas. Es
así en un entorno regional menos hostil como el actual; imaginémonos
en la Rep. Dominicana de 1963 o la Guatemala de 1954.
21. Ahora,
lo importante es que Zelaya, ni Bosch en su momento, persiguen ser las
“estrellas de la fiesta”. Hay que organizar al pueblo. El
Presidente hondureño ha insistido que esto no se trata de una lucha
personal, sino de reivindicar la soberanía popular. Bosch dijo en 1963:
“Un hombre sólo puede organizar y dirigir una tiranía, pero no puede
construir y mantener un régimen democrático”. En esa senda Bosch
es un referente para entender el proceso actual, pues toda su crítica
al “electoralismo” se basa en que la construcción de una democracia
auténtica requiere del desarrollo de la conciencia política del
pueblo, su participación protagónica en los cambios sociales
y la unidad de sus fuerzas. Bosch apostó a organizar un frente
popular y luego a construir una alternativa
que quebrara el status quo del bipartidismo fáctico. Coincidiendo con
Sención Villalona, probablemente lo que va a tratar de impulsar Zelaya
–ya que en la práctica no tiene partido-, es construir un frente
popular, una fuerza alternativa que condense la voluntad mayoritaria,
ahora en la resistencia y en lo que hay que construir después, que
es más largo y complejo.
22. En ese sentido, como muy bien dice Sención Villalona, da exactamente lo mismo que el Presidente Zelaya tenga el origen que tenga, sea éste tradicional y conservador, como da lo mismo si es él u otro quien termina como la figura de esta lucha. Para Zelaya parece no ser lo más importante. “Mel” (como le llama el pueblo) tiene el mérito de haberse jugado su opción por llevar este proceso a una salida distinta al estancamiento que ha impuesto el establishment hondureño, y ha liderado la posibilidad de que en Honduras surja con vigor una fuerza de carácter ciudadano y popular. Tiene las condiciones para aglutinarla y liderarla. Repetimos, en Honduras nada volverá a ser igual, el pueblo ya sabe que puede construir algo nuevo y no lo que designen los caudillos en sus feudos. La historia latinoamericana indica esos pasos, y también abre la posibilidad de que esta vez las cosas sean distintas. ¡Adelante, Honduras!