Bariloche, Argentina

¿Qué espera el continente latinoamericano y caribeño de la reunión de UNASUR este 28 de agosto?

Dos doctrinas se enfrentan en el fondo de la guerra que se desarrolla al sur del Rio Grande, cuyo costo en materia de vidas humanas, de martirio y violación de los derechos de la humanidad, solo cuando tengamos conciencia de ella, podremos calcular. Mientras en el continente latinoamericano y caribeño prospera la doctrina de la libertad, como en la época de La Revolución de Independencia, apoyada en la actualidad, sobre la experiencia constituyente de La Revolución Bolivariana, en el continente angloamericano, se añeja la doctrina imperial, cuyos orígenes lo encontramos en la idea elaborada por John Quincy Adams, pero atribuida a James Monroe: “América para los norteamericanos”. En este sentido pareciera que vamos irremediablemente hacia el matadero final.

Nuestrocontinente, el latinoamericano y caribeño, territorio libre de armas nucleares, está dominado militarmente por la hegemonía imperial, que nadie sabe (ni ellos mismos) el poderío atómico que posee. El Comando Sur, desplegó La Cuarta Flota para enseñorearse en el Mar Caribe, y los océanos Atlántico y Pacifico que bordean a esta mágica geografía, como en los tiempos de La Segunda Guerra Capitalista. Y ahora las incuantificables bases militares, instaladas o por instalar en Colombia, terminan de darle cuerpo a la escalada que adquirirá la guerra en función de la voracidad del goloso del norte.

La ingenua diplomacia latinoamericana y caribeña, va a Bariloche con la ilusión de frenar, (con el invencible argumento de la verdad y la razón, típico optimismo del revolucionario aun romántico), en una mesa de debate, el avance de las fuerzas fascista sobre el continente. Y además quiere lograrlo solo en el terreno de las ideas, como si ello fuese suficiente. Entre tanto la nación del norte, capaz de todo, no solo quiere asegurarse la exclusividad de los recursos que necesita para los próximos cien años, aplastando a sangre y fuego la doctrina de la libertad, contando que para ello, no dejará en pie nada que lleve el nombre Bolívar, sino que tras una guerra sucia, se instalará en el Brasil constituyéndolo como el trofeo final que coronará la conquista del mundo.

Pero qué le hace pensar a los líderes y lideresas del continente latinoamericano y caribeño, que la reunión de Bariloche pueda contener la arremetida del imperio, si su operador Uribe, (si es que va), lleva apretado entre los dientes un puñal santandereano, y se paseará entre los Presidentes legítimos, taimado, al mejor estilo de la burguesía bogotana, con la misma cara con que pidió perdón después de bombardear el sagrado territorio ecuatoriano,

Es que acoso hay algún indicio que le haga pensar a Los Presidentes y Presidentas del continente latinoamericano y caribeño, que a través de Unasur puedan echar para atrás la decisión del imperio de instalar mas bases militares en suelo colombiano, cuando venimos del anticipo de Honduras, en donde se adelantó de manera cruel la respuesta. Acaso no quedó lo suficientemente claro que el imperio está decidido a aplicar sin aderezos diplomáticos, más allá de las chocarrerías de la Clinton, la política del garrote desde las bases militares como la de Palmerola, en donde se ejecutó la aberración de Micheletti.

Quizá Bariloche sea un buen escenario para sincerarnos. Allí, todo el continente latinoamericano y caribeño, con el auspicio de los pueblos y los gobiernos del mundo, incluyendo en primerísimo orden, por su grado de responsabilidad, al pueblo estadounidense, se plantee con la misma claridad con que el imperio avanza en su escalada guerrerista, la discusión de los términos de un necesario armisticio. En primer término, para frenar, de esta forma, el inconmensurable costo en sufrimiento y pérdidas de vidas humanas en una guerra, que si bien no ha sido declarada en lo formal, en la práctica va a cumplir dos siglos. En segundo orden, que se definan los intereses de la guerra que estamos padeciendo, como aporte fundamental para que los pueblos involucrados entendamos el contexto del flagelo del cual somos victimas. En tercer lugar, lograr un absoluto cese de hostilidades que le abra la posibilidad cierta de paz a un continente martirizado y que ha significado la esperanza de justicia y progreso para el mundo en tanto su larga lucha de resistencia. En cuarto lugar, garantizarle a los pueblos de los dos continentes en pugna (el latinoamericano y caribeño al sur, el angloamericano al norte, establecida la beligerancia), y a todos los pueblos del mundo en general, el acceso a los recursos en disputa, respetando la absoluta soberanía y el reconocimiento de sus derechos a administrarlos como sus legítimos dueños.

En este sentido el ALBA será, una vez mas, el instrumento para avanzar hacia la paz, hacia la integración solidaria en defensa de los intereses naturales de los pueblos. En estos momentos solo ella es capaz de aglutinar la fuerza necesaria para servir de interlocutor ante un imperio que no encuentra contrapeso en un continente que considera engullido. Para ello es necesario obtener dos victorias en Bariloche: Restituir a Zelaya como Presidente legitimo de Honduras y comenzar a debatir sobre los tratados de paz con Los Estados Unidos de Norteamérica. Por supuesto, para “negociar la paz” como dirían los yanquis, haría falta poseer una carta que los obligue a ceder o dejar de ejercitar lo que le mantiene engrasada la maquinaria imperial: la guerra (por cualquier pretexto) y el narcotráfico. De allí que para nosotros, las fuerzas revolucionarias bolivarianas, la lucha contra el narcotráfico es una lucha antiimperialista. Pero también es cierto que otra victoria u otro revés del ALBA la pondrían, en ambos casos, como el adversario real del imperio yanqui.

Si bien en Bariloche deberían estar los Generales de las fuerzas armadas de los pueblos insurgentes de Suramérica, para discutir en términos militares las condiciones del armisticio, los presidentes y presidentas de este continente, como comandantes en jefe de esas fuerzas armadas, tienen la moral y la sapiencia política como para llevar adelante las conversaciones del comienzo de la paz. Ellos deberían considerar como una posibilidad cierta que al imperio no le cuesta nada mandar a un hombre bomba como Uribe, a implosionar literalmente a Unasur, no con el objetivo de que esta desaparezca, sino que desaparezcan, en todos los sentidos, Los Comandantes de La Revolución del Sur.

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Milton Gómez Burgos

Artista Plástico, Promotor Cultural.

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