Las Naciones de la ONU no son tales ni están unidas

Partamos de la siguiente definición “bolivariana”, muy aburguesada en sí misma:

 <<La existencia de una Nación se fundamenta en «la aparición de un grupo social capaz de establecer su hegemonía y definir un proyecto político de autodeterminación que aglutine a todos los demás sectores subordinados», es decir, que logre determinar como lo recomendó Gramsci- «además de la unidad de los fines económicos y políticos, la unidad intelectual y moral», o sea, la unidad cultural en un sentido nacional; que asimismo, consiga colocar «todas las cuestiones en torno a las cuales hierve la lucha no sobre un plano corporativo (es decir, de los intereses puramente económicos de un grupo), sino sobre un plano universal...» [1].>> http://www.voltairenet.org/article120758.html Tomado e Wikipedia:

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En principio, esa definición resulta muy ambigua, tan así es que   reconoce y  desconoce la existencia de las sociedades clasistas. En definiciones como la leída  y en muchas otras  se peca de una importante imprecisión, o sea que albergan una contradicción lógica consistente en    definir  una nación como la emanación de una voluntad y un  imperio de pretensiones hegemónicas  por parte de un “grupo social” (obviamente extraído de una sociedad clasista dada)  apto para  establecerlas.

Precisamente, en estricto sentido, esa nacionalidad sería característica de la sociedad burguesa en la cual un puñado de patronos aglutina envolventemente bajo su férula toda la masa de trabajadores productivos e improductivos. Ninguna sociedad con clases antagónicas puede ser unida ni en consecuencia tener nacionalidad alguna.

Aclaramos que nos enfrentamos a una metodología burguesa muy bien instrumentada y esparcida a través de  una literatura mediática. Esta  ha vendido con gran eficacia   la utópica posibilidad de que los proletarios sin ideología propia, “sin un catre donde caerse muerto”, pudieren desarrollar una conciencia diferente a la que la burguesía majaderamente termina imponiéndole a toda la sociedad donde impere el régimen capitalista.

Una de los supuestos sociológicos de Karl Marx fue atribuir la posibilidad de un desarrollo de  las Fuerzas Productivas humanas  de tal magnitud que llegarían a chocar  contra las relaciones sociales que lo promovieron, algo así como  un fuego iniciado que luego no podamos apagar.

Sin embargo, la praxis cumplida nos indica que el desarrollo de esas FP va inextricablemente unido con una admisión incondicional por parte de los trabajadores que hicieron posible dicho desarrollo, en el bien entendido que ninguna ciencia se desarrolla por sí sola, ni sirve por sí sola sino  a través de sus practicantes; que ninguna  maquinaria resulta  útil  hasta tanto no sea manipulada. Ese tipo de medios de producción es trabajo muerto o inerte, y las verdaderas y únicas fuerzas productivas son la del trabajador en vida y operando con dichos medios, porque una cosa es el trabajador en funciones y otra la persona desempleada.

 Obviamente, la aspiración bolivariana o socialista de cualquier “sociedad” resulta por demás utópica a partir de semejantes premisas. Mal  puede, por ejemplo, la clase o “sociedad” proletaria imponerse como nación y ser capaz de aglutinar sus propios intereses conjuntamente con los intereses de la “sociedad” o clase burguesa. Eso es un “arroz con mango” de tedioso detalle.

Las naciones y la “nacionalidad” prendieron ferazmente durante el Feudalismo tardío porque en sus habitantes se había arraigado muy fuertemente el respeto hacia el  núcleo  glebal y manorial, a las   costumbres locales o feudales como cotos cerrado,… y el apego   a un sólo Amo y a un sólo  Señor, así como el  incondicional respeto de estos a su Rey. De perogrullo, el paso y conversión de Reyes a Presidentes no fue traumático, aunque subsisten simbólicos vestigios reales estratégicamente dispuestos sobre el planeta.

El hecho se reduce a que en las  sociedades clasistas es conceptualmente imposible alcanzar nacionalidad alguna distinta a la que tan erróneamente se conoce en los países regidos por leyes burguesas. Si se reconoce que la clase burguesa es apátrida por antonomasia (burguesía procede de ciudad o burgo, para diferenciarla del campo  agrícola), y que la clase proletaria, por su parte, suele limitarse a clonar irreflexivamente la desnacionalidad propia de la burguesía, de la clase dominante, entonces la nacionalidad de la clase burguesa sería la mundialidad como expresión de un macronacionalidad universal. Entonces la ONU deja de ser una organización de naciones y pasa a representar simplemente un Imperio Burgués.

De resultas, somos unos desnacionalizados mientras siga rigiendo el régimen clasista  capitalista. Consecuentemente, las denominadas naciones unidas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) están formadas por sociedades que “nacionalmente” y  de partida no conocen ni practican  el sentimiento de nacionalidad. Esos países miembros de la ONU, los países que integran la ONU, son apátridas, son países carentes de nacionalidad, salvo que entendamos por “nación” la mera noción de entidad material, política o jurídica, como grupos  amorales y libres de sentimentalidad y de espiritualidad alguna, con lo cual queda negada la posibilidad de nacionalización “dentro del marco” de la definición que nos sirvió de arranque para estas elucubraciones. 


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Manuel C. Martínez M.


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