Así como en la ONU una mayoría de países con las economías peor dotados se
sientan desvergonzada y petulantemente al lado de las pocas potencias que
allí controlan al mundo, asimismo vemos cómo en Dinamarca muchos
países como Venezuela y otros más pobres que ella actualmente se sientan a
sugerir o a disertar y disentir sobre el curso climático mundial.
Se trata de un enorme despilfarro diplomático de recursos presupuestarios
donde los resultados jamás se podrán avenir a los intereses de los países
dominados por el látigo capitalista.
Como ya debería saberse, mal puede pedírsele a un niño que no consuma
dulces, y así mal puede pedírsele a los industriales del mundo que dejen de
seguir obteniendo jugosas ganancias. Semejante solicitud verbal es
definitivamente la forma más clara de reconocer que el mundo en general
desconoce aún que las relaciones capitalistas no son arbitrarias, que no se
trata de industriales malos ni de gobernantes ajenos al problema climático.
Los instrumentos y la tecnología empleados en la medición del deterioro
ambiental son producidos y pertenecen a esos mismos países altamente
generadores de males ambientales, y consecuentemente las RR burguesas no se
pueden detener sino en aquellas funciones donde sus ganancias se vengan a
pique.
Por ejemplo, en una Cumbre ad hoc paralela podría plantearse un ayuno
sostenido contra la producción de bienes en cuya elaboración se determine
que se contribuye al deterioro climático. Una medida como esta sí afectaría
los intereses económicos de los países con mayor incidencia en el deterioro
ambiental, y es una de las pocas formas de obligarlos a reconfigurar y
readaptar sus métodos de producción o a variar sus líneas mercantiles.
Curiosamente, el Presidente Chávez acaba de recoger una consigna popular que
se exhibe actualmente a las puertas de la sede donde se celebra una de las
improductivas Cumbres Climáticas. Esa consigna es más clara y dice más que
todas las pueriles intervenciones hechas por los países débiles que se
sienten afectados por el deterioro ambiental.
Sin embargo, semejante consigna de "cambiar el sistema para que con este
cambio así lo haga el clima" parece no entenderse bien. Los protagonistas de
esta alharaca insisten en solicitarles a los gobiernos de los países
imperialistas que regulen su producción, su economía, y esto es algo como
"pedirles peras al olmo".