La ola verde crece en Colombia, por supuesto no es copeyana, esa ya no levanta ni con vientos a 100kmh. Pero lo que ha sorprendido a muchos, es la que ha generado el vertiginoso crecimiento de Antanas Mockus en la opinión de los colombianos sobre el sucesor de Uribe. Algunos descalifican el hecho atribuyéndolo a un fenómeno puramente mediático, eso hace al menos Santos y su entorno, sin embargo el efecto Mockus puede verse y discutirse desde varias ópticas.
En primer lugar, desde lo interno, el discurso guerrerista parece estar agotado, la mayoría de los colombianos reconocen que ha habido un “avance” en seguridad (aunque esto es discutible, pues la seguridad para periodistas, sindicalistas y luchadores sociales no se ve) o en todo caso desde lo que ellos perciben como seguridad. Las liberaciones unilaterales hechas por las Farc, el informe reciente de la Cruz Roja Internacional, donde se califica a éste grupo insurgente como un factor robustecido e importante actor dentro de la política interna de Colombia, los atentados y bajas ocasionadas al ejército colombiano que desnudan la supuesta efectividad de la política de seguridad democrática y el intento errado y desesperado del gobierno de Uribe, para judicializar a la Senadora Piedad Córdoba por su participación en dichas liberaciones, han afectado la imagen del jerarca y por supuesto el que paga es su delfín. Por otra parte las impopulares reformas de salud, que benefician a las empresas aseguradoras, la reforma de “flexibilización laboral” que le quita las horas extras y otros beneficios laborales a los trabajadores, los escándalos de ”agroingresos” y la historia de nunca acabar conocida como parapolítica, empañan aún más el camino hacia una victoria continuista.
Mockus en cambio, ha incorporado a su discurso, además del mantenimiento de la política de confrontación con las Farc (mientras éstas no cambien su concepción sobre la toma del poder), diversas propuestas sobre el mejoramiento del nivel de vida e inclusión social de los más desposeídos, así como su propuesta de ampliar el acceso a la educación en todos sus niveles y el mejoramiento de ésta. Todo ello mientras Santos se dedica a proyectar su campaña en sus supuestos logros como ministro de defensa, su odio antichavista, ahora bajado de tono, y promete más guerra. Además su figura de intelectual, profesor y ex rector universitario lo acerca a los más jóvenes, detalles hechos en su campaña, marcado estos por el excelente uso de las redes sociales, así como el haber rechazado la financiación del Estado para su partido debido al logro de éste en las parlamentarias recientes (cerca de 2 millones de dólares), le abonan en su imagen de hombre incorruptible y honesto, pues es uno de los pocos políticos colombianos (de los que están vivos) que no se han visto inmerso en escándalo público alguno.
En la otra acera del debate está la relación con Venezuela. El desatino en el manejo de las mencionadas relaciones por parte del gobierno uribista las ha pagado caras el pueblo, y lo que más cuenta en la política de aquel país, los empresarios. No dudo que muchos de éstos estuvieran detrás de la sentencia que impidió el referendo reeleccionista y están detrás de Mockus. El comercio con nuestro país llego a ubicarse en cerca de 7mil millones de dólares y sin duda, aún más en época de crisis económica, la disminución de dicho intercambio en más del 70% ha afectado principalmente a los grandes industriales de aquel país. Se me hace, como dirían en Méjico, que los grandes peces en Colombia, pues al fin de cuentas Uribe es un peón más, están buscando un perfil que permita levantar y recomponer las relaciones colombo-venezolanas y que logre ubicarlas en el sitial que llegaron a ocupar. Mockus con su buen tono ha dicho cosas que pudieran seducir, sobre todo a nosotros, como que “admira” algunas cosas de Chávez (aunque luego se recogiera) y además ha reconocido que si Chávez ha sido elegido en reiteradas oportunidades “algo bueno debe tener”. Ha prometido moderación, diálogo y sobre todo algo que faltado en Uribe ha, respeto. Hasta ahí todo bien.
Empero el candidato verde, no es un hombre revolucionario, de izquierda y menos socialista escondido. Es una persona que no ha manifestado su desacuerdo con el sistema capitalista neoliberal y no se plantea revisar o renegociar el tratado militar con EE.UU., ha dicho que es mejor tener trabajo “flexibilizado” a no tener nada, y mucho menos se plantea transformar las estructuras sociales y económicas de su país. Ha ratificado su prioridad para las relaciones con el país del norte y relegado en cierta forma a la región en su futuro gobierno.
Antes que todo Antanas tendrá que superar las vicisitudes propias de la política colombiana, pues en cada elección pesa mucho la estructura política, los billetes de 50mil pesitos que compran muchos votos y los pactos con las mafias, quienes no crean averigüen qué es el PIN y cuantos Senadores tiene, además las denuncias llueven en cada proceso eleccionario en el vecino país. Por su parte Santos sí que cuenta y vaya en qué cantidad, con todo lo antes mencionado.
Por tanto, no se hagan muchas ilusiones, por supuesto que la virtual victoria de Mockus pondría las cosas interesantes, y sobre la base del respeto es mucho más fácil mantener una relación y más aún entre vecinos. Pero no se dejen engañar por un nuevo espejismo, siempre es mejor saber con quién se enfrenta uno. O como dice el viejo adagio, más vale malo conocido que bueno por conocer. Acuérdense, especialmente aquellos que se llevaron una ´escacha´ con Obama, después no digan que no les advertimos. Miren que a mayor expectativa mayor decepción.
Por cierto todos a votar hoy. Construyamos el partido más democrático del mundo. Con todo y sus errores, es el partido de la revolución.
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