Luis Bilbao: “La izquierda latinoamericana volverá al poder, pero con otro liderazgo”

El periodista argentino Luis Bilbao

El periodista argentino Luis Bilbao

Credito: Archivo

9 de mayo de 2018.- El periodista argentino Luis Bilbao, director de América XXI, afirmó que "los movimientos populares de América Latina volverán a tomar posiciones de poder, pero no con los mismos liderazgos".

Señaló que Argentina y Brasil experimentan los resultados de haber sido inconsecuentes con Venezuela cuando el comandante Chávez planteó estrategias verdaderamente revolucionarias.

Entrevistado por el periódico digital Supuesto Negado, Bilbao hizo un análisis de lo que sucede en materia política en América Latina y recordó que tampoco acompañaron a Chávez en la propuesta de una Quinta Internacional.

Lo que ha pasado en varios países (Brasil, Nicaragua) y en la Unión de Naciones del Sur (Unasur), ¿indica que estamos en un retroceso de la izquierda o en la etapa preparatoria de una nueva oleada?

En un sentido, hay un retroceso, pues es evidente que en Estados Unidos, su Departamento de Estado, la estrategia imperialista ha ganado espacio. Pero yo no lo atribuyo de una manera genérica a un retroceso de la Revolución. Cuando hablamos de izquierda hay que hacer algunas precisiones porque se engloban cosas demasiado diferentes y a veces muy contradictorias. Ese concepto está cada vez más desdibujado. Prefiero hablar de fuerzas revolucionarias, socialistas o anticapitalistas. En ese sentido, no hay un retroceso de ese conjunto de movimientos, pero sí ha habido, claramente, una derrota letal de todas las fuerzas reformistas que han tenido, en algunos casos, un cariz progresista, y en otros ni siquiera eso, y que no quisieron acompañar la propuesta revolucionaria de Venezuela y particularmente del comandante Chávez en su momento. No quisieron acompañar el ingreso al ALBA (Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América), no quisieron acompañar la constitución del Banco del Sur, la moneda única latinoamericana. Incluso, tampoco acompañaron a Chávez en la propuesta de una Quinta Internacional. Ahora se está pagando el precio de esas inconsecuencias.

Bilbao subrayó que "la conducción revolucionaria venezolana previó circunstancias como las que se están viviendo e hizo todo lo posible para fortalecer las estructuras, las organizaciones y las tendencias que decían ser anticapitalistas o antiimperialistas, pero que en algunos casos no lo eran implícitamente y en otros casos no lo eran porque en la práctica no condecían con sus discursos". El proceso que se está viviendo ahora es, a su juicio, una especie de depuración que pondrá en claro qué organización es realmente revolucionaria y cuál es pequeñoburguesa, reformista o con algunos atisbos antiimperialistas pero que no asumen la propuesta de transitar hacia un sistema diferente.

Añadió que en varios de los países latinoamericanos se ha pretendido reformar el capitalismo, avanzar en sentido social desde el mismo capitalismo, y eso tiene límites muy concretos. "Esos fueron los casos de los gobiernos de Brasil y Argentina, que se negaban por completo a una definición netamente antiimperialista y anticapitalista. Quisieron cabalgar en los dos sentidos, quisieron reformar el capitalismo con un sentido humanista y eso, ya se ha demostrado cabalmente, es imposible. Lo que estamos viendo ahora es la evidencia de esa imposibilidad. Por eso no se puede decir que sea un retroceso, sino más bien, una posibilidad de avance, porque en la próxima fase, que en mi opinión ya está comenzando, no tendremos que lidiar con este tipo de organizaciones que se impusieron en estos países con su proyecto de reforma capitalista".

El entrevistado se anticipa a alguna pregunta sobre el hecho de que tampoco en Venezuela se ha logrado una venturosa transición al socialismo, sino que se han producido efectos económicos desastrosos. "Eso es cierto, pero no ha sido la transición al socialismo lo que ha producido esos efectos, sino la fuerza contrarrevolucionaria que se lanzó sobre Venezuela para impedirle desarrollar la potencia de una propuesta anticapitalista. Es evidente que se paga un precio muy caro por tratar de traspasar esa frontera, pero ese precio es responsabilidad particularmente de nosotros los argentinos y de los hermanos brasileños que no pudimos constituir una fuerza para ponernos a la par del proyecto que estaba desarrollando el comandante Chávez y que luego siguió el presidente Nicolás Maduro".

¿Esa nueva etapa, que usted considera que ya ha comenzado, se daría con los mismos líderes de la vez anterior o con otros? Por ejemplo, ¿Luiz Inácio Lula Da Silva y Cristina Fernández de Kirchner volverían al gobierno, pero con una reflexión hecha, un enfoque nuevo?

Definitivamente no. En el caso de Cristina Fernández, eso está muy claro porque ella perdió tres elecciones sucesivas. La población le dio la espalda a su proyecto. En el caso de Lula no ocurre exactamente lo mismo, como tampoco se puede comparar, en absoluto, al Partido de los Trabajadores brasileño con las fuerzas que se sumaron al kirchnerismo en Argentina, pero de todas maneras me parece demasiado evidente que cuando estuvo en jaque el gobierno de Dilma Rousseff, el del PT, el de Lula, si queremos decirlo así, las masas no salieron a defenderlo. Y no lo hicieron porque ya el proyecto originario del PT había sido alterado, no había sido consecuentemente sostenido por Lula ni por Dilma. Así que en ninguna hipótesis esa nueva etapa será con los mismos liderazgos.

¿Qué puede decirse en el caso de Rafael Correa, en el que un sucesor autorizado e impulsado por él (Lenín Moreno), está desarrollando una estrategia aparentemente contra-revolucionaria?

Acá tenemos también una experiencia muy importante. No es el mismo caso de Argentina y Brasil, aunque el compañero Correa quiere identificarse con estos dos procesos, lo que me parece un error estratégico de su parte. Lo que ocurrió en Ecuador fue también la indecisión frente a un programa de transición al socialismo, el tratar de cabalgar a dos aguas. También tenemos la negativa de Correa y de los principales líderes de su proyecto a construir un partido revolucionario, lo que sí se hizo en Venezuela. Ellos se negaron a constituir una Quinta Internacional cuando la propuso el comandante Chávez. Luego ocurren estas cosas aparentemente incomprensibles, como que el candidato elegido por Correa para la sucesión se da vuelta en el aire y empieza a aplicar una estrategia invertida al proyecto originario. Allí queda la certeza de que hace falta un programa, una estrategia y una organización seria, con cuadros, con liderazgos, para llevar a cabo una propuesta revolucionaria.

¿El retiro en bloque del grupo de países con gobiernos pro estadounidenses hiere de muerte a la Unasur?

No diría que la hiere de muerte en este momento, pero subrayaría el hecho de que Unasur está estructuralmente debilitada y poco menos que quebrada desde hace mucho tiempo. Incluso, en vida del comandante Chávez, ya Unasur no funcionaba como debía. Argentina y Brasil, con gobiernos supuestamente progresistas y antiimperialistas, se negaron a ingresar al ALBA, que era un nivel superior de definición ideológica y política, se negaron al Banco del Sur y a la moneda única latinoamericana. Con eso frenaron el movimiento y dejaron espacio para que posteriormente, cuando se impusieron las fuerzas conservadoras en esos países, pudieran romper con Unasur. Ahora puede sobrevivir, pero como una fuerza indefinida en lo esencial. El verdadero eje de la estrategia para quienes ansiamos una verdadera política antiimperialista y anticapitalista es el fortalecimiento, el desarrollo, la ampliación del ALBA, no solamente con gobiernos sino con estructuras nacionales, para que podamos incorporarnos los integrantes de toda aquella enorme fuerza militante que en el resto de América Latina comparte los proyectos, las estrategias, las definiciones del ALBA, pero sus gobiernos no están en ella.

En el caso de Nicaragua, visto el conflicto surgido alrededor del tema de la seguridad social, ¿no será que a Daniel Ortega le está pasando lo mismo que a los gobiernos que quisieron cabalgar entre capitalismo y socialismo?

No. Creo que es diferente, aunque debo admitir que no conozco el caso en detalle. Sí es cierto que hay una reticencia o una toma de distancia respecto a una política de transición franca al socialismo. Cuando uno mira objetivamente el proyecto de Daniel Ortega para resolver el problema previsional, debe coincidir con él en que es imprescindible tomar esas medidas. El problema es que esas medidas están enteramente dentro del marco de un cuadro capitalista. Aquí pongo de ejemplo el caso argentino, donde se ha criticado mucho al gobierno de Macri por la reforma previsional que hizo, y en muchos sentidos es correcto criticarlo, pero desde el punto de vista real es imposible, bajo el modelo capitalista, sostener el sistema previsional argentino, que es bastante amplio y avanzado, sin hacer esos ajustes. Esto lleva a la reconfirmación de que, en el sistema capitalista, tarde o temprano siempre pagan las masas por las crisis estructurales. Es parte del modelo que estas crisis las deben pagar los pueblos, no las clases dominantes, no las trasnacionales ni las burguesías.

¿El cambio de mando en Cuba (con la elección de Miguel Díaz-Canel) qué expectativas genera en este sentido?

Creo que hay un cambio de nombre y de generación en el ejercicio inmediato del poder. Eso es positivo, sobre todo porque se pudo hacer con toda tranquilidad desde el punto de vista político y social. Ahora bien, en Cuba, como en cualquier otro país, está planteada la discusión de cómo hacer para resolver los dramáticos problemas económicos de nuestros pueblos: ¿con el concurso de la economía de mercado o buscando profundizar la economía socialista, es decir, la planificación y la participación popular? Allí ese debate también va a darse. Lo seguiremos muy de cerca, con mucha esperanza, con mucha expectativa y con mucha confianza en la historia de la Revolución Cubana. En ese caso creo que están dadas las mejores condiciones para que tenga un desenlace positivo.

Siempre queda la posibilidad de que salga por ahí otro Lenín Moreno…

En Argentina decimos "que en lugar de pato salga gallareta"… Pero yo creo que podemos confiar. En todo caso, pero la batalla está planteada porque siempre habrá fuerzas que propongan resolver los problemas del socialismo con recetas de mercado.



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La fuente original de este documento es:
América XXI Noticias (http://americaxxi.com.ve/index.php/news-item/11749/)



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