La apertura de nuevos espacios alternativos de construcción colectiva es imperativo para poder combatir las matrices de opinión que en contra del proceso revolucionario se multiplican diariamente en el ámbito internacional y local a través de la canalla mediática y todos los órganos de la burguesía que no perdonan la firme posición de Venezuela y de su Comandante de la Revolución Bolivariana, Hugo Rafael Chávez Frías, frente a los desmanes del imperialismo y los intentos de sus aliados de la derecha nacional por desestabilizar la obra de gobierno en nuestro país y el movimiento liberador en el Continente.
La lucha está planteada y cada día las amenazas contra nuestro continente se afianzan. Las elecciones dominadas por los paramilitares en Colombia en esta primera vuelta nos presagia, que el Israel de nuestra América se fortalece, junto a los gobiernos de Chile, Panamá. Honduras y Perú, que forman parte de la red sionista en esta parte del mundo. La lucha es dura y larga, no podemos llamarnos a engaños. Solo la fortaleza ideológica y la organización en colectivos revolucionarios nos pueden garantizar la victoria frente a los cipayos del imperio, que pretende acabar con la Revolución Bolivariana y con ella llevarse el Alba, Unasur y todos los avances que en pro de la unidad suramericana y del Caribe hemos logrado, a través de esa extraordinaria experiencia como es la construcción del indosocialismo bolivariano en toda la región.
Cuba fue la pionera hace 62 años, cuando siendo una pequeña isla con una reducida población, empobrecida y sojuzgada por la bota imperial, se levantó y dijo basta. En un acto de heroísmo en Bahía de Cochinos (Playa Girón), hizo morder el polvo de la derrota al arrogante vecino, que pretendió acabar mediante una una criminal invasión, lo que se había forjada en la Sierra Maestra, con sangre y dignidad de pueblo.
Luego vendría Venezuela, que desde los años 60 tras la traición de la burguesía a través los líderes del Pacto de Punto Fijo, al pueblo que se había enfrentado a la dictadura del General Marcos Pérez, comenzó a buscar la senda de la liberación. Las calles, los valles y las montañas de nuestra patria fueron regadas con sangre de los mártires que entregaron sus vidas en un esfuerzo por zafarnos del imperio.
Desgraciadamente fuimos dirigidos por personeros que ahora se desenmascaran como infiltrados y lo que pudo ser una clara victoria, se alargó y cayó en letargo, hasta que el 27 de febrero de 1989, los pobres de Venezuela se armaron de revolución y fueron contra sus verdugos. Se calcula que unos 3.000 muertos fue el resultado de la brutal represión de los agentes del Fondo Monetario Internacional liderados por Carlos Andrés Pérez y sus secuaces de la Cuarta República.
Esta acción avivó el fuego revolucionario que venía ardiendo por dentro en los cuarteles, sobre todo en los jóvenes oficiales, que habían sido tocados por esa rebelión de los 60 y que la burguesía creyó enterrada, a través de la tortura y los asesinatos de líderes populares. Esa llama avanzó y prendió en la brigada de Paracaidistas de Maracay, en la Guarnición del Zulia y otras regiones del país, que el 4 de febrero nos despertó a todos con una situación de rebelión y represión en todo el territorio nacional.
A media mañana de aquel día el comandante Hugo Rafael Chávez Frías, líder de aquella gesta revolucionaria, con un mensaje al pueblo venezolano se rendía ante las cámaras de la TV al reconocer que habían fracasado en Caracas al no poder controlar el poder y llamaba a sus hermanos de rebelión a deponer las armas para no derramar más sangre. Pero dejó en el aire aquel premonitorio “Por ahora”, cuya intención se concretaría en 1999, cuando contra todas las trampas tendidas por el puntofijismo en libérrimos comicios le arrebató democráticamente el gobierno, con aplastante victoria electoral, dando al mismo tiempo el mas contundente revés a la canalla mediática nacional e internacional, que se había ensañado contra el joven oficial, desde que salió de prisión, etiquetándolo como agente del Castro-Comunismo que amenazaba a la democracia y de haber comandado un escuadrón guerrillero de Colombia, que masacró a los marinos venezolanos destacados en el puesto de Cararabo en la frontera colombiana, con la región de los llanos de Apure.
Desde entonces la calumnia y la difamación ha sido la constante contra el Comandante Chávez, por parte de la oposición, que no presenta ningún proyecto alternativo de país, sino el odio visceral y la propuesta de salir de Chávez, sin importar la forma y las consecuencias.
Aún cuando montan la treta de participar en las elecciones del 26S, su proyecto no es la participación democrática, su proyecto es cantar fraude y buscar nuevamente la repetición de la formula de abril de 2002.
Por eso no hay que confiarse. Hay que mantenerse vigilante incluso contra quienes se rasgan las vestiduras jurando que son del proceso hasta la muerte, pero en el fondo responden a sus amos y por eso alimentan y promueven el odio entre el mismo pueblo, porque no renuncian a su tarea de dividirnos y llevarnos hasta la convicción que solo nosotros como individualidades podemos resolver nuestros propios problemas, que la competitividad y las cuotas de poder son la única salida.
Esta amenaza está en todas partes y todos los espacios donde avanza la revolución y solo puede ser combatida a través de la educación revolucionaria mediante la formación permanente de nuestra base y eso solo se logra si asumimos el fortalecimiento de los espacios comunicacionales alternativos más que como una necesidad, como un imperativo.
Periodista*
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