Desde hace cierto tiempo es común escuchar dentro del gremio que reúne a los periodistas de nuestro país, que el periodismo está en crisis. Si no me equivoco, se lanza esta reflexión sobre todo cuando dicho arte es empleado con fines distintos al bien y en consecuencia, genera no sólo confusión informativa entre usuarios y usuarias sino –lo peor- un terrible y desacertado modelo de educación y diario conducirse. Decir que Globovisión está en esa lista no es faltar a la verdad, pero sí lo sería no incluir en ella a otros medios de comunicación y sus correspondientes “parrillas” de programación.
De allí que, a diario, veamos que aunque el Estado invierte serios y necesarios esfuerzos en el cultivo de valores humanos esos medios despliegan su mejor ofensiva en continuar exaltando la violencia y otros ingredientes de la insensatez como patrón a seguir por la población. Y, ojo, muchos de quienes forma parte de esa población son –definitivamente- aspirantes de periodistas, familiares de éstos y, finalmente, consumidores de cuanto enarbolan como válido las empresas difusores. O sea, que seguramente serán portadores de un arma que, como hemos querido hacer ver, podría ser letal.
Dicho esto, pasamos al título de esta nota: ¿la crisis reposa en el periodismo? ¿acaso no es el periodismo, en buena parte, hechura de diferentes enfoques filosóficos de la vida? ¿no son esos enfoques los que han contaminado también a la ingeniería, la arquitectura, la medicina y hasta al arte mismo? ¿la cosa más bien no tiene otra raíz?
De ser –exclusivamente- crisis del periodismo, entonces ningún médico cabalgara horario, llegara tarde al consultorio o se hiciera el loco luego de matar a algún paciente; ningún ingeniero sería capaz de aprobar una obra de pésima calidad; ningún maestro mal educara a sus muchachos; no tendríamos contadores que avalaran balances chimbos y en fin, nadie se comería la luz.
Asumir el periodismo o cualquier otra rama del saber humano, amerita de una buena dosis de conciencia ciudadana y como decían antes: eso no lo venden en la farmacia.
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