(Sin regulación es más dañina que beneficiosa)

Conozcamos los Contras de la TV

Los pros que adornan toda la mediática son indiscutibles desde casi todos los puntos de vista y en todos los regímenes socioeconómicos modernos, actuales y potenciales, pero, sea que la mediática opositora prive sobre la oficial o viceversa, es un hecho indiscutible que la TV, en todos los países y bajo cualquier modo de vida, está desintegrando la comunicación intrafamiliar en favor de una supuesta comunicación universal virtual, local, nacional, regional y mundial, que, excluyente o armoniosamente, aquella dicotomía política busque imponer , habida cuenta de que a nivel local, regional y mundial sigue privando por ahora el actual sistema capitalista, y para todos se trata de la flamante, rentable e intocable Industria Electrónica.

El Estado que pretenda regular esa mercancía burguesa sufre reveses inesperados porque no se trata de buenos o malos programas, de mensajes oficialistas u oposicionistas; de lo que se trata es de una programación que en sí misma es desintegradora de la familia.

Este sistema burgués no opera sino con el apoyo del mercado libre o la minimización de cualquier tipo de injerencia que atente contra sus mercancías capitalistas, pero, salvedad hecha de las regulaciones de precio y de los abusos económicos que genera el desequilibrio entre la oferta y la demanda, la polarización que ejerce la publicidad y propaganda comercial o política, sus programaciones de entretenimiento, sus noticiarios y, paradójicamente, hasta sus programas de educación ciudadana, están quebrantando la unión familiar durante cada segundo y todos los días del año.

Esa unión está siendo reducida a simples lazos “virtuales” jurídicos y religiosos asentados en los correspondientes protocolos, y, como tales, esos lazos no garantizan que los padres conversen entre sí y tampoco con sus hijos, ni que estos lo hagan entre ellos mismos y/o con aquellos.

De igual forma, en bares y restoranes, y ahora con celulares y computadoras “hogareñas” a la a mano, los hijos suelen encerrarse herméticamente en un mundo ajeno a todo género de comunicación intrafamiliar porque hasta los deportes electrónicos para parejas o grupos los despojan de su condición humana natural para adoptar un ropaje y personalidad virtuales que cada día los aliena, veja, humilla y con ello están desmoronando todo el elevado edificio social producido por el trabajo desde los comienzos mismos del hombre.

Es que los personajes de la TV, sus deportistas, locutores, líderes políticos (corruptos y delincuentes inclusive), religiosos, brujos, esotéricos, parlanchines, artistas, actores y comics, todos ellos logran una irresistible atracción comunicacional de tú a tú que de la manera más egoísta impide que el hijo se distraiga hasta con los sanos consejos de su esposa o marido, según el caso, de sus padres o padrastros, de sus hermanos, en fin, de cualesquiera de sus familiares “más queridos”, aunque no oídos, y esto rige también para sus amigos de visita.

Es más, para un sistema teóricamente socialista y anticapitalista resulta más conveniente la unión familiar de hecho, razón por la cual cualquier regulación que se atreviere a ensayar es ambivalente y le terminaría resultando contraproducente.

Desde acá sugerimos que, a manera de ensayo restaurador de la unión familiar, se imponga cuñas para advertirles a los televidentes sobre la conveniencia de tomarse aunque sea unos “minuticos” en conversaciones familiares libres de estos virtuales y polarizantes interlocutores.


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Manuel C. Martínez M.


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