Sin embargo, es cada vez mas evidente, que la basura mediática que se destila diariamente desde tales corporaciones capitalistas de la desinformación tienen su origen en profesionales del periodismo que por un salario y otros beneficios, utilizan su noble profesión para, deliberadamente, mentirle a los receptores de tales medios, atendiendo a la línea trazada por el patrón pero, en plena identidad con sus propósitos políticos globales.
Una empresa mediática global no es una fabrica de salchichas en la que trabajar en su línea de producción solo requiere tener la habilidad manual para repetir incansablemente el mismo movimiento o realizar una operación especial cada cierto tiempo, sino un centro de producción de la realidad cuya cercanía, lejanía o contradicción con la verdad de los hechos está en correspondencia total con los intereses de los propietarios y la posición política e ideológica del Jefe de Redacción y los reporteros y redactores de las noticias y reportajes especiales.
Por ello, debe considerarse que a la hora de incorporarse a la nómina de una de estas corporaciones mediáticas globales, el profesional del periodismo, que se supone tiene una ética personal y profesional que lo compromete con la verdad, debería considerar la identidad que el referido medio tienen con la difusión de las noticias “veraz y oportuna”, y no con la adecuación de la versión de los hechos noticiosos a los intereses políticos, económicos y personales de los dueños de los medios y sus alianzas con el mundo del Capital y de las elites globales.
Debe reconocerse, entonces que, de la misma manera que existen personas sin patrias ni banderas, que por un salario o beneficios de estudio e inmigración, se ponen al servicio de las maquinarias de guerra de algunos gobiernos o de grupos privados, hay en el mundo de las comunicaciones individuos que conscientemente, por esas mismas razones, se convierten en “”mercenarios de la palabra”, vendiendo su profesión a quien mejor paga su salario y dispuesto a asesinar a la verdad, con tal de beneficiarse de tan empleo.
Si en este momento existe un teatro en el cual tal realidad es comprobable es en Medio Oriente y en Africa del Norte, y específicamente en Libia, en donde, solo basta observar los noticieros de las televisiones globales capitalistas y leer las crónicas de sus periódicos sobre tales sucesos, para conocer la envilecida conducta de estos mercenarios que utilizan todo tipo de trucos y recursos inmorales para dar por cierto hechos que no han sido comprobados y para calificar a las personas sin tener fundamento documental para sostener sus afirmaciones pero, que difundidas y sostenidas por la red mundial del mercenarismo mediático, terminan convertidas en un verdad incontrastable.
Es necesario aceptar que el aspecto fundamental de la Batalla contra el Capitalismo no son las ideas, por cuanto su sistema de producción y modelo de sociedad esta definitivamente en decadencia, por lo que la lucha del Capital contra el Socialismo y todas las ideas que cuestionan su existencia, se da en el plano de la confrontación entre la Verdad históricamente comprobable y las mentiras culturalmente construidas y mediáticamente difundidas y, en ese escenario de confrontación histórica, los “mercenarios de la palabra”, esos esclavos del salario y prisioneros de sus desvergüenza, juegan un papel fundamental en favor de la defensa del Capital y la sociedad de los Propietarios.
En esta controversia no pueden existir confusiones ni vacilaciones basadas en las mismas categorías de la ética y la moral burguesa porque, solo enfrentando y derrotando las mentiras del Capital mediático y cultural y sus “mercenarios de la palabra” podrán liberarse los pueblos del oscurantismo, la desinformación y la enajenación cultural que los oprime y los convierte en esclavos del siglo XXI.
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