Europa, y justo es reconocerlo, ha sido el centro de una dominación de pensamiento, pero de una forma de pensar inquina, que condenó a morir con la toma de la cicuta a Sócrates al desnudar las inquisiciones de una “jerarquía divina” que se beneficiaba de los “Dioses” en pleno esplendor griego, o en tiempos del “renacimiento” cuando el fray Girolamo Savonarola (1498) y Tomás Moro (1535), por sólo citar dos casos, también fueron condenados a morir; el primero por negarse a reconocer el papado corrupto de Alejandro VI, y el segundo por condiciones similares al entonces jerarca de la iglesia católica en Inglaterra, Enrique VIII.
En tiempos contemporáneos, el pensar europeo sobre el plano religioso no ha estado excepto de semejante barbarie, en algunos casos concebidos en traición a ese Dios que dicen representar. Por ejemplo: ¿Cómo explicar cuándo Pío XI, (sucesor de Benedicto XV), firmaría en 1929 con Mussolini el mal llamado “Pacto de Letrán”, para lograr la creación del Estado de El Vaticano, y posterior a ello, afirmar que tal dictador era un “enviado” al pueblo de Italia por parte de la “Providencia”, al punto de bendecir a la tropas que irían en guerra para conquistar la antigua Abisinia, hoy Etiopía, unos de los pueblos más pobres de África?
El pensamiento conservador de Europa no sólo ha sido religioso, también es académico. En Francia hasta finales de los 60 del siglo pasado frases relacionadas con el marxismo – leninismo estuvieron prohibidas. En tal sentido, aún resuenan en nuestro pensamiento como debieron ser aquellas palabras pintadas en estruendosos murales de libertad sobre el ser: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”; que tanto estudiantes como trabajadores pedían en las jornadas por la búsqueda de una infructuosa “revolución cultural” en Europa, reclamada por allá en Mayo de 1968 en París. Por ello, en el campo académico europeo, los desmanes sobre el pensar también se han tejido esquelas llenas de nubarrones. Michel Foucault, francés (1926 -1984), autor de importantes obras sobre el poder, la personalidad y la educación en sus diferentes aspectos de la sociedad, fue rechazado en sus inicios con sus propuestas de investigación tanto en su país como en otros de Europa, en parte por sus revolucionarias, metafísicas e innovadoras ideas y escritura. No obstante, aunque considero que debido a los incidentes de ese Mayo de 1968, fue que el gobierno galo lo designó para ser parte de la VIII Universidad Experimental de París, no hay que menoscabar que a partir de allí, su intelecto lo llevaría hasta la cúspide del conocimiento.
Un ABC (tal y como lo conocemos) resulta para cualquier institución la guía fundamental de sus preceptos morales y éticos. La historia seudocomunicacional llena de monarquías y “majestades” de “ABC” y “El País” se encuentra agonizando cuando América Latina y El Caribe renace desde la esperanza del sueño de Bolívar al unísono del ser marcado en su propia transcomplejidad. Juan Pablo II pidió perdón a la Humanidad por los desmanes cometidos por la Iglesia durante su existencia. ¿Quién lo hará desde Europa por la ética de la verdad y la moral de sus pueblos?
Lo que han intentado hacer los diarios "ABC" y "El Pais" de España en contra del Presidente Hugo Chávez y el pueblo venezolano, ha sido parte de ese pensar inquino y conservador que intenta sobrevivir a lo inevitable; es decir, el fin de una visión eurocentrista que no termina por aceptar que hace tiempo perdieron su dominio sobre el resto de las naciones. Estoy seguro que los ejemplos de mentira y degradación moral y ética de ”ABC” y “El País”, no son los caminos que Europa quiere seguir viendo entre sus cristales destrozados del pensamiento.
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