Lo curioso es que recuerda hasta el mínimo detalle las tareas del censor de la dictadura de Pérez Jiménez, pero se olvida por completo que lo mismo hizo el censor de CAP II en el diario El Nacional, en 1992, Pedro Pablo Alcántara…!
La práctica condenable de algunos periodistas de manipular sucesos y de ocultar información que se corresponde con realidades muy difíciles de que se olviden es muy frecuente en quienes en este país ejercen su profesión en medios controlados por la derecha y/o que, simplemente, son afines a los postulados y proyectos de la misma y lo hacen como persistentes e incansables opinadores de oficio.
Este fin de semana advertimos un caso que por su relevancia nos causó inmensa sorpresa, más allá de que sabemos que su autor, el licenciado Omar Pérez, haya sido o lo sea aún, militante de AD y ese asombro ocurre porque sabemos de su avanzada edad, así como porque valoramos su muy larga trayectoria en los medios que nos los hace conocer como muy respetable, pues no creemos equivocarnos si en estas lides del periodismo él ya lleva más de 60 años ininterrumpidos.
Pero vamos al grano. En su columna semanal como Defensor del Lector del diario Ultimas Noticias del día de hoy 4 de agosto, titulada “¡A ver si os fijáis!”, dice esto: “En tiempos de la dictadura perezjimenista era corriente oír, en los pasillos del diario en el que trabajaba (si mal no me equivoco era El Nacional), la voz del Jefe de Información comentar la manera como había sido redactada una noticia. Y frecuente también el coro de voces que surgía como respuesta: ¡No, oh! ¡No puede ser!..! Y algunos se acercaban curiosos a averiguar…Aquello no pasaba de allí, alerta cordial del obligado revisor y la incertidumbre o molestia del infractor, que regresaba a su escritorio a corregir el trabajo…”
Esa historia es totalmente cierta, la dictadura mantenía en todos los medios un censor, quienes debieron haber sido implacables, pues la dictadura era eso, un régimen atroz que no admitía la disidencia, bajo ningún disfraz.
Pero es que al respetado periodista Pérez se le olvida que esa misma historia se repitió en este país más recientemente, a comienzos de la última década del recién finalizado siglo XX (febrero de 1992), cuando su compadre, Carlos Andrés Pérez, en su segunda presidencia y luego de la fracasada rebelión militar de Hugo Chávez, suspendió la Constitución y con ello la libertad de comunicación e información. A partir de cuya medida, su Ministerio de Relaciones Interiores instaló en la Redacción de ese mismo periódico, El Nacional, un censor de nombre Pedro Pablo Alcántara, personaje este que, por paradójico que parezca, llegó a ser diputado por su partido Acción Democrática años después en la nueva Asamblea Nacional, hasta el año 2005 y quien luego se fue con armas y bagajes al partido de Manuel Rosales, Un Nuevo Tiempo.
En mis archivos conservo estas notas que publicó para entonces (1992), el diario El País de España sobre este censor: “Lo más llamativo es que los comisionados del Ministerio de Relaciones Interiores, como se llaman a sí mismos los censores, no son funcionarios públicos, sino dirigentes de Acción Democrática (AD), el partido que gobierna (..) El Nacional, una institución en la prensa latinoamericana, convive desde el viernes (7 de febrero 1992) por la tarde con Pedro Pablo Alcántara, de 45 años, profesor de Ciencias Sociales de la Universidad Simón Rodríguez, de Caracas, dirigente adeco y ex candidato a gobernador del Estado de Lara. En la noche del viernes, Alcántara aconsejó que el periódico no publicara dos anuncios sobre el golpe y sus motivos enviados como publicidad pagada por los diputados del partido de izquierda Causa R. Para completar el trabajo del censor, a la puerta de El Nacional efectivos de la Dirección de Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip), la policía política, atravesaron sus vehículos en la calle e impidieron la distribución del diario durante hora y media (..) En la noche del sábado, la actuación del censor adquirió visos kafkianos. Sentado en un despacho junto a la jefatura de Redacción, Alcántara, visiblemente incómodo, esbozaba una sonrisa que a veces se convertía en mueca y trataba de gastar bromas a sus "amigos periodistas". A la hora de la verdad, fue a llamar discretamente por teléfono y regresó con la advertencia de que la información sobre una rueda de prensa de generales retirados no debería publicarse, porque así lo pedía el presidente de la República. Tras varias idas y venidas, debates y discusiones, el director de El Nacional, Alfredo Peña, optó por dejar en blanco el espacio destinado a la información…
¿Será que esto se le ha olvidado al periodista Pérez…?