¡Cuánto ha cambiado el mundo en los últimos años!

¿Quién hubiese pensado que el racismo, al que creíamos enterrar con la derrota del Reich, volviese campeante y recrecido 70 años más tarde?. Hitler afirmaba no fue, como pretenden creerlo muchos, un episodio pasajero, por más que parezca de pesadilla. Las razas  siempre se han odiado entre sí, y lo continuaran haciendo hasta el fin de los siglos. El hombre blanco, caucásico, europeo, sólo tolera de rodillas las otras razas. La igualdad ante negros, pardos o amarillos, no la acepta: exacerba hasta el genocidio su ira más enconada. Cincuenta y cinco años de revolución socialista, no han sido suficientes para acabar con el racismo en Cuba. La integración en Norteamérica no pasó de ser una quimera de los demócratas, a los que un presidente calificó de políticos masoquistas con tendencia irrefrenable hacia la cabronería. El norteamericano sajonizante, cuya población está formada en su mayor parte por elementos que apenas llegaron a confundirse con la raza semita y de color, nunca aceptó ni aceptará su igualdad ante negros, asiáticos y latinoamericanos.

El rabioso racismo en Sur África y desarrollado en Estados Unidos, se hizo sentir en Venezuela. La burguesía mediática y fascista por medio de sus voceros afirman: la historia demuestra que no hay posibilidad de convivencia entre blancos y las otras razas, este país hay que blanquearlo a como dé lugar. Ratifican siempre estuvimos de acuerdo con lo que ha dicho Rosas, que tenía razón cuando ordenó en la Argentina el asesinato de todos los negros e indios.

El profesor Rosemblat dijo: en Estados Unidos, todo aquel que tenga una gota de sangre negra, es negro. En Venezuela, los Intelectuales castrados de Tasca y Cafetín, dicen: todo aquel que tenga una gota de sangre blanca, es blanco. Esto es lo que se preguntan los cándidos que, manipulados por CNN y la prensa criminal del perro chico y de la mentira, piden que se extermine de una vez a la gente de color.

En las esferas periodísticas es costumbre citar a la prensa como un Gran Poder dentro del Estado. No es posible negar que su importancia sea verdaderamente inmensa. Apenas si se la puede exagerar, y su misión consiste realmente en continuar educando a las masas hasta una edad avanzada. Al Estado y la nación les interesa fundamentalmente que el pueblo no caiga en la garra de educadores malos, ignorantes o de aviesas intenciones. Por consiguiente, debe vigilar la educación popular, evitando que la misma sea encarada erróneamente, cumpliéndole también seguir de muy cerca las actividades de los medios de comunicación en particular, porque su influencia sobre el pueblo es la más poderosa y penetrante de todas, ya que su acción no es transitoria sino continúa. La inmensa importancia del periodismo reside en la uniformidad y persistente repetición de su prédica. Si el Estado tiene un deber que cumplir, él consiste precisamente en no olvidar que todo lo que haga, sea lo que fuere, no puede tener sino una única y exclusiva finalidad: en no consentir, deslumbrado por los fuegos fatuos de la libertad de prensa, en que se lo lleve por extraviados derroteros ni en que se le persuada para que olvide sus obligaciones y permita la retención de los víveres que el pueblo necesita para conservar su bienestar.  El Estado debe empuñar las riendas de este instrumento de educación popular con absoluta determinación, poniéndolo a su servicio y al del pueblo.

Más es justamente para nuestra clase media para la que la burguesía publica en sus llamados medios ilustrados. El tono de estos está destinado a conquistar las simpatías de aquellos, sobre la que estos medios ejercen poderosa influencia. Al paso que evitan cuidadosamente toda su dureza de lenguaje, tales órganos emplean otros vehículos para inocular la ponzoña en el corazón de sus escuchas y lectores. Mediante una mezcla de encantadoras expresiones embaucan a la gente, haciéndole creer que el conocimiento puro y la verdad moral son las fuerzas que guían sus acciones, cuando lo que efectúan en realidad no es otra cosa que tejer una astuta trama con el fin de apoderarse de un arma que sus adversarios podrían usar contra estos medios.

Lo que hace la mal llamada libertad de prensa es cavar la fosa de la Patria y del Estado Bolivariano. Nada decimos de los embustes mediáticos de la burguesía; para la vida de éstos, la impostura es tan necesaria como el maullido para el gato. Su sólo objeto estriba en quebrantar la resistencia nacional y popular, y al Estado, a fin de preparar al pueblo para la esclavitud del capitalismo internacional y la de sus amos, el imperialismo.

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!

¡Hasta la Victoria Siempre!

¡Venceremos!



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Manuel Taibo


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